Los agricultores franceses empezaron a avanzar hacia París este lunes, amenazando con cortar las principales autopistas e imponer un «cerco» a la capital, para denunciar su situación económica, en un pulso cada vez más tenso con el gobierno.
Las autoridades, que hasta ahora evitaron frenar las protestas iniciadas hace 11 días, movilizaron 15.000 policías y gendarmes para evitar el bloqueo de los aeropuertos e infraestructuras clave de la región parisina.
Respondiendo al llamado del sindicato Coordinación Rural, unos 30 tractores salieron en la mañana de Agen (suroeste) rumbo al mercado mayorista de Rungis, uno de los más grandes del mundo y que abastece la capital de productos agrícolas.
«No somos bandidos. Solo queremos respuestas, porque este es nuestro último convoy, nuestra última lucha por los agricultores (…) Es una cuestión de supervivencia«, dijo a AFP Karine Duc, miembro de este influyente sindicato, el segundo del país.
Los agricultores denuncian la caída de los ingresos, las bajas pensiones, la complejidad administrativa, la inflación de las normas ambientales y la competencia extranjera, especialmente el acuerdo negociado entre la Unión Europea y los países del Mercosur.
El viernes, el primer ministro, Gabriel Attal, anunció una serie de medidas, como suprimir el aumento de la tasa del diésel de uso no agrícola o ayudas a sectores en crisis, pero el sector las consideró insuficientes.
El sindicato agropecuario mayoritario, FNSEA, y sus aliados de los Jóvenes Agricultores llamaron a un «cerco de la capital por una duración ilimitada» a partir de las 14H00 (13H00 GMT), que prevé el bloqueo de las principales rutas de acceso.
«Aumentamos la presión porque nos hemos dado cuenta de que, cuando se está lejos de París, el mensaje no llega«, aseguró en la radio RTL el líder de la FNSEA, Arnaud Rousseau, quien agregó que tiene «prevista» una reunión con Attal este lunes.
«Problemas de costes»
El sector agropecuario es culturalmente importante en la séptima economía mundial, aunque su peso en el PIB retrocedió fuertemente desde el 18,1 % en 1949, en el período de reconstrucción posterior a la Segunda Guerra Mundial, al 2,1 % en 2022, según datos oficiales.
Los agricultores han recibido muestras de apoyo en los últimos días. A primera hora del lunes, la oenegé Greenpeace desplegó una pancarta en el puente de la Concordia de París con el lema: «Apoyo a los agricultores. Stop a los acuerdos de libre comercio«.
El acuerdo comercial negociado desde 1999 entre la Unión Europea y el Mercosur está en el punto de mira en Francia. Aunque Attal aseguró el viernes que no darían el visto bueno a su firma, la presión se mantiene.
El eurodiputado ultraderechista Jordan Bardella llamó al presidente Emmanuel Macron a defender ante la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a los agricultores franceses frente a los «automóviles alemanes» en esta negociación.
Aunque la exigencia de flexibilizar las normas ambientales europeas, como un menor uso de pesticidas, no es compartida por todos los sindicatos, una mejor remuneración y poner fin a las importaciones son reclamos globales, no sólo en Francia.
«No es un problema de precios. Esto es un problema de costes [de producción] que nos llevan a la ruina«, dijo en la radio española Cope el líder del sindicato agrícola Asaja, Pedro Barato, avanzando protestas en España a partir de la próxima semana.
La ira agraria se ha hecho oír en varios países de la UE como Alemania, Polonia y Rumanía. El domingo, agricultores belgas a bordo de tractores bloquearon una importante autopista pidiendo cambios en la Política Agrícola Común (PAC) europea.
Por: Agencia