Inicio con Gilberto Urdaneta Besson una serie de personajes del Zulia, sobre todo, insignes personas que están vivas y que merecen un gran reconocimiento, prácticamente manda al olvido a muchos personajes que en su momento y especialmente en la época democrática dieron una gran contribución a la nación y especialmente a sus respectivos estados.
Y aunque ya he escrito sobre algunos, quiero iniciar esta serie con la finalidad de que se cumpla este objetivo de dar el merecido reconocimiento a estas verdaderas glorias patrias.
Conseguir en estos tiempos un personaje como Gilberto Urdaneta Besson es difícil y a veces pienso que imposible, sobre todo en estas circunstancias tormentosas que vivimos hoy.
Hace 80 años Gilberto Urdaneta, un 18 de octubre de 1945 siendo un niño de apenas de once años se integra a la vida política, y como él lo recuerda, “a partir del cuartelazo del 24 de noviembre de 1948 con el derrocamiento del presidente constitucional Rómulo Gallegos es mi incorporación activa a la política”.
Junto con un grupo de jóvenes idealistas de entonces comenzaban una larga cruzada política que convocaba a provocar un profundo cambio social, político y económico del país.
En sus 92 años de vida que cumple el 2 de octubre, y con una impresionante coherencia además de lucidez y como dice alguien “ su lealtad y honestidad en sus cargos de responsabilidad pública y privada es una de las virtudes que más se destaca”.
Gilberto festejará también 66 años de feliz unión matrimonial en medio de las tribulaciones, aflicciones y pruebas que da el transcurrir de la vida, siempre al lado de su amada esposa María Teresa ejemplo de abnegación, con su delicadeza vigilante de mujer formada en principios cristianos, previsora de todo lo que pueda alegrar la vida a su marido y a sus seis hijos, una gran esposa y madre hoy rodeada de 17 nietos y un bisnieto.
El 2 de octubre próximo, en su aniversario 92, también estará festejando el 18 del mismo mes 80 años de haberse incorporado a la política siguiendo los principios de la doctrina de la iglesia.
Fue movido por la necesidad de hacer carne los valores del humanismo cristiano que no es otra cosa que hacer realidad los cambios para lograr, la “justicia social en una Venezuela mejor”.
Gilberto junto con sacerdotes jesuitas promocionó y apoyó, desde sus inicios, a las escuelas Fe y Alegría que llevan educación de calidad a los niños más pobres como opción preferencial.
Así mismo, acompañó y dio un impulso antes y después a la gran obra de monseñor Gustavo Ocando Yamarte el complejo Niños Cantores del Zulia.
Por lo demás, en la arena política, tomó como un desafío romper con los vicios de lo establecido, desde la dirección política sectaria y personalista que solo buscaba “como sea” las prebendas y el privilegio del poder usando como plataforma al partido social cristiano Copei del Zulia.
Ese equipo del que formaba parte Urdaneta Besson era distinto, y aspiraban una sociedad fundada en los valores de la justicia y de solidaridad con el objetivo de que siempre el partido estuviera centrado en lograr la dignidad plena del ser humano, sin excluir a nadie.
Fue un largo caminar, sin descanso captando y comprometiendo voluntades. Hubo muchas derrotas pero también abundantes éxitos.
Gilberto Urdaneta Besson no se dejó vencer y junto con sus compañeros y el liderazgo del presidente Luis Herrera Campíns, Rafael Andrés Montes de Oca, Rodolfo José Cárdenas, Pedro Pablo Aguilar, Hugo Briseño Salas, Rangel Quintero Castañeda, Humberto Calderón Berti, Iván Darío Parra y muchos tantos se sumaron a esos ideales en los cuales creían. Algunos han fallecido ya, pero han dejado un legado que aún perdura.
Militando todos en la Democracia Cristiana asumieron el compromiso de llevar a cabo la utopía de la justicia social.
Estaban convencidos, como lo están hoy, de que la única forma de gobierno capaz de lograr los cambios era y es la democracia, sin populismos engañosos, igual que rechazaban los regímenes autoritarios, y dictaduras de cualquier signo.
Soy testigo de las luchas de este hombre cuya única riqueza es el compromiso con la gente.
Tuvimos fe y creímos en su mensaje.
Allí está su obra maciza e inamovible que trasciende su vida y el tiempo
Quiero dar testimonio y mi gratitud también, porque es mi deber el rendir este homenaje, que lo hago en nombre propio, del Zulia y de la Democracia Cristiana auténtica y popular.
Quienes quisieron callarlo fracasaron.
Gilberto, como lo llama la gente en la calle está en el corazón y el alma del Zulia al que tanto ama y sirve en medio de las penalidades y las limitaciones.
Gilberto Urdaneta Besson ya está incorporado en el relato de nuestra historia y sigue en la calle peregrinando y allí se mantendra siempre.
Estoy convencido de eso.
¡ Un abrazo Gilberto !
Ángel Montiel