Nuestro país necesita de un proceso de reconstrucción en todos sus niveles que permita que se impulse hacia el desarrollo, valiéndose del potencial que tiene y que va mucho más allá del sector petrolero. Para que eso ocurra, el giro del timón tiene que producirse, capitaneado desde la disposición de colocar en orden las prioridades sociales y comprendiendo que, atender a la gente, al mismo tiempo que se genere un proceso real de reactivación económica, mientras se fortalecen los valores democráticos, es la luz del faro que debe guiarnos.
Para recuperar los valores democráticos se debe recuperar la institucionalidad de un país que jamás debió perderla, con ello podremos avanzar en buena parte de los problemas que actualmente enfrentamos como nación. Recuperar la institucionalidad es algo multinivel, transversal y que incluye a todos los espacios de poder y representación del país. Para mirar adelante, debemos obligatoriamente corregir con seriedad los errores cometidos, colocando siempre en primer lugar a la gente que pide y espera respuestas.
Creo firmemente en que a medida que vamos construyendo o reconstruyendo la institucionalidad desde el espacio que nos corresponde, de cierta forma, vas dándole vida a esas ramas democráticas que estaban debilitadas y si están débiles, no sirven para darles soluciones a los venezolanos.
Para que tengamos esperanza y se abran los espacios de diálogo, negociación y búsqueda de resolución de conflictos que nos permitan cambiarle el rumbo al país. En los actuales momentos, tenemos una sociedad necesitada no solo de resolverle sus problemas, sino de atenderles con respuestas, positivas o negativas, a través de las instituciones; nos corresponde a los que tenemos responsabilidades de gestión orientar esfuerzos en esa dirección, quienes creemos en la democracia y dedicamos nuestra vida a la política, debemos luchar por un cambio que le permita a nuestro país salir de la crisis que vive y encontrar soluciones.
La gente está cansada de la discusión sin sentido, de ser el jamón del sanduche sin que ningún bando le ofrezca algún tipo de esperanza, solución o futuro. Los problemas no esperan a la coordinación entre dos grupos en choque o la reconstrucción del tejido democrático.
Las soluciones son el contraste que necesita Venezuela. No la disyuntiva de decirle a la gente cuáles son los problemas que sufren, cuando los viven a diario. La gente quiere soluciones y la política está para dar respuestas a eso que nos afecta a todos. El contraste en lo político lo debemos hacer desde la acción.
Trabajar por el cambio político con principios democráticos, que la gran mayoría de este país pide para 2024 necesita que, entre todos, hagamos las cosas bien, para que llegado el momento, tengamos el aval moral y el país nos acompañe en la búsqueda de un cambio
positivo para todos.
La única forma que tenemos para demostrarle a la gente que las cosas sí pueden hacerse diferente, es profesando con el ejemplo.
Tenemos una responsabilidad enorme con el país, nos toca luchar todos los días y profesar con ejemplos, que siempre valdrá apostar a la política creadora, y esperanzadora que reivindique el esfuerzo de luchar por el país. Apuesto a la participación, apuesto a dar lo mejor de mí, en mis funciones políticas y de gestión, para poder mirar a la cara a la gente y decirles, sigamos adelante, Venezuela lo vale todo.
Por: Rafael Ramírez Colina / Alcalde de Maracaibo – Dirigente de Primero Justicia