domingo, noviembre 17

¿Qué país tenemos 213 años después?…

«Un pueblo es esclavo cuando el gobierno, por su esencia o por sus vicios, deja huella y usurpa los derechos del ciudadano o súbdito».. Simón Bolívar

El Libertador Simón Bolívar no creo que haya pensado nunca que la peor diligencia es la que no se hace, cuando con otros venezolanos inició el 19 de abril de 1810 el encendido de la chispa libertaria que propagó la llama más allá de nuestras fronteras y propició la derrota del poder español en Hispanoamérica. No obstante, su esfuerzo, dedicación y constancia, 213 años después, nos encuentra con un país saqueado, quebrado y con su gente empobrecida en nombre de una Revolución Bonita del Siglo XXI que burló la obra política y militar del más importante prócer de nuestra independencia.

Este miércoles los venezolanos, dentro y fuera del país, estaremos recordando la epopeya del 19 de Abril protagonizada por aquellos verdaderos «patriotas» de 1810, en nada parecidos a los revolucionarios de ahora, cuando el «Ayuntamiento caraqueño desconoció al capitán general Vicente Emparan y Orbe y lo sustituyó por la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII, iniciando el proceso que condujo a la declaración de Independencia en julio del año siguiente».

Los siguientes pasos del gigante nacido en Caracas continuarían el camino sin descanso, llenándolo de gloria en medio de dificultades, obstáculos y sacrificios que años posteriores significaron ser designado por la historia Libertador de América. De eso ha transcurrido tiempo y muchos otros sucesos impresos en los libros de la historia republicana de Venezuela. Nos hablan de montoneras, guerra federal, golpes de Estado, levantamientos, revueltas, democracia y rebeliones, llegando al año de 1999 cuando asciende al poder, por vía del sufragio, el Socialismo del Siglo XXI con su líder máximo, Hugo Chávez Frías, referencia en ese entonces de “cambio, confianza, esperanza y progreso” para millones de venezolanos, pero la realidad es inédita al cabo de 24 años debido a la magnitud en la destrucción del país. En nada es comparable con ninguna experiencia en el mundo de lo sucedido en el nuestro.

Seguramente en pocas horas la efemérides del 19 de Abril, revestida del formalismo protocolar y ceremonial, reúna en el Panteón Nacional a los “representantes” del Poder Público con el propósito de «rendir honores» a los padres de la nacionalidad, pero contrariamente al legado del Padre de la Patria, más bien parafraseando al cantautor falconiano, Alí Primera Rosell, creo, —estoy convencido—, que irán a constatar, verificar y confirmar que de verdad Simón Bolívar está «bien muerto». Triste es decirlo pero es la verdad de la actual situación de nuestra nación donde el más mínimo derecho constitucional de la gente quedó vulnerado, insatisfecho o transgredido. El derecho a la vida, salud, educación, alimentación, trabajo, vejez y garantía de servicios públicos excelentes y eficientes son letra muerta.

El discurso político e ideológico, engañoso, falso y embustero de la Revolución Bonita ha quedado desmontado, descubierto y expuesto. Solo se ha tratado de una estafa de dominio social, desfalco, pillaje y saqueo —guardando distancia y circunstancias— como le tocó combatir a Bolívar cuando confrontó al poder Español y, además, advertía las intenciones del naciente imperialismo Norteamericano que empezaba a mostrar sus colmillones y apetito por las riquezas y dominio de otros pueblos. Bolívar le tocó hacer su trabajo bien, impecable y eficiente. Murió pobre, íngrimo, muy prematuramente por los estragos físicos de una campaña política y militar de veinte años que sin embargo le permitió a su ejército liberar a naciones hermanas. A los venezolanos nos corresponde ver en su ejemplo la posibilidad cierta de no desfallecer, claudicar o tirar la toalla frente a las injusticias, saqueo de riquezas, corrupción, pobreza extrema, separación familiar, malos servicios públicos o a la entrega del país a Cuba, China, Irán, Rusia y otros modernos, oportunistas y acomodaticios gobiernos imperiales contemporáneos.

No olvidemos nunca, según afirmó Bolívar, que “la unidad lo hace todo y, por lo mismo, debemos conservar este precioso principio”.

 

 

Por José Aranguibel Carrasco