“En política sucede como en las matemáticas: todo lo que no es totalmente correcto, está mal”, Edward Moore Kennedy
No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista dirán hoy miles de zulianos que salieron a votar el 21-N y que con su decisión cambiaron el rumbo de este estado que cuatro años atrás comenzó a vivir su peor pesadilla contemporánea, cuando el populismo revolucionario prometió un “Zulia Seguro” que no pasó de ser una parodia política con consecuencias demoledoras en la destrucción de los servicios públicos, economía y hasta en el estado anímico de cientos de miles de personas. En las calles de cualquier barriada, urbanización o sectores populares hoy hombres y mujeres respiran otro aire y no disimulan un estado emocional de esperanza, aun cuando con los pies bien puestos en tierra, saben que la situación no es nada fácil, entre otras cosas, en asegurar al menos uno de los tres golpes diarios de alimentar a la familia.
La verdad de esa historia fresquesita y del tamaño de una catedral en la memoria colectiva del zuliano, sólo es negada por los camaradas de arriba que dentro de la gestión de Omar Prieto Fernández nunca sufrieron malos ratos ni estrés tampoco en cada amanecer al sólo pensar cómo sobrevivir. No obstante, muchos de los de abajo —militantes confesos, simpatizantes o funcionarios públicos obligados— a los que los de arriba llaman “pueblo soberano” que han comido y se comen un cable igual que el empobrecido apátrida o escuálido, fueron los que prefirieron darle la espalda y pasarles factura a quienes durante cuatro años los engañaron con discursos y declaraderas llenas de mentiras, embustes y mamaderas de gallo sobre la solución del alto costo de los alimentos, los deteriorados servicios de agua, salud, deportes, electricidad, desempleo, educación, transporte público o reactivación económica. Siempre el culpable no dejó de ser el bloqueo gringo o invisibles y malvados saboteadores que aún impiden, por ejemplo, que a los hogares llegue agua abundante, limpia y pura. Lo cierto es que lo sucedido al término de este año en el Zulia, ha abierto la discusión en cada espacio de la vida regional muy cercana al adagio popular por aquello que más hace el que quiere que el que puede.
La llegada de Manuel Rosales al palacio de Los Cóndores ha develado que su antecesor estuvo más ocupado en atender otras cosas que en solucionar las necesidades de la población. ¿Por qué?.
El balance no es menos dramático a una historia de terror —incluida la llegada del COVID-19— con hospitales y centros de salud casi en cierre técnico por escasez de todo, sucios y abandonados. Desatención alimenticia a sectores en extrema pobreza. Crecimiento de crisis eléctrica, agravamiento del suministro de agua potable, escasez de gas para cocinar, desaparición del transporte público, maltrato y echados a su suerte a jubilados y pensionados e inseguridad personal y jurídica. Todo un cóctel de problemas que no fueron atendidos responsablemente, mientras dispendioso fue el gasto de transmisiones diarias en radio y televisión que de nada valieron vistos los resultados electorales del 21N, cuando el aspirante a la reelección del PSUV perdió por una diferencia de 299.289 votos, dejando en el camino un promedio de 177 mil 175 votos menos por cada año que estuvo gobernando cuando en 2017 ganó la elección con 708 mil 702 votos. En pocas palabras la derrota estaba cantada en las filas de la revolución y lo que vino después con maniobras de dañar a la nueva gestión fue la gota que derramó el vaso al promover el despojo de la administración del puente sobre el Lago de Maracaibo, peajes, puertos y aeropuertos. El Centro de Artes Lía Bermúdez corrió similar suerte pero alguien sensato en Caracas echó para atrás tamaño error que de pretender convertirlo en una gracia, el daño al PSUV le valió una morisqueta de repudio de distintos sectores del Zulia.
No todo quedó allí para desgracia del estado Zulia, porque la entrega de dependencias, despachos y bienes que en teoría son patrimonio de cada zuliano y zuliana debería llamar la atención de la Contraloría General de la República por el daño patrimonial a la vista de todos. Similar a lo sucedido en algunas alcaldías del estado donde sus bienes fueron saqueados, han corrido por las redes imágenes de despachos, —uno de ellos la Secretaría de Cultura— donde la destrucción, daño y “extravió” de bienes, fue poco días después del 21N, algo así como una piñata a la que le dieron palo hasta reventarla. Algo así como un iceberg que comienza a emerger y a mostrar los desmanes que provoca el odio, la envidia y la maldad pura de retrasar los planes o programas que los ganadores ofertaron durante la campaña. A despecho de esas conductas antisociales, Rosales al siguiente día de juramentarse inició ese fin de semana los programas itinerantes de Mercados Populares y Clínicas Móviles en Maracaibo, San Francisco, Cabimas, Colón y Francisco Javier Pulgar que no detendrán su actividad cada fin de semana en los 21 municipios del Zulia en alianza con el sector privado con productos de la papa diaria de primera calidad a precios solidarios. ¿Acaso un Zulia Seguro nunca contempló programas de alimentación o los asesores prefirieron promover soluciones de micrófono?
Por eso la procesión la lleva el PSUV por dentro y seguro en la rendición de cuentas rodarán cabezas. Por algo ya asoman cuestionamientos de dirigentes revolucionarios pidiendo cuentas. Una de esas voces es la de Mario Isea al analizar la postura del oficial del 4-F, mayor general (Ej.) Ovidio Delgado Ramírez, tras la derrota del candidato del PSUV en el Zulia, afirmando que “el poder envilece y corrompe rápidamente a quienes no tienen fortaleza ideológica. “Además, ciertamente, un entorno movido por la ambición de poder y el afán de lucro, con conductas propias de sociópatas que disfrutan haciendo daño. Vejando, humillando, a sus subalternos, empleados o compañeros de lucha mas vulnerables, acelera el proceso de descomposición de los que devienen de líderes en jefes de grupo que se aferran al poder por cualquier medio. Ese rechazo no se pudo reducir pese a los intentos mediáticos desesperados de cambiar la imagen pública. Años de gestión preñada de desviaciones, abusos, mentiras y atropellos ya habían consolidado la matriz negativa irreversible. Si Omar Prieto y sus operadores políticos de la dirección regional tuviesen un mínimo de seriedad, un ápice de responsabilidad y amor a la causa y al PSUV, en lugar de tratar de invisibilizar la debacle electoral ocurrida en el Zulia, estar maniobrando y buscando nuevos cómplices y excusas para seguir controlando el partido, las instituciones nacionales y los programas sociales que tan caprichosa y grupalmente manejaron, deberían apartarse para facilitar una intervención reconstructiva inmediata que ni pueden dirigir, ni controlar por interpuestas personas Omar Prieto y sus operadores, que han sido los principales fabricantes de esta catástrofe electoral y del inicio de un proceso de descomposición política que estamos a tiempo de detener y superar”.
Feliz Navidad y Próspero Año 2022
Me despido hasta enero
Por: José Aranguibel Carrasco / CNP-5003