viernes, noviembre 8

Ahora o nunca…

“Cuando pierdas no digas nada. Y cuando ganes di aún menos. Se humilde en tus victorias y elegante en tus derrotas. Que hablen los demás.”

Ignacio Novo Bueno

Encontrarnos entre la espada y la pared diría que no es el mejor momento que tenemos los venezolanos cuando apenas restan cuatro días para que culmine el lapso que otorga el CNE para el cambio definitivo de candidatos en el tarjetón electoral, sin verse aún luz al final del túnel. Ello preocupa, inquieta y enciende las alarmas mientras el gobierno chavista goza y frota sus manos, esperanzado que en la oposición sigan en desacuerdo, distrayéndose y no anuncien en quien recaerá la candidatura unitaria a Miraflores que le ponga punto final a 25 años de destrucción del país.

Es una situación en verdad de extremo peligro que lleva al desasosiego, intranquilidad y a estresar a los venezolanos que exigen a la dirigencia opositora definir cuanto antes el escenario electoral, cuando existe una verdad inocultable por parte del oficialismo, traducida en carecer de piso político, huérfanos de apoyo, cuya significación escribiendo en lenguaje sencillo, coloquial, significa que no tienen pueblo.

Más del 80 por ciento de hombres, mujeres, jóvenes y gente de la tercera edad del país desea un cambio de gobierno. Estamos cansados, molestos, fastidiados y abrumados de tantos problemas que han crecido como la espuma. Ahora bien, diría, que no sólo es soplar y hacer botellas. El recorrido después de las Primarias de 2023 que abrumadoramente ganó María Corina Machado no ha sido fácil, sencillo, cuando sabemos que desde Miraflores no iban a quedarse de brazos cruzados, paralizados, dormidos o sólo mirando.

Procedieron a ejecutar acciones «legales» buscando excluir, descartar y eliminar a la ganadora de las Primarias cuando ratificaron a inicios de 2024 su inhabilitación política, con lo cual le cobraron y pasaron factura. Es decir se la tenían jurada. No perdonaron una sola letra de su discurso amenazante y desafiante que terminó, hemos visto, llevándose también por delante a quien la suplantaría en las presidenciales del 28 de julio.

Así tenemos que llegamos al lapso de inscripción de candidatos pautado por el CNE, entre el 21 y 25 de marzo reciente, al que hoy concurren 13 postulados. Uno de ellos es el que aspira al continuismo en Miraflores. Horas largas y muy tensas recordamos esos cercanos momentos.

En medio del forcejeo de propuestas verbales y sacando la artillería legal para lograr pasar algún nombre de un corredor que pudiera atravesar el terreno de juego, que una mayoría oficialista del CNE dinamitó en todos sus extremos, cual árbitro con cara de pocos amigos, decidió además de confiscar las reglas, apropiarse del bate, pelota y guantes. Varios fueron los jugadores que lo intentaron, pero quedaron expulsados y devueltos al «dugout».

Sabemos que tenemos un juego que apenas comienza, pero seguros que en la selección del candidato unitario para la final de un encuentro de buen béisbol, ya la boletería está vendida desde hace meses, en ese más del 80 por ciento de electores que quieren un cambio de gobierno. Es la fanaticada que desbordará los centros de votación el 28 de julio.

Un juego quizá lleno de tropiezos, obstáculos y sin sabores que, sin embargo, no desanima a nadie a pesar de las maldades que promueve el «árbitro» electoral en favor del otro equipo. No obstante, preocupa la indefinición hasta ahora en la designación del candidato a cuatro días que termine el plazo «legal». Sabemos el peligro de las agujas del reloj electoral que no detienen su marcha. Avanzan y siguen su curso cada día.

Existe, es palpable y distinto a otras veces. Está vivo, latente. Hay un clamor de un país dispuesto a ganar. Es ahora o nunca. Por eso la historia, aún caliente, está cercana en la noche del 25 de marzo durante palabreos, discusiones, análisis y propuestas, entre la dirigencia de la Plataforma Unitaria Democrática, PUD, que no llegaba a atinar un candidato que sustituyera a Corina Yoris. Los propuestos que fueron asomados o presentados, el filtro del CNE se encargó de rechazarlos y batearlos.

El tiempo seguía diluyéndose como el agua entre las manos, pero una jugada de último momento permitió que la barrera del CNE permitiera la inscripción del gobernador del Zulia, Manuel Rosales y la tarjeta de UNT. Ello enerbó, entre gustos y colores, ánimos, actitudes, temple y el talante de algunos que llegaron a al modo de transfiguración en su expresión facial de «demócratas».

Más recientemente, uno de ellos, Andrés Velásquez, ha tenido la descortesía de decir que Rosales «no anima a nadie a votar» teniendo una valoración de ceguera y enanismo mental que la colega Luisa González, desde la tierra del Gran Mariscal de Ayacucho, bien define cuando es propia y proviene de un ser «resabiado, embustero, envidioso y payaso. El si juega a la abstención, porque lo ahoga el rencor».

Obviamente la osadía del dirigente zuliano tendría de respuesta ser fustigado y reprochado. No menos desconsiderados o entendidos que saben que en política hay una regla muy cierta, aquí o en cualquier país del mundo, que expresa que si no la haces te la hacen.

La jugada de Rosales despertó, dentro y fuera del país, a los demonios del teclado en las redes sociales cuando, viejos y nuevos críticos furibundos, otros mercenarios de la pluma y operadores políticos de oficio, descargaron en su contra una conducta del ego reprimido, creyéndose supremos jueces, limpios, inmaculados, pulcros e impolutos, dueños de la verdad que asumieron desde esa noche el estilo de vengadores de comiquitas en la que más bien emergió su intolerancia y deseos de notoriedad escondida.

Su actuación es algo así en creerse máximos tribunos. Especie de remedo de Némesis, diosa griega de la justicia retributiva, la solidaridad, la venganza, el equilibrio y la fortuna. Son los mismos que han creado la matriz de opinión, especialmente fuera del estado Zulia, que el fundador de UNT ha ascendido en su vida política, los últimos 25 años, a la sombra del chavismo o que sus victorias son parte de concesiones, migajas y burusas, oficialistas y no de la soberana decisión y voluntad del pueblo del estado Zulia expresada en votos.

Estoy convencido que más allá del reproche del que Rosales sabía que recibiría, creo que en muchos de sus críticos ha emergido el pecado de la «envidia», traducida en ser un sentimiento o estado mental de no poseer lo que otros tienen, digamos, un deseo de algo que no se posee.​ En su caso un buen entendedor sabe que olfato, sagacidad, inteligencia, astucia y cautela son valiosos atributos del momento político. ¿Acaso no lo han practicado o practican otros políticos en Venezuela y el mundo?.

Su actuación puede medirse en los éxitos que ha tenido electoralmente cuando ha derrotado al chavismo. Su papel en enfrentar a Chávez Frías en 2006 a lo mejor la historia aún no lo reconoce, pero a él y a su empeño de rescatar la ruta electoral y el valor del voto en ese momento, permitiría años después a la oposición ganar espacios políticos en la Asamblea Nacional, gobernaciones y alcaldías.

Sus críticos y adversarios, en la oposición o fuera de ella, no han desaprovechado la actual circunstancia para descargar un deseo de éxito que tienen reprimido. En todo caso su proceder del 25 de marzo no permitió que quedara cerrada la puerta de la participación en las presidenciales del 28 de julio. La tarjeta de UNT y otras que lograron pasar son desde ese día patrimonio de los venezolanos.

Rosales lo ha dicho claramente en estar dispuesto a apartarse, echarse a un lado, permitiendo que la candidatura unitaria salga del consenso, discusión y del diálogo entre María Corina Machado y la Plataforma Unitaria Democrática, PUD. Lo que dijo en el programa de Vladimir Villegas no tuvo desperdicio cuando aseguró que «les pongo las tarjetas con un lacito en la mesa y que ellos decidan lo que van a hacer. Yo estoy muy tranquilo en el Zulia».

No haber dado el paso de esa noche, seguramente los mismos adversarios lo habrían calificado de traidor, cobarde, vendido y hasta habrían barrido el piso con él, por no haber hecho nada por salvar la candidatura opositora. Demás está decir que estos días antes que llegue el domingo son definitivos. La decisión de la mejor salida que concluya en un candidato unitario será lo serio, inteligente y sensato.

Somos un país, donde su gente sigue confiada, expectante, atenta, pendiente, interesada y deseosa de votar, ganar y construir un cambio que puede lograrse. Es lo mejor. Olvidemosnos de sorpresas, fechas imaginarias, mesianismo o creer en falsas esperanzas. ¡Amanecerá y Veremos!.

José Aranguibel Carrasco/Ilustración: Feyo