En su informe, la Cruz Roja habla del «muro invisible» que se interpone en el camino de los migrantes que buscan protegerse de la pandemia. Es el caso de Grecia, donde 50.000 personas sin número de seguridad social no tienen acceso a la vacunación.
También es el caso de Polonia y la República Dominicana, donde las vacunas están reservadas a los residentes. Pero incluso en los países que han abierto sus programas, existen otras barreras de tipo materiales.
«Vivimos en un mundo cada vez más digital, en el que incluso pedir una cita con el médico se hace ya por Internet”, dice Tiziana Bonzon, responsable de migraciones de la Federación Internacional de la Cruz Roja. “Cuando sólo tienes dinero para pagar la comida, no necesariamente tienes acceso a Internet y no puedes permitirte acudir a esas citas. Se complica”.
El estudio de la Cruz Roja muestra que en Estados Unidos y Gran Bretaña, los inmigrantes que podrían vacunarse no lo hacen por miedo a ser registrados por las autoridades y deportados.
Pero hay contraejemplos como es el caso de Colombia que ha decidido incluir a casi 2 millones de refugiados venezolanos en su programa de vacunación. Y en Jordania, las autoridades ya han entregado las primeras dosis de vacunas a los campos de refugiados sirios, aunque el país aún no ha conseguido suficientes dosis para cubrir a toda su población.
Por Agencia