Recién leímos nuevamente de la contaminación del Lago de Maracaibo y comentábamos de las vistas de satélites que reiteradamente son publicadas como advertencia ante la necesidad de tomar medidas para controlar los daños a su ecosistema. Pero también oímos hace poco, en boca del Presidente electo de Colombia Gustavo Petro, referirse al mismo lago. Nos anima esta referencia para retomar el tema.
Ello trae a mi memoria las conversaciones de hace algún tiempo con el para entonces Presidente del Instituto para el Control y Conservación de la Cuenca del Lago de Maracaibo (ICLAM), compañero Jorge Pedroza y el Contralmirante Héctor De Abreu, Autoridad Única del Sistema Portuario de la región occidente. Con ambos compartimos experiencias y propuestas donde la recuperación de la vida en el Lago de Maracaibo es fundamental, es la razón más importante de la región, del país y del planeta todo, como ocurre con los ecosistemas terrestres. Todo está conectado en una cadena de efectos.
El Lago de Maracaibo, por sus condiciones, su ubicación y su tamaño marcó la población de sus riberas y la domesticación de espacios naturales que ahora son fundos productivos para las diversas siembras de plátano, de palma aceitera, de pastizales para los rebaños y frutas tropicales en general.
La memoria de los amantes del lago debe movernos. El recuerdo de quienes como Roger Nava, marinero de sus aguas y parte con sus cenizas de ese guardador de tesoros y de vida que es el estuario, para reaccionar y unirnos, para actuar con fuerza. Sensibilizar a todos los ciudadanos de bien de nuestras patrias. El lago es el centro y es la vida para los seres vivos de Colombia La Grande. De Venezuela y de Nueva Granada vienen sus aguas y los detritus de sus habitantes, de la naturaleza.
Darle la cara al lago, sentir con él, como seres vivos y actuando como tales, debemos amarrar la navegación lacustre a esas condiciones originales, las condiciones que creó la madre naturaleza. Los puertos gabarreros, aptos para el traslado de los productos del Sur del Lago, de los estados andinos inclusive en algún momento de nuevo del Oriente Neogranadino.
Sueños obligantes para quienes tenemos como centro el corazón de agua, de la tierra de Rafael Urdaneta y de la luz permanente del “Rayo del Catatumbo”.
Navegar el lago sin apuñalarlo más con la penetración de la cuña salina, producto del dragado. Esto implica replantearse fuera del estuario el Puerto de Maracaibo y los puertos interiores y establecer la zona portuaria, posiblemente en la franja limítrofe Falcón-Zulia, donde el impulso de la industria petrolera debe ser punta de lanza.
Dentro del momento actual, en la recuperación de nuestra economía nacional, el lago y sus espacios circundantes tienen mucho que aportar. Algunos expertos apuntan a que de nuevo puede elevarse su producción de petróleo, a un millón de barriles diarios. Sobre la urgencia de la recuperación petrolera, no dejemos de lado la conservación y la salvación del lago de Maracaibo, reservorio que durante años ha resistido el desarrollo de actividades industriales que atentan contra la preservación. Es necesario que revivamos su historia bonita, como cantó Alí Primera.
Que esta realidad actual y el interés de nuevo, que ha manifestado el Presidente electo de los neogranadinos en navegar sus aguas, sirva para acuerdos de reforestación en las cuencas altas, para mejorar el caudal y manejo de sus afluentes. Que esta nueva oportunidad no se nos pierda y logremos convivir como humanos con el lago de cristal.
Francisco J. Arias Cárdenas
fariascardenas@gmail.com