domingo, diciembre 22

Un pueblo de Inglaterra se rebela contra un centro para solicitantes de asilo

La serenidad que reina habitualmente en Linton-on-Ouse fue remplazada por la incomprensión. Este pueblo inglés descubrió que el gobierno británico quiere abrir allí un centro para solicitantes de asilo que triplicaría la población local. Y se rebeló contra el proyecto.

Steve, de 43 años, se enteró del plan a mediados de abril mientras paseaba a su perro por la única carretera que atraviesa este pueblo del condado de Yorkshire, en el noreste de Inglaterra. «Unos periodistas me preguntaron qué pensaba de lo que estaba pasando«, explica a la AFP.

Le dijeron que el ejecutivo de Boris Johnson quería abrir un centro para solicitantes de asilo en su pueblo, que según las autoridades locales podría albergar hasta 1.500 hombres.

El proyecto, que sigue un modelo existente en Grecia, forma parte de un plan para reducir las travesías ilegales del Canal de la Mancha, que no dejan de aumentar pesar a las promesas del gobierno de controlar la inmigración tras el Brexit.

Según el ministerio británico del Interior, dicho centro, en una antigua base militar, «ayudará al gobierno a poner fin a su dependencia de los hoteles» en los que viven decenas de miles de solicitantes de asilo y «que cuestan al contribuyente 4,7 millones de libras al día«, es decir, 5,8 millones de dólares.

«Pero 1.500 personas en un pueblo de 700 habitantes… Hay un problema de proporción«, exclama Olga Matthias, otra residente.

«Todos pierden»

Aunque están a favor de acoger a los refugiados en su pueblo, Steve y Olga no entienden cómo el ministerio del Interior ha podido elegir Linton-on-Ouse para un proyecto de esta envergadura.

«No hay nada que hacer aquí«, dice Matthias, mientras observa la calle desierta, bordeada de jardines inmaculadamente cuidados.

El único pub hace tiempo que cerró y la única tienda de comestibles vende poco más que periódicos. Hay autobuses que circulan cuatro veces al día hasta York, una gran ciudad situada a unos 15 kilómetros, pero el coste de un billete de ida y vuelta (6,50 libras) supera la asignación diaria (5,66 libras) que se da a los solicitantes de asilo.

«Es una situación en la que todos pierden«, dice Steve. «Tienen derecho a una vida tranquila, sobre todo después de huir de los países de los que proceden. ¿Pero cómo se puede trabajar por la integración así?«, se pregunta.

En su opinión, Linton-on-Ouse no dispone de las infraestructuras necesarias para hacer frente a una triplicación de su población. ¿La red de alcantarillado? Ya está fallando. ¿Internet de alta velocidad? Inexistente, al igual que la presencia policial.

«En términos de seguridad, 1.500 hombres más es una idea que intimida«, considera Mya Aston, de 19 años. Otro residente se muestra preocupado por una posible pérdida en el valor de su casa.

Enfadados por no haber sido consultados, los habitantes del pueblo intentan detener el proyecto, antes de la llegada de los primeros solicitantes de asilo.

El diputado local, el conservador Kevin Hollinrake, dice que está considerando emprender acciones legales.

«Terrible fiasco»

«Nadie quiere este proyecto. Ni la extrema derecha, ni los lugareños, ni las organizaciones de refugiados. Sólo el ministerio del Interior quiere abrir este centro«, dice Nicola David, de Ripon City of Sanctuary, una organización local de ayuda a los refugiados.

Aunque el debate de las últimas semanas en el Reino Unido se ha centrado en el controvertido plan de enviar a algunos solicitantes de asilo a Ruanda, afirma que el caso de Linton-on-Ouse es mucho más problemático.

Lo de «Ruanda fue impactante. Pero al final afectará a muy pocas personas (unas 200 este año, según los cálculos de la oenegé Refugee Council, ndlr) y hay muchas posibilidades de que el proyecto no se lleve a cabo«, afirma.

Lo de Linton-on-Ouse «está ocurriendo de verdad, aquí y ahora«, afirma David, preocupada por las condiciones de alojamiento previstas, sobre todo porque el gobierno sigue sin aclarar cómo se gestionará el centro.

Cita el ejemplo del cuartel militar de Napier, cerca de la costa del Canal de la Mancha, que se utiliza desde 2020 para acoger a solicitantes de asilo y que desde entonces ha sido criticado por sus míseras condiciones de vida.

«Hacen cualquier cosa y luego se disculpan y abrimos investigaciones que cuestan una fortuna. ¿Y creen que pueden dirigir un centro para 1.500 personas?«, ironiza David.

«¿Qué garantías tenemos de que Linton-on-Ouse no va a ser un terrible fiasco? «Y si lo es, ¿qué hacemos?«, se pregunta.

Por: Agencia