lunes, septiembre 30

Fernando Moncada: “Cuando trabajamos un bonsái se entra en comunión con él”

Lo que le sucedió fue ‘amor a primera vista’, y no se trató precisamente hacia una persona… Un diminuto y sencillo árbol que adornaba la ventana de un hogar llamó su atención, y desde entonces encontró su destino. De eso hace ya más de 40 años, a través de los cuales toda su vida gira en torno al Bonsái.

El zuliano Fernando Moncada narra que él se adentró en ese mundo arbóreo sin ningún tipo de conocimiento, sólo conducido por la curiosidad que le dio al ver convertido un árbol en algo tan pequeño en la casa de un amigo, hecho que lo dejó maravillado. “Ese día fue totalmente diferente en mi vida, llegué a esa casa, mi mirada se fue directa a esa ventana donde dejaba ver un pequeño árbol todo alambrado, y sin pena alguna pregunté: ¿qué es eso?, y mi amigo Tony Romero me dijo “eso amigo es un bonsái”.

“Con la descripción me flechó, me enamoró, ahí no había nada, lo que había era una plantica con unos alambres inclinados hacia un lado; no estaba ni bonita ni agraciada, lo que hizo fue sembrarme esa semilla en ese momento y ‘hasta el sol de hoy’. Él me sembró esa semillita que nunca se salió de mí. Cumplió su cometido sembrándome eso en esa visita. Al otro día cuando llegué a la casa, comencé con las primeras planticas… un Apamate, el segundo fue un Ficus benjamina y el tercero una Uva de Playa; esos fueron mis primeros árboles, mis primeros bonsáis, mis inicios”, recordó.

Refiere que sus inicios fueron totalmente empíricos, no había ninguna literatura acerca del arte del bonsái en Maracaibo, no tenían internet donde documentarse acerca de esa área de la botánica japonesa. Sólo lo acompañaban los conocimientos que había adquirido en un pequeño viverito que era el negocio de la familia dirigido por su padre, el cual cambió de nombre varias veces, pero luego de la partida física de su papá, hoy día se abre sus puertas con el nombre Higurashi, Jardinería Creativa.“Déjeme inspirarme, el bonsái es un arte, por eso se le dice el Arte del Bonsái, hay muchos que lo comienzan como hobby, pero se debe estudiar, estudiar sus principios, su filosofía, sus parámetros. No es solamente el concepto de lo que es el bonsái”, expone.

Explica que su definición tiene su origen en el lenguaje o cultura occidental que divide la palabra bonsái en dos partes (Bon es bandeja, Sai es árbol o paisaje), entonces decimos que es un paisaje o un árbol en una bandeja, pero según este hombre enamorado por la naturaleza, su definición va mucho más allá del pensamiento o la intención con la cual él se inició en este mundo.

“Debemos respetar la parte de la fisiológica del árbol, morfológica, biológica y tenemos que aprender muchísimos de los árboles para no dañarlos, no dañar la especie, porque cuando estamos en este mundo lo hacemos por amor a la naturaleza, no porque me gusta la matica con la formita y ya. Eso va mucho más allá”, señaló.

Un gran regalo

Narró que su padre, Andrés, siempre lo observaba cuando trabaja y, de repente, lo sorprendió una mañana cuando le regaló una Uva de Playa que nació entre las otras plantas de ese pequeño vivero.

“Allí me dijo: ‘toma Fernando para que hagas un bonsái’, era esa Uva de Playa; eso fue el 22 de octubre del 79, tres días después de haberme iniciado en ese arte. Ahí está esa Uva de Playa; hoy día tiene 42 años conmigo. Esa planta, ese gran regalo que recibí de mi padre no tiene precio; yo no estoy dispuesto a salir de esa planta, porque allí está presente él. Allí está vivo mi padre, durante los 365 años de esa gran historia que, cuando me toca regar y llego a la planta, me recuerda a mi padre y él está presente en esa uvita de playa, a lo mejor no es la más bonita, la más agraciada, pero es la que tiene el mayor valor sentimental”, destacó.

Comparte el trabajo en el Vivero con su esposa Omaira Perozo, ella los riega y atiende en la venta. “Somos ella, mi hijo Miguel Ángel y yo; ellos me ayudan con el riego, el resto de la familia no sabe nada de bonsái”, agregó.

En un recorrido por el jardín, Moncada mostró el arbolito de Uva de Playa, acompañado de cinco más de su misma especie, que tienen 28, 35, 37 y 38, y que en total suman 180 años de vida, amor y pasión en una bandeja.

Dice que desde entonces todo lo que llegaba al vivero, él lo quería convertir en bonsái, y se llenó planta, ocupando todo cuanto rinconcito había en el vivero por la falta de espacio. “Realmente no sé ahora cuántas tenía, unas 400 o 500 plantas, a lo mejor hasta 800, perdí la cuenta, no lo sé… entonces ocurría otra cosa, mi papá se ponía bravo porque yo ocupaba un espacio muy grande y yo no las quería vender”.

En el año 2012 nace “Higurashi” Jardinería Creativa, con la idea de montar la escuela, el Club del Bonsái y el vivero, a petición de muchísima gente que le pedía desde hace más de 30 atrás que pusiera un espacio para la venta de bonsáis. Dice que en el fondo no quería venderlos porque pensaba que no iba a funcionar. Nadie pagaría lo que eso costaba, no había el mercado para ese tipo de arte en el Zulia, ni la filosofía para tener un negocio de esa área, como lo tiene actualmente Fernando, en el sector Santa Clara de Maracaibo.

Años después, cuando se reunían en el Club Zuliano de Jardinería de Bonsáis y la Conservación, todo el mundo llevaba sus plantas y tenían que trabajarlas entre dos o tres personas; entonces llegó la pregunta, ¿hasta cuándo seguirían arreglando plantas de gratis?, y es cuando constituye Higurashi Jardinería Creativa, momento cuando empieza con la venta y comercialización de los bonsáis.

El jardín empezó a dar sus frutos muy rápido y no sólo vendía los que él producía, sino que tenía que salir a buscar plantas con alguna forma en especial o suministrarles material a otras personas para que desarrollaran bonsáis y luego traerlos a la venta en el vivero, porque la demanda fue increíble, cuantiosa. “Cuando se vende uno, dos o tres bonsáis lo multiplicamos por años de la planta y eso es valiosísimo”, acota.

Origen del nombre

Acerca del origen del nombre de Higurashi, comenta que hace como 30 atrás leyó en una revista (Selecciones) que había un japonés de nombre Tadeo Suzuki que recolectaba plantas en los años 1920 y 1930 en la montaña y se los vendía a los bonsajistas de la época; en ese entonces recolectó un pino que cuando se lo pusieron a trabajar lo llamaron Higurashi. “Tomé nota, lo escribí, y en uno de los encuentros con un amigo japonés en el centro de Maracaibo, dueño de la Casa Sunaga, por esa atracción que siempre he tenido por la cultura japonesa, le mostré la palabra… Y le pregunté, ‘señor Francisco, mire, qué quiere decir esto (Higurashi) y me preguntó de dónde había sacado esa palabra… de repente me mira y me dice, esto quiere decir algo así como “Vivir cada día…”. A mí se me pararon todos los pelos y dije que el día que tuviese un negocio de bonsáis lo iba a poner Higurashi y fue hasta el 2012 cuando nace Higurashi, Jardinería Creativa.

“Poco después, otro amigo, Antonio Castellano, el creativo que se encargó de armar el logo y la imagen de todo lo del vivero, investigó y me dijo que esa palabra quiere decir también “El paso de las horas”, entonces no entendía una cosa con la otra y seguí investigando, y después de seis o siete años ordené todas esas cosas en una sola palabra para nosotros en el idioma español. La palabra Higurashi quiere decir “Éxtasis”, y hoy día funciona en Venezuela como el único salón o taller de bonsáis o ‘consultorio de plantas’, como yo le digo.

Moncada participó en varios concursos regionales, nacionales e internacionales, siendo galardonado en varias oportunidades. En una oportunidad armó en bonsáis la vía al Laberinto, y la Unión de Ganaderos del Laberinto (UGALAB), le llamó mucho la atención y le hicieron un reconocimiento especial por ese trabajo.

Con mucho orgullo y también con nostalgia se refiere a sus alumnos; dice que su vida es una escuela, por su lado han pasado muchísimos jóvenes brillantes, destacados en ese arte y una de sus mayores satisfacciones es el hecho de hacer de este oficio un arte y el haber ido sembrando esa semilla en muchas personas y generaciones, entre los cuales destaca a uno de los más reconocidos y aventajado, el joven Jarvis Leonar, quien aún se encuentra a su lado.

“Juntos hemos ganado varios premios que le otorgan a los nuevos talentos. Luego emprendimos una nueva cruzada para participar bajo esa misma categoría en México; allí Jarvis obtuvo una excelente participación; no ganó, alcanzó el tercer lugar y luego conocimos que el primer y segundo lugar fueron prácticamente amañados; entonces sentimentalmente Jarvis se ganó su primer lugar. Lo hizo excelentemente. ¡Él es mi pupilo!

El propietario de Higurashi, Jardinería Creativa concluye que en estos tiempos en Venezuela y en el mundo entero, a partir de esta pandemia del COVID-19, “todo se nos multiplica por 100 o por 1000 y yo encontré en este oficio un verdadero escape. Cuando trabajamos un árbol nos desconectamos, se desenchufan los 10 mil problemas que podemos estar pasando, se entra en comunión con el árbol. Se nos olvida la pandemia, la falta de la gasolina, de que no hay luz; es una verdadera catarsis que no tiene precio, especialmente el arte del bonsái que tenemos que dedicarles tanto tiempo”.

A Moncada lo ubicamos bajando el distribuidor Santa Clara de la Circunvalación 1 y en sus redes sociales; Instagram: @fermonca / @higurashi_ve. Facebook: Fernando Moncada /@fermonca /@higurashi Jardineria Creativa. Página web: Higurashibonsai.com

Texto y Fotos: Silvia Barboza