En junio, temporada de lluvia, de florecer, del verdor por todas partes. De ese mes son dos fiestas muy importantes de nuestro pueblo. La de San Juan con sus tambores y alegrías, pero la de San Antonio es un verdadero motivo de celebración.
En el Consejo de Ciruma, en la parroquia San Antonio del municipio Miranda, precisamente, la fiesta del santo tiene una muy especial significación que no disminuye en las dificultades. Los pobladores del Consejo de Ciruma, se dicen a sí mismos habitantes de la ciudad “Jardín del Zulia” y es que realmente fue declarado por el entonces Ministerio del Ambiente en el año 1979, como “Pueblo Jardín del Zulia” debido a la conservación que hacen al árbol de Cabimo (Copaiba).
Cerca de los límites con el estado Falcón, siguiendo la carretera La Williams, se llega a esta comunidad que algunos de los viejos habitantes dicen que nació, con el trabajo laborioso de zulianos y falconianos, amarrada con la fuente que significó el «Ojo de agua del Cardón«.
Verdaderamente es muy rica la vegetación. Frondosos árboles, inmensos cabimos, que se levantan como estirando los brazos de sus ramas a ambos lados de su tronco. Algunos, especialmente los del parque eco turístico «Ojo de agua del Cardón«, de una altura impresionante. Muchas huellas del trabajo de «ordenadores de cabimos«, buscando sacar su savia que es maravillosa para la piel humana y otros usos medicinales.
La fiesta de San Antonio, entre las bellas niñas que son escogidas como reinas de belleza, entre música y bailes, entre celebraciones religiosas, nos permite luego del ruido, caminar despacio por el pueblo y sus alrededores, disfrutando de la naturaleza, y dejando que nuestro espíritu, nuestros pensamientos fluyan confundidos en su savia, para lograr ser verdaderos seres humanos, parte pequeña y pasajera de esta maravilla natural que nos presenta el Consejo de Ciruma. La ciudad jardín del Zulia.
Nunca va a fallarle San Antonio a los que buscan pareja y le piden, sin ponerlo boca abajo, y pagan sus promesas de ser y hacer el bien a los demás seres de la creación. Como lo hacen los cabimos del Consejo, con su sangre, sus hojas de sombra y las múltiples aves que los anidan.
Francisco J. Arias Cárdenas
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