Detrás de un toldo negro están las sillas; por su diminuto tamaño, se presume la edad de los asistentes. La feligresía del improvisado templo no supera los 12 años. En cuestión de segundos no hay espacio, cada quien desde su lugar se prepara para la presentación de su cierre de proyecto. El año escolar acabó, el 22 de julio de 2022, para la Escuela Bíblica de la Misión Vida Eterna, extensión de la Primera Iglesia Bautista de Maracaibo. El espacio nació en la primera etapa de los bloques de Raúl Leoni para rescatar los valores familiares y patrios a través de la fe. Así lo demostrarán, minutos después cada uno de los exponentes.
La iniciativa de rescatar o enseñarles principios cristianos y civiles a una veintena de niños en Maracaibo y otra docena fuera del país, nació, el 15 de septiembre de 2015, en los maestros y esposos, Janeth Fuenmayor y Kerwin Portillo. Comenzaron en su apartamento en el Bloque 1 tras el crecimiento del número de interesado se mudaron, en 2020, hacia el bloque 22. Ahí, en un garaje, se dan cita todos los viernes a las 5.00 de la tarde los maestros y sus pequeños discípulos.
Saúl González, dueño del apartamento, bromea y dice que la iglesia se mudó al barrio porque la feligresía se quedó sin pasajes.
“Había hambre, falta de efectivo, sin gasolina, la gente ya no iba a la iglesia. Después llegó el COVID-19 y la gente empezó a morirse. Ahí nació la necesidad de reunirnos, ayudar y brindar un espacio para los niños”.
Janeth Fuenmayor de Portillo es maestra en proceso de jubilación, pero su vocación no quiere que acabe al despedirse del aula. “Ví la necesidad, sentí el llamado y aquí estoy trabajando. Veía a los niños que se recreaban, pero había otra necesidad en ellos. Conocieran de que hay un camino diferente con valores cristianos y sociales para ser mejores seres humanos”.
Nació el grupo whatsapp por las migraciones
La comunidad se sintió satisfecha. Ve en las actividades una oportunidad para el crecimiento de sus hijos. Algunas madres integran a los pequeños desde los dos años, los acompañan a las clases, aprenden juegos y canciones. La necesidad económica obligó a un grupo a retirar a sus niños para migrar a otros países.
Las familias sintieron que a sus hijos les faltaba algo en su formación y solicitaron las clases a distancia. En la actualidad cuentan con 42 participantes, con niños distribuidos en Chile, Colombia y Argentina.
Portillo explica que también se incluyen en este grupo a aquellos niños que deben ausentarse por el compromiso laboral de sus padres o porque se mudaron a otros estados, municipios o lejos de Raúl Leoni.
Las actividades con ellos son los sábados. Tienen las mismas responsabilidades y trabajo que un niño en clases presenciales, lo que implica es mayor compromiso y participación de sus padres al momento de la inducción.
Formación y selección de maestras
No cualquiera puede participar en la formación de los niños ni adolescentes. Además, de vocación y llamado necesita adiestramiento. “Estamos creciendo, necesitamos nuevo personal para dividir a los niños por edades y por eso se inició un curso”.
Los voluntarios no reciben paga; para ellos no hay contrato colectivo ni jubilación, ellos solo tienen la necesidad de dar, dar lo que tienen y lo que son.
Buscan recursos para embellecer y ambientar cada actividad, agasajar a los niños con una merienda y a través de su desprendimiento demostrarle a la comunidad lo que está escrito en Proverbios: “instruye al niño en sus caminos, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.
Por: Jessika Ferrer / Fotos: Cortesía