Aunque la puesta en funcionamiento, desde el pasado 19 de mayo, de dos estaciones de servicio (Lago Pista y La Estrella) por 24 horas no tuvo aviso oficial, la decisión empezó a generar cambios en el suministro de combustible, que para finales de abril y principios de mayo se volvió un «caos», según denuncias de los usuarios, y hasta Fedecámaras-Zulia emitió un comunicado en el que señalaban que el sector productivo de la entidad estaba «en un punto crítico” por la falta de combustible.
Transcurridos unos días, también se conoció de manera extraoficial que se sumaba a la modalidad de 24 horas la estación de servicio Paraíso, mejor conocida como Los Almendros, ubicada en 5 de Julio, y así otras cinco estaciones también trabajan de día y noche bajo la tutela de la empresa Full Gas.
Durante la primera semana la situación era confusa. Los usuarios temerosos seguían haciendo colas kilométricas, especialmente en Lago Pista por ser una de las estaciones de servicio más grandes que existen en Maracaibo, pero todo empezó a cambiar poco a poco, aún más cuando se conoció, el domingo 22 de mayo, que otras 18 bombas de Maracaibo, que ofrecían combustible subsidiado, pasaron a la modalidad de dolarizadas.
En un recorrido realizado por Foco Informativo por estaciones de la ciudad se observó que solo se exigía la numeración de placa por día y se podía surtir los litros correspondientes por vehículo.
Ayer, Lago Pista funcionó sin las habituales colas que ya era costumbre ver en la Circunvalación 1. En la estación de servicio El Carmen, en Delicias, las islas del surtido se encontraban desoladas y los bomberos esperando la visita de los compradores.
El mismo panorama de Lago Pista y El Carmen se vio en la estación de servicio Cosmopólita, ubicada en Veritas. Allí vehículo que llegue es marcado por uno de los militares a cargo de la bomba y pasa inmediatamente a cualquiera de las islas que se encuentre desocupada.
Uno de los bomberos de la Cosmopólita comentó que la «facilidad» para el surtido de combustible tiene al menos una semana. Aunque una de sus compañeras le insistía que era más el tiempo, el joven que llevaba tapabocas y el uniforme de PDVSA mientras sacaba una paca de dolares de su bolsillo para dar un vuelto aseguró: «esto lleva así tranquilo una semana».
Qué dicen los compradores
Daniel Villalobos, mototaxista de la línea que presta servicio en Core-3, relató a Foco Informativo que lleva “varios días” surtiendo con facilidad. “En la bomba del 18 de octubre donde siempre echamos los mototaxis ya compramos a dólares y los bomberos hasta nos llaman para preguntarnos si vamos a echar”, comentó.
Villalobos confiesa que llenando el tanque de su motocicleta sin problemas puede “trabajar mejor”, porque al comprar el combustible en el mercado negro “aumentaba el costo de las carreras y los clientes ya no se querían montar”.
Andrea Contreras, una joven vendedora, al ser consultada en una de las estaciones cómo observaba la situación expresó que “sí se notaba un cambio”.
“Tardé cinco minutos en llenar el tanque de mi carro. Ahora solo hay que estar pendiente del día en el que te toca la placa y llegas a cualquiera de las bombas que esté abierta”.
Dice que comprar el combustible a 0.50 centavos de dólar le resulta más rentable ya que, yendo al mercado negro “gastaba el doble”, y por su trabajo que es el de visitar diversos locales de la ciudad para vender “dejaba todo el sueldo en pura gasolina”.
El mercado negro
Mientras en las estaciones de servicio los bomberos ahora esperan por la llegada de clientes, en los puntos clandestinos de venta de combustible, en el norte de la ciudad, la situación está “pelúa”, es la palabra que utilizó uno de los vendedores cuando Foco Informativo llegó a preguntarle en cuánto vendía los cinco litros.
“Aquí yo te dejo los cinco litros en cuatro dólares, pero no la tengo me avisáis si vas a comprar para irla a buscar, porque no estamos comprando mucho ya no están viniendo muchos clientes”, precisó el hombre de un poco más de 30 años.
Apuntó que se puede encontrar hasta en tres dólares, “pero está ligada”, aclara.
Por: María Gabriela Villalobos / Fotos: Lizaura Noriega