Somos muchos los que hablamos de los problemas de la contaminación. Muchos los que nos espantamos con las sequías y las dificultades con la escasez del agua.
Las metas del sistema de Naciones Unidas con relación a la disminución de emisiones de gases con efecto invernadero, la disminución de los glaciales, el aumento del nivel del mar son preocupantes, espantosas las consecuencias previsibles a causa de las emisiones de los motores de combustión que se alimentan con derivados del petróleo, gas o carbón, para generar energía.
En las manos nuestras está un simple y sencillo aporte, aun cuando sea un granito de arena, nos vigoriza, nos contacta con el medio ambiente, nos permite respirar el aire a plenitud, al tiempo que ayudamos a disminuir la contaminación: la bicicleta y usar las piernas, caminar para desplazarnos en espacios que nos sea permitido.
Con el fin del disfrute fue que implementamos la ciclo vía en la avenida el Milagro de Maracaibo. Una iniciativa que extendimos fuera de los límites de la ciudad y en diversos espacios en el interior del estado.
Hace unos meses pasamos por Maracaibo y descubrimos con alegría que la ciclovía del Zulia, no sólo se había mantenido, sino que por iniciativa de las gerencias de gobierno local y regional se había extendido por Bella Vista y el centro de la ciudad. Bueno para nuestro pueblo y para quienes ya militan en esta línea de los ejercicios aeróbicos, al menos los fines de semana.
Aquí en México, hemos visto esa costumbre sana, multiplicándose por diversas localidades. Uno de los lugares preciosos para este ejercicio, es la vía del viejo tren, de Ciudad de México a Cuernavaca.
Asfaltada y encementada en unos largos trayectos, permite un desplazamiento por paisajes que son preciosos, al tiempo que preserva la vía del tren que siempre es una esperanza de transporte económico y útil para nuestra gente.
Piensa uno si pudiera preservarse así lo que se pueda del tren del encanto, o del ferrocarril del Táchira. Sólo sueños que se vienen cuando uno lleva por cada lugar lo suyo en el corazón.
Días pasados intentamos una ciclovía en Hidalgo, en Actopan, invitados por la presidenta municipal y su equipo, en la vía hacia la reserva de los Pumas, la altura y la empinada cuesta nos obligó a caminar y empujar la bicicleta.
En Caracas, lo hemos visto en los Próceres y la Cota Mil. Dios quiera pueda reproducirse esta buena costumbre, que además contacta a los políticos con el pueblo amante del aire y la naturaleza.
Que cada vez caminemos más, que podemos andar más en bicicleta y pongamos ese pequeño aporte, saludable para nosotros y para nuestro planeta. Caminar y desplazarnos en bicicleta.
Por Francisco Arias Cárdenas