jueves, noviembre 21

¡Entre insultos, persecución, figurones y esperanza!…

«Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena».

Mahatma Gandhi

Solo doce días nos separan del 28 de julio cuando los venezolanos, –millones adentro y muy pocos fuera del país–, decidamos a través del voto darle un rumbo distinto, un viraje, un cambio al destino de esta gran nación que durante los últimos 25 años ha sufrido, padecido y ha retrocedido en el tiempo, alejándonos del camino del progreso, bienestar y de la modernidad de una tierra rica que hoy traduce su tragedia social en los millones que no sufragarán y que han huido a cualquier lugar del mundo, buscando la calidad de vida que le ha estado negada durante un cuarto de siglo.

Casi en la postrimería de la campaña electoral que ha estado caracterizada por el abuso de poder, insultos, amenazas, persecución, detenciones, maldad, egoísmo, celos, decomiso de bienes, saltos de talanquera, frustraciones y, en fin una suerte de sucesos de momentos y hechos muy bien matizados, definen a estas alturas del juego lo que ha de ser el destino de Venezuela en la conducción constitucional del país a cargo de Edmundo González Urrutia o del continuismo de Nicolás Maduro Moros..

Votar por uno u otro es una decisión muy personal de cada elector, futurista, sabia, digamos de vida, pensado en un antes y un después, nada obligada o coaccionada por ninguno de los bandos o parcialidad política. Debe ser lo que deseamos, queremos y esperamos tener como país. Está entre avanzar, cambiar, continuar o perpetuar una realidad que nos toca a diario.

Edmundo González Urrutia, candidato que aglutina a la mayoría unitaria opositora está representado, no por una, sino por tres tarjetas legales y validadas por el CNE. A despecho de quien o quienes han querido por egoísmo, «olvidó», maldad o sectarismo solo promocionar la de Unidad, que identifica la manito, están asimismo disponibles las de UNT y MPV. Es una absurda realidad de la que nadie dice nada. Ha sido un silencio consciente, ordenado, adrede, retaliativo y peligroso.

La invisibilidad decretada contra ambas tarjetas menos mal que no ha sido de un desconocimiento, impunidad o oscuridad total, sino que a través de esos partidos, su dirigencia y militancia, a los que se ha sumado el voluntariado en jornadas de calle, casa a casa y en redes sociales, la gente sabe de otras dos opciones que respaldan a Edmundo González Urrutia. Ojalá no suceda lo que a muchos nos preocupa que no ha respondido el TSJ. En fin, es una actitud chocante de censura que sólo favorece al candidato reeleccionista del gobierno.

En tanto, la figura facial de Nicolás Maduro Moros, es notable, destacada y sobresaliente en trece tarjetas electorales bien ubicadas. Claro de la mayoría oficial en el CNE no podría haberse esperado otra cosa. Los demás aspirantes a Miraflores, sin ninguna posibilidad de éxito, no los perturba en ser identificados en que sólo buscan disgregar el voto unitario, usufructuando y disfrutando el uso de tarjetas expropiadas a legítimas autoridades de AD, COPEI, PJ, VP, Causa R y, en favor del aspirante a la reelección, las del PCV, Tupamaros y PPT, entre otras.

Todo lo cual legitima el proceso de elecciones del 28 de julio que convierte a esta elección presidencial, digamos, en la más expectante en América Latina y el Caribe durante el 2024, después de los comicios en El Salvador, República Dominicana, México, Panamá y en las previstas a realizarse en Uruguay y Estados Unidos, donde Donald Trump, después del intento de magnicidio del viernes último, no debería tener problemas en llegar fácilmente a la Casa Blanca.

Nada edificante, es la verdad, ha sido el ejemplo de la campaña del lado oficialista. La descalificación, desprestigio y el descredito proferido de labios del actual inquilino de Miraflores, también de otros voceros revolucionarios, contra personas, figuras o líderes que piensan y proponen salidas al estado de postración que convirtieron al país, desdice demasiado de lo que debería ser un debate de ideas, sugerencias y soluciones. La conflictividad desde que sale y se oculta el sol nada bueno le ha dejado a los venezolanos.

Un refrán muy nuestro dice que «la culpa no es del ciego, sino de quien le da el garrote» que recalca la responsabilidad de quien permite que se haga un mal, daño o perjuicio a alguien. Eso significa, por ejemplo, que la seguridad social que ha debido garantizar el Estado venezolanos durante 25 años a los «viejos decrépitos» es responsabilidad de ¿quién?.

¿Será de quiénes han conducido a Venezuela o de los cinco millones de viejos decrépitos que sobrevivimos a la crisis con una pensión miserable, pírrica?. Si Edmundo González Urrutia es un «viejo decrépito», según lo dicho por el candidato continuista, entonces millones de «decrépitos» están enalineados con el cambio y expresarán el día de elecciones la estrofa de Reynaldo Armas que dice que lo viejos «están mandando y van pa’ encima/es que los viejos son como la medicina».

Otra cosa no menos importante que ha antecedido esta ligera sinópsis de hechos y momentos de la campaña electoral, no puede obviar lo disonante, extravagante y sorprendente conducta de algunos dirigentes, –distinto a líderes– que en las redes sociales no guardan la mínima compostura.

Nada desprevenidos, –trátese de hombre o mujer–, los vemos sin preocuparse por su propia imagen o por el éxito de la actividad a la que asisten. Poco o nada importa que, detrás o a un lado del candidato Edmundo González Urrutia, practican destrezas de excelente pantalleo, figurones, en el aquí estoy, usandon el móvil, susurrando al oído un brollo fresquesito o no disimulan la cara de regaño, cuando las nuevas tecnologías permiten entrar directo, a color y muy nítido las imágenes de lo que sucede en cualquier sitio.

También que no es nada nuevo el que algún «líder» anteponiendo la salvación de «su patrimonio», que no es lo mismo en su significado ni se escribe igual al del interés colectivo de la «patria», un buen día despierta y anuncia que en consulta madrugadora con su almohada, se vio obligado por el «bien y futuro de los venezolanos» a tomar esta o aquella decisión por la salvación del país. Creanle todo lo contrario de lo que dice o dicen aún cuando el rostro sea todo un poema.

En fin, nuestra condición caribeña seguro tiene que ver mucho en lo que somos en cualquiera de las formas expresivas sin párarle demasiado al que dirán. Eso no debería preocuparnos seguro dirá alguno. Creo lo contrario, pero de verdad lo importante es que el 28 de julio llega en cualquier momento. Ese día es el más importante de esta década cuando los hombres, mujeres, jóvenes, también los «viejos decrépitos» de este gran país, tendremos la mejor oportunidad de decir «Cuenta Conmigo Venezuela.

¡Amanecerá y Veremos».

 

Por José Aranguibel Carrasco/Ilustración: Feyo