Un trabajo que regularmente hacen los hombres. Una labor que puede ameritar fuerza, pero al conocer a Jhoselyn González y Deisybeth Jaramillo queda demostrado que las mujeres son del tamaño del reto que se les presenta, y que no existen limitaciones cuando hay ganas. Al pasar por la avenida 15J frente a los edificios de La California, en la parroquia Juana de Ávila, de Maracaibo, hay una cauchera, en ese lugar trabajan dos mujeres, una de 31 años y otra de 20.
En conversación con Foco Informativo, Jhoselyn contó que está muy orgullosa de su trabajo. Cambiar un caucho para ella es «muy fácil».
Desde la llegada de la pandemia, Jhoselyn, que es madre de una niña de 3 años quedó desempleada, y una de las oportunidades que tuvo fue trabajar en esta cauchera. «Al comenzar no sabía nada, no tenía ningún tipo de conocimiento de cómo se cambiaba un caucho. Mis compañeros me empezaron a explicar y fui aprendiendo», relató al preguntársele cuándo decidió dedicarse a la reparación y cambio de cauchos.
Entre sonrisas, relata que tiene muchos clientes y que estos le hacen saber que la admiran, «al verme trabajar se enorgullecen. Hay otros que se asombran». No hay duda que a ella la define la palabra risiliencia.
Para Jhosely, luego de dos años dedicada a un trabajo dominado por los hombres, ahora solo ve un poco complicado cuando le toca cambiar un caucho de camión, porque pesan más. Pero no se rinde. «Uno viendo siempre aprende, he intentado y lo he manejado», explica la mujer de cabello negro y rasgos indígenas.
Antes de ser ‘cauchera’ era vendedora en tiendas y almacenes. En este trabajo consiguió una solución que ahora le permite llevar dinero diario a su hogar. «Aquí, en dos días me gano lo que pagan en una semana en cualquier otro trabajo».
Como anécdota señala que en varias ocasiones sus clientas le han tomado fotos para montarla en Instagram, «porque dice que nunca habían visto una mujer cauchera».
Para sus estudios
Deisybeth Jaramillo es joven. Tiene 20 años. Dice que todavía está en aprendizaje en la reparación y cambio de cauchos. Es una joven delgada, muy sonriente. Usa una gorra en la que se deja ver su cabello rizado. Ayuda a su familia con lo que gana trabajando de cauchera.
Agradece la oportunidad que le dio su jefe para aprender esta nueva labor con la que cubre gastos en su hogar y en la universidad, ya que cursa la carrera de Administración y Aduana.
«Mi familia, mis amigos y compañeros por mi casa me dicen que están muy orgullosos, porque ver a una mujer trabajando en esto no es común».
La universitaria manifiesta que los clientes a pesar de mostrar «un poco de asombro» igual confía en el trabajo que ella y su compañera realizan, «nunca hemos vistos preferencias. Aquí todos trabajamos por igual».
Jhoselyn y Deisybeth aprendieron las técnicas y se volvieron expertas cuando de reparación y cambios de cauchos se trata. Son un ejemplo de que las mujeres pueden lograr todo lo que se propongan. Coinciden en que el trabajo no tiene limitaciones.
Por: María Gabriela Villalobos / Fotos: Lizaura Noriega