«Los malos gobernantes son elegidos por buenos
ciudadanos que no votan”.
George Jean Nathan
Cuando nos toca quejarnos a diario porque los apagones nos tienen locos, que los demás servicios no funcionan, no sirven o que los «cobres» no alcanzan ni para ir al mercado, no olvidemos de quien es la culpa, la responsabilidad. No seamos obcecados ni busquemos otro camino que después nos pese cuando somos víctimas de la peor crisis social de nuestra historia republicana. Esa verdad tiene en nosotros mismos el remedio votando masivamente el 28 de julio.
No cometamos la torpeza de anteriores oportunidades cuando la desunión, división y el desacuerdo nos ha enervado el ánimo decidiendo abstenernos y sirviendo en bandeja de plata un nuevo chance a quienes han sido los verdugos de Venezuela. Así o más fácil de explicar no creo que nadie lo debería pensar, pero sabemos que alguna verdad tiene la frase que «en la viña del Señor hay de todo».
Es cierto, tenemos demasiadas experiencias en el país cuando botamos el juego, digo botamos, porque no es una responsabilidad única o exclusiva de quienes han hecho de la actividad política su forma de vida. Su proceder sea bueno, regular o malo debe recordarnos que cualquier decisión siempre terminamos pagándola millones de ciudadanos. El último episodio absurdo de esa conducta sucedió en 2018 en la oportunidad que una mayoría opositora llamó a no votar y eso terminó por traernos adonde estamos hoy.
En ese lapso más de ocho millones de venezolanos han huido a otros destinos del mundo buscando una mejor calidad de vida. No niego tener temor. Seguramente millones de ciudadanos tampoco lo oculten, cuando observamos en alguna vocería opositora cierta intención que en algunas mentes «pensantes» ese ejercicio les ha comenzado a rondar en sus cabezas. Quizá sea una aprehensión de mi parte. Ojalá y esté equivocado.
En todo caso sería una posibilidad irresponsable, inexcusable e imperdonable. Tenemos un escenario difícil, pero no imposible de manejar que contribuya a ayudar a que algo se realice o tenga lugar, si y solo si la ganadora de las Primarias de 2023, María Corina Machado y las organizaciones políticas de la Plataforma Unitaria Democrática, no dejen de armonizar, conversar, dialogar, discutir, analizar, debatir y negociar la mejor propuesta para enfrentar a la pretensión continuista de Miraflores.
No olvidemos que el gobierno juega duro. No está amarrado de manos ni tampoco es mocho, sino que tensa la cuerda a su favor usando los poderes del Estado tratando de sacar ventaja, creando escenarios que separen, distancien y lleven a que el caudal del descontento social superior al 80 por ciento de los venezolanos termine por disolverse. Está nervioso, asustado y temeroso.
Sabe que una candidatura única opositora que salga de la PUD, donde converjan la fuerza y la experiencia, aglutinará el voto del venezolano como un caudal de agua de un río crecido que inundará los centros de votación el cercano 28 de julio. Por tener los pies sobre tierra firme soy de quienes cree, además que estoy convencido, que el gobierno de Nicolás Maduro no levantará contra cualquier pronóstico el veto que le tiene a María Corina Machado y le pasará factura a cualquier iniciativa que provenga de ella.
Caso de la destacada universitaria Corina Yoris. La máxima dirigente de Vente Venezuela es, sin lugar a dudas, la gran electora que puede ayudar a provocar el cambio político que anhelamos los venezolanos expectantes, deseosos e interesados por salir de la peor pesadilla política que nos cambió la vida, no precisamente, mostrando mejores resultados a los que el chavismo tanto uso como gancho electoral cuando despotricó, criticó y satanizó a la llamada IV República.
Debemos estar claros, conscientes y saber que continuar alimentando una falsa emoción, idea y esperanza que ella o su tocaya puedan encabezar como candidatas el desalojo de Maduro de Miraflores, es no entender una realidad que aunque no nos guste o desagrade, no podrán gringos, noruegos u otros europeos convencer al chavismo, logrando modificar en la mente de los «revolucionarios» permitir la habilitación de María Corina Machado o que Corina Yoris ocupe ese espacio.
Es una verdad del tamaño de una catedral y no podemos caernos a engaños. El gobierno está ganado para seguir el ejemplo cubano y nicaragüense donde precisamente no existe un paraíso de libertades democráticas. Me remito a la respuesta clara, directa y no negociable que Jorge Rodríguez ha sostenido cuando a las críticas de Petro, Boric, Mujicao Lula les ha insinuado que sus opiniones se las metan por donde no les llega el Sol.
La realidad es una. No tenemos otra ni podemos inventar una que nos agrade mas. Tratamos con un gobierno que adecúa su interés a supervivir a como de lugar. La diferencia es que no tiene pueblo, ni votos para garantizarse un triunfo seguro. Por eso inhabilitar, dividir, paralizar y poner a pelear a la oposición son sus únicas cartas. No votar favorece solo la aspiración del gobierno.
De allí que si no entendemos que con el concurso de María Corina Machado y la candidatura del Gobernador del Zulia o en su defecto otra a la que Rosales Guerrero ha dicho estar dispuesto a ceder, apartándose, haciéndose a un lado, es donde está el principio del fin de la pesadilla que lleva 25 años gobernando a Venezuela.
Rosales Guerrero en su decisión sabía que iba a desatar la furia desmedida de adversarios y enemigos seniles y nuevos que hemos visto en las redes sociales. Ciertamente los demonios de la envidia, odio, animadversión y rencor han aflorado cual vísceras descompuestas y putrefactas de una conducta muy propia, característica, en gente que sufre de enanismo mental.
Es una forma deplorable de hacer política. Le critican, acusan y señalan de entenderse, ser un traidor o vendido al gobierno lo dicen cuando, ni él no ha negado, que debe buscar, pedir o tramitar los presupuestos y recursos que le corresponde por Ley a la Gobernación del Zulia. No perdonan su éxito de gerente público o su astucia y olfato político en las grandes decisiones regionales o nacionales.
Sus adversarios nunca dirán que Rosales Guerrero en 2006, cuando nadie en este país deseaba escuchar hablar de elecciones, le tocó rescatar la ruta electoral y el valor del voto. Confrontó a Chávez Frías y al poder del Estado venezolano. No ganó pero fortaleció la importancia de la vía electoral que más adelante permitió triunfos en espacios nacionales, regionales y municipales cuando el oficialismo disponía de una chequera full y de muchos seguidores.
En resumen, considero que en palabras del sacerdote jesuita, Luis Ugalde, está dibujado el pensamiento de los venezolanos, deseosos de votar cuando en su articulo de este lunes dice que «la transición política ya ha comenzado, pero necesariamente será ambigua, pues durante un tiempo tienen que coexistir la oscura noche que muere y la luz del día que nace. Los liderazgos democráticos tienen que entenderse entre sí, aunque no se quieran».
«Empieza un largo camino lleno de obstáculos en el que los venezolanos no podemos quedar enredados en las candidaturas ni entrampados en el odio al régimen, que nos lleve a malgastar las fuerzas en el castigo y la venganza de tanto delito y agresión sufridos por parte de la dictadura. La democracia ganará solo si no se deja configurar por el régimen agonizante».
«La tarea de salir vencedores en las elecciones de julio, luce inmensa y exige sumar los votos de seguidores de Rosales y de Machado (y de otros) para rescatar el país. Todo esto es imposible sin un profundo renacer de las fuerzas espirituales que, sacando lo mejor de nosotros, rompiendo las barreras que nos dividen y decididos a recrear la nación». ¡Amanecerá y Veremos!.
Por José Aranguibel Carrasco/Ilustración: Feyo