En el 2018 emprendió sus pasos al reencuentro melodioso de sus orígenes, llevando consigo una maleta cargada de sueños y proyectos; tocando el instrumento que transformó su vida para siempre, la Quena, esa flauta aborigen. Hoy lleva una vida a distancia, pero en estrecha relación con dos naciones que lo transformaron en el músico que hoy es.
Quienes lo conocen lo identifican como inquieto, ingenioso y apasionado de todo lo que decide emprender. Wilson Ceballos, nace en Maracaibo, Venezuela, el 22 de febrero de 1992, pero dice haber nacido en Suramérica, en el centro de una familia de origen ecuatoriano que aún mantiene su cultura en la atmósfera del hogar, cuyas claves auspiciaron en él su definitivo camino hacia la música.
Sus familiares y amistades lo definen como el gran conversador, conciliador, preocupado por integrar siempre a sus compañeros. “El amigo que nunca falla, desde niño brillaba con luz propia, participaba en todos los eventos del colegio, todos lo admirábamos por su talento y entrega, dedicación y perseverancia. El niño de la Quena será mi artista favorito y mi mejor amigo”, dice Adriana Izarra, su amiga de la infancia.
En su temprana niñez, sus padres: Hermógenes Ceballos y Rita Basantes -ambos ecuatorianos- le obsequiaron instrumentos del altiplano que fueron convirtiéndose en sus juguetes favoritos, eso fue su señal definitiva para emprenderse en el ambiente de las melodías dulces de su flauta. A los 9 años entra al Conservatorio de Música “José Luis Paz”, donde estudia Lenguaje Musical, Flauta, Práctica Orquestal, Armonía, Historia de la música y Folklore; en esa etapa de formación empieza a sentir admiración por sus profesores Yanina Albornoz, María Consuelo Armas y Ángel Peña, quienes afianzaron en él la vocación por la música.
Wilson Ceballos es fundador de la Orquesta de Flautas del Zulia, dirigida por la Maestra Mariana Chacín. Aquí fue asumiendo la flauta en todas sus dimensiones, en varios espacios y escenarios. Poco a poco fue afianzando su vocación, siendo su propia directora, quien en corto tiempo se convertiría en su maestra de flauta.
Continuó sus estudios flautísticos con el Maestro Pablo Bawer, sin cortar nunca el vínculo que lo animara desde niño; su permanente estudio y práctica de la música originaria de nuestra América, creadora de múltiples formas de flautas andinas, las cuales ha ejecutado casi en su mayoría.
En el año 2008, ingresó a la Orquesta Juvenil de Vientos bajo la batuta del Maestro Freddy Padrón, pilar fundamental para el desarrollo de su formación hasta la actualidad. Un poco más tarde, en el año 2011, Wilson se estrena como miembro fundador de la Orquesta Típica Juvenil del Zulia “Don Ciro Adarme”.
Marcado por la disciplina y orientado por su papá, quien eran músico nato, en el año 2015 se graduó de Licenciado en Música en la Universidad Católica Cecilio Acosta (UNICA). “Ese día fue grandioso, cumplir esa meta era un sueño que logré alcanzar. En esa etapa universitaria tuve la importante asesoría de los maestros Jermain Games, Franklin Pire, Héctor Mayo y Jean Williams Fuenmayor”.
A partir de ese momento, ese inquieto joven de mediana estatura, se empieza a encontrar con otros grandes maestros de la música popular latinoamericana. Fue el director musical durante cuatro años de la agrupación musical Texere. Actualmente continúa como asesor de dicho ensamble poético-musical.
En octubre del 2014, asume labores como director asistente de la Orquesta Típica Juvenil del Zulia, con la asesoría de los Maestros Freddy Padrón, Hendric González, Pedro Moya y Rubén Cova. En el área de la educación y su tarea de instrumentista e investigador musical, se desempeñó como profesor de la Cátedra de Flauta del Conservatorio de Música “José Luis Paz”, hasta junio 2018.
En tono muy bajo recuerda la primera obra musical que le enseñó su padre “Hermo, mi Señor Padre en la Quena. (..……; A él lo siento en cada nota del ‘Cóndor Pasa’, en ella hay una conexión entre mi padre y yo, aun cuando él ya cambió de paisaje. No hay recuerdos tristes, sólo es un pasaje de enseñanzas y amor infinito como la propia música”.
Ahora entre preguntas y respuestas, conoceremos un poco más de este brillante músico venezolano – ecuatoriano quien se perfila como uno de los más grandes artistas de Latinoamérica a sus 29 años.
– ¿Cómo fue recibida en el Sistema Nacional de Orquestas la incorporación de instrumentos indígenas, como la Quena?
Esta experiencia permitió llevar el Sistema Nacional de Orquestas por todo los asentamientos y comunidades indígenas “Wayuu, Yucpas y Barí del territorio zuliano, logrando un espacio importantísimo de los instrumentos indígenas, con el aval del maestro Freddy Padrón, director de la Orquesta Juvenil de Vientos “José Luis Paz”.
– ¿Cuáles son los aportes que has hecho a las orquestas ecuatorianas, basadas en el modelo venezolano?
Sin duda alguna, creo que el aporte más importante es la energía, el carisma, la motivación que uno les puede transmitir a los alumnos. Es una manera de trabajo heredada de los maestros José Antonio Abreu, Rubén Cova y Freddy Padrón. Venir de Venezuela que es la cuna, es el génesis del Sistema Nacional de Orquestas, nos da cierta licencia para poder aportar desde varios ámbitos en el modelo ecuatoriano, cuyos aportes han generado evolución y progreso del sector Infantil – Juvenil en el país; destacando que acá hay unas estructuras y modelos muy bonitos de trabajos.
– ¿Cómo ha sido su experiencia y su reinvención para trabajar como músico en un lugar nuevo, a pesar de que goza de la doble nacionalidad?
En un primer momento fue cuestión de entender varias cosas. Lo primero que uno lucha es con el anonimato. Podemos llegar con una experiencia, con una carrera elaborada, pero de alguna forma toca empezar de nuevo. Tenemos que ganar credibilidad, como flautista, pedagogo, formador y como músico, incluso de grabación en todos los ámbitos. Ser sincero, acá la gente en ese sentido es muy amable, muy abierta, ellos de alguna forma ya conocían de mi trabajo en Venezuela. Luego tuve cabida en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, a través de su presidente Camilo Restrepo y del ingeniero Hugo Eguez. Posteriormente tuve un acercamiento con el Maestro venezolano Luis Castro, quien me llevó a la Orquesta Joven del Ecuador, donde empecé hace dos años y medio.
– Aun teniendo la nacionalidad ecuatoriana ¿se sientes ciudadano o inmigrante?
Debo ser muy sincero, el hecho de tener la documentación sin duda alguna es una gran ventaja, porque facilita muchos procesos. Sí, realmente me siento un ciudadano, aunque no puedo dejar de comentar que como a todos nos invade la nostalgia, ese sentir donde uno extraña los afectos, y sobre todo, el equipo de trabajo que yo tuve en Maracaibo, Venezuela, ese equipo se convirtió en familia. Acá he cultivado amistades, pero me siento afortunado de ser un venezolano con doble nacionalidad.
– Defina al maestro Abreu y la llegada de Gustavo Dudamel en la etapa contemporánea del Sistema
El Maestro Abreu es sin duda un genio, un gigante, es una persona con quien pude coincidir muchas veces. Siempre dispuesto a brindar herramientas, a facilitar muchas cosas, especialmente en la formación de uno como miembro de la orquesta. “Sin duda un gran ejemplo de trabajo incansable, constancia, disciplina, un hombre profundamente sabio; me atrevería a decir que es irrepetible, irrepetible en el mundo”. En el caso de Gustavo, es como nuestro hermano mayor, es la representación que tenemos en la actualidad en el universo sinfónico. Él es amable, sencillo, con un criterio musical inigualable, es aventajado y bendecido por Dios.
– ¿Tu participación en la interpretación de otros géneros musicales y orquestas como Guaco, por ejemplo?
Para todos nosotros Guaco es muy importante, es nuestra gran referencia, es nuestro gran estandarte en la música latina. Fue una experiencia muy gratificante que se dio en estos tiempos pandémicos y se logró hacer a través de la tecnología.
– ¿Quién es Huascar Barradas en la vida de Wilson?
Es una persona que nos ha enseñado que el trabajo artístico no es sólo estudiar y tocar, sino que este trabajo artístico es un compendio de aspectos logísticos, trabajos de diseños, de aspectos de microfonía. Hoy día es mi amigo, es un gran motivador. Hace poco cumplí años, él se comunicó conmigo, siempre animando, motivando, haciendo énfasis que estamos en un nuevo país, una nueva vida y que debemos avanzar, sin olvidar nunca que somos ciudadanos del mundo. Él es una persona insuperable a la que quiero muchísimo, admiro y él lo sabe.
– ¿En la actualidad cuál es tú papel en la música ecuatoriana?
En la actualidad soy flautista y profesor de la Orquesta Joven del Ecuador, allí estamos haciendo un trabajo muy considerable a nivel Infantil Juvenil, es la etapa de la formación, cada día son más alumnos, la población está creciendo. También estamos atendiendo casos rurales a las afuera de Quito, eventualmente estamos yendo a la Amazonía, hemos ido a la costa, Guayaquil donde realizamos intercambio de formación muy aguda. En estos estos tiempos pandémicos hemos ido llevando todos esos trabajos al área virtual y sigue funcionando.
¿Y en lo personal?
Paralelamente estoy creando una propuesta como flautista solista con un repertorio suramericano, latinoamericano, música nacional de Ecuador que escuche desde niño.
– ¿Qué extrañas de Venezuela?
Lo que más extraño de mi país es esa familia laboral, ese nexo alumno y profesor en el conservatorio y el dirigir la orquesta juvenil del Sistema. Esta semana tuve la dicha de atender un Maters Class para el Conservatorio y quedé impresionado porque el nivel de los estudiantes es verdaderamente alto, más allá de las dificultades que pasa nuestro país, Venezuela. Extraño esa familia de crianza que dejé en Venezuela, la que recibieron a mis padres cuando llegaron, me siento dichoso porque tengo doble familia.
-¿Qué te llevaste de Venezuela, además de la flauta?
Unos principios y unos valores morales que no sólo se aprendieron en casa, en el hogar, sino que se aprendieron en la sociedad, en un colectivo. Creo que eso fue lo primero que me traje. Las ganas de trabajar, la disciplina, constancia, la perseverancia, la fe, mi espiritualidad, se lo debo a mi país, porque fue el contexto donde me formé. El hecho de poder representar a mis ocho estrellas y a los colores de mi bandera, eso es algo que nos llena de compromiso y a la vez nos enorgullece. Hablando anecdóticamente cuando uno llega a un sitio, te dicen “pero mira tú te formaste en el Sistema Nacional de Orquestas, ese sistema del Maestro Abreu, del Maestro Dudamel”, eso te llena de mucho orgullo y es lo que te impulsa, es un compromiso permanente que es muy bonito.
– ¿Cuáles son tus proyectos en la actualidad?
Sigo volcado en las clases virtuales de la Orquesta Joven del Ecuador, además estoy lanzando mi propuesta como flautista en el manejo de un repertorio popular para poder cubrir unos conciertos específicos. También estoy atendiendo grabaciones de estudios y ese material va a Chile, Perú, Estados Unidos, España a través de la tecnología, logrando expandir todo como nuestro rayo de acción. Estoy preparando un ciclo de talleres flautisticos para toda Suramérica, con un equipo muy lindo, por lo que estamos llenos de fe y certeza, en medio de tanta incertidumbre que nos ha dejado esta pandemia. Sin dejar a un lado a mi querido Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela, el cual lo llevaré por siempre en mi corazón.
“Me despido, diciéndoles a todos los venezolanos que están fuera que sigamos dando lo mejor de nosotros. ¡No vale flaquear¡”.
Por Nota de Prensa