¿Buscando medio pa’ completar un real? es seguramente la pregunta más frecuente en el día a día de maestros, docentes universitarios y de los venezolanos en general. Su traducción a lo cotidiano tiene que ver con completar, arrimar, conseguir o lograr aumentar el ingreso para sufragar alimentación, medicinas y cancelar gastos del hogar. A esa circunstancia el gobierno de un Presidente de la República que dice ser “obrero” ha sometido a quienes dependen de un sueldo de la administración pública, a través de la Oficina Nacional de Presupuesto, Onapre, organismo convertido en el verdugo que golpea la cada vez más deteriorada calidad de vida de millones de hombres y mujeres.
Un verdadero vía crucis es el que atraviesa el trabajador venezolano en cualquiera de sus acepciones para desenvolverse y poder contar con una remuneración justa que le permita llevar a su hogar el alimento que espera el grupo familiar.
Maestros y docentes universitarios por ser referencia social de su misión formadora del relevo que mueve a cualquier país, quizá es el sector laboral que en la repartición de “sacrificios” por la Revolución Bonita es el más golpeado. Ello ha originado que muchos docentes hayan optado por trabajos paralelos, dejar el aula de clase o irse del país como lo ha hecho un buen porcentaje de ese 45 por ciento de la diáspora.
Sueldos miserables, eliminación del Ipasme, créditos para viviendas o mejoramiento profesional forman parte del despojo contra quienes el gobierno desde hace rato olvidó aquella frase que alguna vez escuchamos que el tratamiento debería ser “al maestro con cariño”. Así también nada rezagados de sus pares de educación primaria y secundaria, los docentes de las universidades autónomas han sido víctimas de una pela pareja en la contraprestación remunerativa de sus valiosos conocimientos transmitidos a cientos de profesionales diseminados en cualquier rincón del mundo. Ellos también son víctimas de la “legal” acción de la Onapre cuando diseccionó, dividió y fraccionó la cancelación del bono vacacional de activos y jubilados.
No creo en equivocaciones inocentes y menos en que no ha habido mala intención de la Onapre, —siguiendo una instrucción salida de Miraflores—, en meterle la mano en el bolsillo a los trabajadores públicos venezolanos. A los docentes de la patria de Bolívar si no los agarra el chingo los agarra el sin nariz, personificado en maldad, desconsideración y atropellos en el trato que han recibido de un estilo de gobernar populista, mentiroso y en nada valorativo de la misión que maestros y docentes han cumplido al final de su carrera cuando pasan a la condición de jubilados y pensionados, recibiendo migajas y burusas en compensación económica con el esfuerzo de toda una vida formando, orientando y educando a los venezolanos.
Qué dirían Andrés Bello, Simón Rodríguez o más cercano a este tiempo el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, insignes docentes que entendieron que en la educación y en sus docentes estaba la clave de la liberación de los pueblos, teniendo el respaldo del gobierno que, contrariamente, en Venezuela le regatea al educador sus derechos constitucionales.
Antes y ahora cuando pasamos por la educación primaria cómo olvidar a la maestra o al maestro que respetábamos y veíamos como a nuestros padres en una segunda casa, donde pasábamos en dos turnos más tiempo aprendiendo de ellos y reforzando los mejores valores del propio hogar. En mi caso cómo olvidar a mis maestras Valentina González, Rosario Ocando, Ada Sánchez o Mélida Morales en la tierra donde nació el General en Jefe Rafael Urdaneta Faría. Y en Maracaibo a la maestra Luisa Marcano o al siempre caballero, maestro Bani, venido a estas tierras calientes desde su natal Mérida. Ellos podrían personificar en cada uno de ustedes, amigo lector, a sus propios maestros de la primaria, secundaria y universidad que en cada tiempo moldearon el carácter y la conducta de quienes pasamos buena parte de la vida en un aula de clases.
Bien es sabido que puede perderse una batalla pero no la guerra. El docente venezolano sabe eso al pie de la letra cuando lideró en la IV República acciones reivindicativas que al final del camino dignificaron el título de docente.
No obstante, ahora la pelea por la defensa de sus derechos los libra contra un modelo de gobernar que no cree en la educación. Que pisotea, mancilla y le niega los recursos. Las pruebas están allí en cada maestro, profesor, educador. En cada escuela, universidad o centro de enseñanza público en ruinas, destruido, cercado y sin recursos. El Sol nunca podrá taparse con un dedo.
“Hay quienes quieren un magisterio sumiso, arrinconado, incapaz de levantar la voz, pero un pueblo que tenga maestros de esta categoría tendrá que ser un pueblo de esclavos”, lo dijo Luis Beltrán Prieto Figueroa maestro de maestros.
José Aranguibel Carrasco
CNP-5003