De la diáspora venezolana por el mundo y sus consecuencias para la familia venezolana se dice mucho, mientras que de su contraparte, el retorno, tal vez es poco lo que se habla. Casi ningún retornado habla de las secuelas que deja ese tiempo que estuvo en el exterior tratando de formar una vida para luego regresar y chocar con la una vida hecha por muchos de los parientes que quedaron atrás.
Así es la historia de Alex Miguel Hernández, un administrador de empresas zuliano, quien hace seis años debido a la situación del país se vio obligado a dejar atrás a una hija de 15 y a su esposa con la que tuvo una relación de 22 años para probar suerte en Perú. Hoy él está de nuevo aquí y la situación es 100 por ciento diferente a la de 2018. Ahora es soltero, su hija tiene 22 años y su manera de ver a Dios es diferente.
“Regresé a Venezuela porque luego de pasar un año con mi hija en Perú, ella me propuso volver para probar suerte en Venezuela. En realidad ella fue la que me trajo de vuelta a mi país”, contó a Foco Informativo este ahora padre soltero, quien asegura que al principio sintió aprehensión porque desde su punto de vista ya tenía una vida hecha en Lima. “Yo le preguntaba qué iba a hacer aquí si ya no estaba casado y, aunque soltero todavía, tenía una vida hecha allá”.
Pero hoy Hernández está en su apartamento, solo con Dios, reconstruyendo de poco su vida con un norte claro, reforzar su relación con su hija Aleacna
El reencuentro
Hernández cuenta que a pesar de que la familia estaba separada, no solamente por la distancia, él mantenía un contacto con su hija por WhatsApp, como muchos otros venezolanos. Ella al tener edad suficiente decidió seguir su ejemplo y marcharse a Colombia, pero las cosas no resultaron como pensaba.
“Hace un año ella me contactó desde Colombia y me preguntó que si podía ir a Perú conmigo. Yo le contesté que sí”. Así pasó. La diferencia resultó ser que Aleacna ya no era la adolescente que había dejado en Maracaibo. Ahora es una mujer hecha y derecha, tenía 21 años y ya había pasado por un proceso migratorio. Ahora estaba de regresó con él.
Mientras el recuerdo del reencuentro viene a su memoria sus ojos se agrandan y dan la impresión de que va a llorar. Pero no pasa, Hernández continúa su relato comentando que ahora adulta con unas costumbres propias de las cuales algunas no eran las mismas que las de él. Así inició un proceso de adaptabilidad para ambos. Ya no era tiempo de sobreprotegerla como antes, si no de guiarla, aconsejarla, siempre respetándole su espacio.
“Además de todo, tras la finalización de mi matrimonio pasé un tiempo soltero. Me encontré con Dios y tuve una pareja. Mi hija la conoció y llevaban bien, pero terminé con ella después porque me di cuenta que teníamos intereses diferentes”, señaló.
Otro asunto con el que Hernández tuvo que lidiar fue con el tema del “novio”, del cual admitió que antes pudo celarla, pero gracias a sus preceptos cristianos, ahora no.
“Pero igual estoy pendiente de ella. Había un muchacho que no estaba por los mejores caminos y me tocó hablar con ella. Gracias a Dios me escuchó y terminó la relación”, destacó.
Reconstrucción de una vida a lo criollo
Una vez que regresó a su tierra, Maracaibo, Hernández admite que el choque fue duro no solo en lo cultural, sino en lo familiar y en lo cotidiano. Encontró que una parte del negocio que su padre construyó, una estación de servicio, ya no era de él. El apartamento donde vivía, también legado de su progenitor, estaba en planes de venta y la madre de su hija ya reconstruyó su vida.
“Pensaba qué iba a pasar cuando viera de nuevo a la madre de mi hija. Gracias Dios nada pasó y todo va bien”, comentó a este medio. Añadió que tiene claro que es lo que no quiere y es ser el sujeto al otro lado de la pantalla o un papá por WhatsApp. Lo que si quiere es estar en la órbita de su hija y que ella esté en la de él por ello reconstruye su vida en la capital zuliana un paso a la vez.
“Lo que me queda es seguir criando a mi hija. Un padre siempre debe darle consejos a sus hijos para que no pasen dificultades o experiencias malas y ayudarla en lo que más pueda. Me siento orgulloso de tener una hija tan chévere, sabia, porque es una persona muy madura a pesar de su edad, y todo esto que ha pasado a ella le ha enseñado mucho. Yo quiero que no cometa mis mismo errores”, puntualizó Hernández quien pasará este domingo, Día de los Padres, junto a su hija en la tierra que vio a ambos nacer.
Por: José Manuel Sánchez / Foto: Cortesía