domingo, diciembre 22

Walter Riso publica su nuevo libro De tanto amarte, me olvidé de mí

Los libros de Walter Riso, el destacado psicólogo italiano que lleva más de treinta años como terapeuta, tratan la problemática del amor y del desamor con reflexiones directas. Sí, es fuerte, escribo con un realismo feroz, dice ni bien llega, vestido de negro, durante  la entrevista  en los jardines de un hotel de Recoleta, reseñó Infobae.

Hace cinco años que no pisaba suelo porteño y esta vez lo hizo para presentar su último libro en la Feria del Libro: De tanto amarte, me olvidé de mí, editado por Planeta. Es una suerte de guía con consejos para amarse primero a uno mismo y elegir mejor a quién y cómo amar. Y se suma a su lista de más de 30 libros de autoayuda, traducidos a más de 20 idiomas, con superventas en todo el mundo.

Sus libros están basados en muchos años de experiencia profesional y en una especial sensibilidad para percibir los problemas y ofrecer soluciones. Su última propuesta consta de cuatro partes: la primera plantea ocho pruebas para saber si uno está con la pareja adecuada; la segunda aborda cuatro creencias que alimentan el apego afectivo y debilitan el amor propio; la tercera se refiere a los estilos afectivos de las personas de las cuales sería mejor no enamorarse; y la última, qué hacen las parejas que funcionan bien.

Riso tiene casi 7 millones de seguidores en Facebook, más de 3 millones en Instagram y cerca de 800 mil suscriptores en YouTube. El 80 % de su público está compuesto por mujeres. “Siempre he sido así, voy a favor de las mujeres. Tengo dos hijas mujeres, dos hermanas mujeres, me criaron tías napolitanas… Hay muchos hombres que me odian porque me echan la culpa de que se separan. ¡Como si leer un libro fuera motivo para separarse!”, suelta, risueño.

-Tal vez leer De tanto amarte… puede generar un espacio de reflexión.

-Sí, por supuesto. El asunto comienza con el solo hecho de que uno pueda hacerse preguntas. Son los interrogantes que planteo en la primera parte del libro y que he practicado con mis pacientes. ¡Y la cara que ponen algunos y algunas, sobre todo!

-¿Por qué ponen cara? ¿qué pregunta, por ejemplo?

-¿Te gustaría una relación así, como la que tienes tú, para tu hija? “¡Uy!”, dicen. Si responden sí, listo. Pero si dice que no, me está dando pie para la gran pregunta: ¿por qué para vos sí y para tu hija no? ¿Acaso no tienen los mismos derechos? Y bueno, no te querés o pensás que sos menos importante que tu hija como ser humano y eso es una estupidez, porque de acuerdo a la Declaración Universal de los Derechos Humanos tenés los mismos derechos que tu hija.

-Sufrimos mucho por amor…

-Si, la gente sufre demasiado por amor. Se considera que un 60 % de las consultas psicológicas son por amor.

-¿Esa cifra es entre los latinos?

-Yo atiendo pacientes de todas partes del mundo. Comparemos un noruego y un argentino: sufren igual. La gente es muy parecida cuando sufre por amor. Los seres humanos nos parecemos más en el dolor. Si vos ves un holandés que se agarró el dedo con la puerta, y a un argentino que se agarró el dedo con la puerta, se van a mirar los dedos y van a decir “¡uh, es horrible!”. Pero ante el placer sí nos diferenciamos.

-¿Por qué?

-Porque ahí la cuestión no es de supervivencia, en cambio con el dolor sí. Y el dolor del amor es muy de supervivencia. Hay más datos: la mitad de la gente está separada en promedio en el mundo. En Estados Unidos, por primera vez en su historia, hay más separados que casados. Y se considera que entre el 35% y el 40% de las parejas funcionan bien. Por eso en De tanto amarte… salí del manual tradicional y le puse un último capítulo que nunca había planteado antes, acerca de qué hacen las parejas que funcionan bien.

-¿Y qué hacen los que están bien en pareja?

-La gente está bien en pareja por cuestiones distintas a lo que piensan muchos, que somos tal para cual, que compartimos todo. ¡No! ¡Es la autoestima! La clave es quererse uno para querer con dignidad. En ese capítulo incluyo las ideas de reciprocidad, territorialidad, visión del mundo, desacuerdos amistosos…

-Estamos frente a un enorme déficit de autoestima.

-Sí, porque no educamos para eso. ¿Cómo nos educaron? En la mayoría de los casos, no hay aprendizaje, porque uno tenía que ayudar a educar a los papás, que estaban más jodidos que uno.

-Entonces, ¿la autovaloración y la autoconfianza deberían enseñarse en los colegios?

-Desde ya, desde el jardín de infantes. A los chicos hay que hablarles del valor de la autoestima, de cómo respetarse a uno mismo y no lastimarse, de la importancia de los derechos humanos; hablar de la amistad, de la frustración, de la empatía; son todas cosas que tienen que ver con el amor. Expresar los sentimientos, aprender a decir que no. Pues yo crearía un Ministerio del Amor porque considero que el amor, así como está planteado en nuestra cultura, es un problema de salud pública: la gente sufre demasiado.

-En su libro, usted plantea que antes de que los lazos afectivos nos terminen ahorcando hay que tratar de alejarse de las parejas inadecuadas y que para eso hay que buscar coraje donde uno pueda, en terapia, en un grupo de amigos, en la religión o en alguna conversación con Dios…

-Cuando tú tienes una pérdida, una muerte real, nuestra cultura te da un soporte. Tenes el luto, el entierro, el velorio y varios rituales de apoyo. Pero, ¿qué pasa cuando hay un duelo afectivo? Te dejan solo. Porque el otro está vivito y coleando. Entonces ahí, en el duelo afectivo, te toca hacerlo sola. Entonces, ante el duelo afectivo estamos muy solos y nos toca a nosotros procesar la información. “¡El amor es para los valientes!”, decía el poeta Charles Baudelaire.

-Coraje, autoestima, aprender a escuchar… todo eso es capital para nuestra salud mental.

-Así es. Yo suelo decir “no digan te amo”. Es como decir, sí, ya llegué, te amo. ¡No! Digamos: “te estoy amando”, el gerundio es un proceso. El amor no existe allá arriba, no es el principal de los valores. A veces la libertad es más importante que el amor; la justicia y la valentía pueden ser más importantes que el amor.

-¿El amor está sobrevalorado?

-Totalmente.

-¿Sobredosis de Disney, tal vez?

-De todos los medios audiovisuales. De las telenovelas, las canciones, los boleros, los tangos. Yo digo: ayudemos al amor porque al amor lo inventamos. No hay nada escrito.

-O sea, si pudiéramos darles más importancia a valores como la libertad o la justicia, ¿entonces el amor estaría más cuidado?

-Claro, porque no puede haber amor si no existen los otros, y es necesario bajarlo a la tierra. Se suele escuchar que el amor te va a cobijar. ¡No! ¡El amor no te va a cobijar! Muchas veces el amor es un problema.

Así empieza “De tanto amarte, me olvidé de mí”

Si tu relación afectiva es buena, si el amor fluye de ida y vuelta y además eres compinche de la persona que amas, no deberías sentir que te olvidaste de ti después de dar amor. El problema no siempre está en amar demasiado, sino en no cimentar una buena relación con suficiente ternura, amistad, deseo y amor propio. Cuando te olvidas de ti por amar al otro, tal como señalé, estás rompiendo la ecuación básica del amor de pareja: solo queda una variable en vez de dos.

Un punto determinante para establecer el equilibro emocional en los vínculos afectivos es tener claro si estás con la persona adecuada para ti. Implica analizar hasta qué punto tu propuesta amorosa es compatible con la de tu pareja. A veces tenemos la certeza de que amamos y nos aman de verdad y en realidad somos víctimas de un gran autoengaño que nosotros mismos hemos venido construyendo desde tiempo atrás.

Para transformar tu relación afectiva o hacerla a un lado de una vez por todas, necesitas una buena dosis de lucidez: ver lo que es, cuestionarte desde lo más profundo y nunca justificar lo injustificable. Entonces, el primer paso para reinventarte en el amor es tomar conciencia de con quién estás, si realmente amas como te gustaría amar y si te aman como quisieras que te amaran.

Veamos ocho pruebas en forma de preguntas que puedes hacerte para saber de manera realista y sin analgésicos cómo funciona el amor en tu caso y si estás con la pareja adecuada. Los datos que obtengas de este examen/reflexión no son determinantes, se trata más bien de indicadores. Como sea, es conveniente y útil tener en cuenta las respuestas que das. Trata de hacerlas todas. En la tercera parte, “Personas de las cuales sería mejor no enamorarte”, podrás tener más elementos para profundizar y definir esos temas.

Primera prueba

Si pudieras viajar al pasado sabiendo cómo es hoy tu relación de pareja y cómo ha sido, ¿volverías a repetir lo vivido con él o con ella? Difícil, ¿verdad? Es posible que encuentres todo un mapa de cosas buenas, malas y regulares. Escarba en tus principios y tus valores más sentidos y piensa si han sido vulnerados o por el contrario se han reafirmado. ¿Has crecido junto al amor de tu vida o has ido para atrás?

Ten en cuenta que, si bien la respuesta que des requiere un balance, este balance solo puede hacerse si no hay hechos que afecten a tus derechos como ser humano. De ser así, puedes poner lo bueno a un lado de la balanza y, en el otro, ese único elemento negativo, y te sorprenderás de que ese único elemento pueda más que todas las cosas buenas. ¿Al revés? No creo. Es muy poco probable que una sola cosa buena pese más que todas las malas.

Trata de que la más cruda honestidad te lleve a responder. Por ejemplo, no confundas el amor con la paciencia que implica hacerse cargo de alguien. Algunas personas, sobre todo mujeres codependientes, se hacen cargo de sus parejas como si fueran un hijo más y sufren a mares para “educarlas”. La relación se convierte en una estructura emocional desequilibrada: uno da a manos llenas, mientras que el otro recibe y recibe para “mejorar” o salir adelante superando sus problemas.

No confundas, pues, amar con “adoptar” a alguien. Lo que suele ocurrir con el tiempo, en este tipo de vínculos, es que el dador/cuidador se cansa de hacer de buen samaritano, de ser un ayudador crónico, porque la retribución no suele llegar, ni en la misma proporción ni de la misma manera. No te sientas culpable de tirar la toalla si este es tu caso. Sufrir por la pareja no es necesariamente una muestra de amor; por el contrario, puede ser la manifestación de un esquema de autosacrificio que tengas activo, como señalé en la introducción.

¿Repetirías? ¿Volverías a recorrer exactamente los mismos pasos sin deshacerlos? Quizá sí. Hay relaciones que no son perfectas, pero que han logrado mantener un lazo sostenido en el que, pese a los problemas, lo esencial del amor nunca se perdió. O quizá no. Una paciente le decía a su esposo frente a mí: “Definitivamente, sí quiero separarme, aunque te amo. Es que eres tan insoportable que prefiero extrañarte a tener que aguantarte”. Obviamente, esta mujer no repetiría ni por todo el oro del mundo. Y no era odio lo que sentía por él, sino cansancio. Hartazgo existencial. Como si su mente se hubiera cuestionado desde lo más profundo: “¿Transitar toda la vida juntos de nuevo para llegar a esto?”

Si respondes un sí contundente a repetir, sin autoengaños de ningún tipo, con el corazón en la mano, entonces estás bien, muy bien. No te duermas en los laureles y sigue invirtiendo en tu relación. Si respondes un no contundente, sin autoengaños ni resentimientos infundados, entonces debes tener claro que llegó la hora de reinventarte en el amor; que te equivocaste.

Pero no confundas error con fracaso. Fracaso es que nunca más podrás entrar en una relación amorosa; en cambio, errar es meter la pata y seguir adelante. ¿Harás tu revolución o te acostumbraste a sufrir y seguir a su lado bajo el efecto aplastante de la resignación?

Y si no eres capaz de decidir, esta confusión también genera información relevante. Si dudas, algo pasa. Sería conveniente seguir profundizando y tratar de comprender qué te lleva a ese callejón sin salida de no saber qué hacer.

Quién es Walter Riso

Nació en Nápoles, Italia, en 1951. Vivió casi 20 años en Buenos Aires, estudió en el colegio Otto Krause y luego estudió Psicología en la Universidad Nacional de San Luis. Actualmente reside entre Colombia y España.

Desde hace treinta años trabaja como psicólogo clínico, práctica que alterna con el ejercicio de la cátedra universitaria y la realización de publicaciones científicas y de divulgación en diversos medios.

Es escritor y conferencista. Es autor de más de 30 libros, traducidos a más de 20 idiomas, entre ellos, El coraje de ser quien eres, Más allá de la adversidad, Pensar bien, sentirse bien, Filosofía para la vida cotidiana, Amar o depender y su último libro, De tanto amarte, me olvidé de mí.

 

Por Agencia