martes, noviembre 5

Insertar a Venezuela en el siglo XXI

Estas elecciones presidenciales del domingo 28 de julio son trascendentales e históricas para el país por una poderosa razón, más allá de los enfrentamientos políticos, es introducir a Venezuela en el siglo XXI y salir del atraso.

Un retroceso en todos los sentidos que ha tenido el país en estos largos 20 años en los servicios públicos como la electricidad, el agua, el gas donde no funcionan o no existen, la ruina del campo y del comercio.

Los inversionistas que crean el trabajo y producen bienes fueron ahuyentados con expropiaciones y persecuciones, los empresarios perdieron todo hace rato, creando una economía débil, enclenque, tambaleante que no logra todavía ni siquiera el mínimo de estabilización, y por supuesto una realidad política y económica compleja.

El siglo XXI encuentra a las naciones hablando de la inteligencia artificial, de la robótica, de la computación cuántica, la generación de células madre, de temas que van más allá de la economía, mientras que en Venezuela la internet es de quinta categoría, sencillamente no funciona y es una de las más lentas del mundo un honor que compartimos con Cuba copiando su modelo.

Es la triste realidad del que fue uno de los países con el índice de crecimiento más importante de américa latina, hoy es un Estado quebrado no del tercer mundo sino del cuarto mundo. Sencillamente se llevó a Venezuela a la ruina.

Culpar a las sanciones del desastre económico y social es el argumento oficial de la estrategia comunicacional del gobierno pero la realidad es que las sanciones se aplicaron a individuos acusados de violación de derechos humanos, corrupción, lavado de dinero y fraude electoral.

Por lo tanto es urgente que Venezuela vuelva a ser el el país próspero, pujante con instituciones sólidas donde la libertad sea su norte.

Las elecciones confrontan por vez primera en mucho tiempo la gran opción de cambiar el actual nefasto gobierno de Nicolás Maduro que representa el atraso, la miseria, la corrupción que ha dilapidado miles de millones de dólares mientras su población muere de mengua en medio de la pobreza, y la otra candidatura la opción de Edmundo González Urrutia acompañado de liderazgo de María Corina Machado que simbolizan la esperanza y el cambio de este estado de cosas por otras que traigan bienestar y prosperidad para los venezolanos.

Estos 20 años de autoritarismo populista de Nicolás Maduro significa que Venezuela esté en estos momentos entre los cuatro países más corruptos del mundo junto con Sudán, Siria y Somalia, según el índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de Transparencia Internacional.

De igual forma Transparencia Venezuela registra que al menos unos 16 mil 960 millones de dólares fueron desfalcados solo en PDVSA, la quinta empresa petrolera más importante del mundo, según los expertos esto equivaldría a tres veces lo necesario para acabar los inhumanos y crónicos problemas eléctricos del país que se reflejan en los duros racionamientos.

Convirtieron en despojos uno de los países más pujantes del mundo. Esto no es poca cosa.

Se ha perdido el pudor en el gobierno cuando ahora se intenta convencer a la gente, con una campaña propagandística burda y poco efectiva, de que “ahora si van a cambiar las cosas” después de dos décadas de poder absoluto y con recursos económicos. Ya a pocos engañan.

Las encuestas serias señalan el triunfo contundente de Edmundo González Urrutia con una ventaja que lo separa del candidato del gobierno de 20 a 30 puntos y evidencia la derrota electoral de Maduro lo que ha activado al gobierno a usar el recurso de la intimidación y el miedo.

Solo le queda al candidato del continuismo un monumental fraude y pocos lo acompañaran en esta aventura.

Es importante no solo ejercer el derecho al voto en cada una de las 30 mil 026 mesas sino también participar activamente en los escrutinios, vigilancia y verificación ciudadana.

Estos son actos públicos en la defensa del voto y ejercer la contraloría y confirmar los resultados.

En medio de estas cuestionadas elecciones con un árbitro electoral parcializado hay que estar atentos y vigilantes.

La gente está resteada y le ha vuelto la esperanza de un cambio que haga nacer un nuevo país insertado en el siglo XXI.

 

Por Ángel Montiel