lunes, noviembre 18

Videojuegos y salud mental: Lo qué dice un nuevo estudio

En los últimos años, el uso extendido de videojuegos ha generado un creciente debate sobre su posible impacto en la salud mental. Las preocupaciones han aumentado en respuesta a la inclusión de trastornos relacionados con el juego en la undécima edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), promovida por la Organización Mundial de la Salud. Esta medida ha intensificado el estigma en torno a los videojuegos y ha suscitado un escepticismo generalizado sobre sus efectos potencialmente negativos.

A pesar de la proliferación de investigaciones correlacionales que sugieren una relación entre el uso excesivo de videojuegos y problemas de salud mental, muchos estudios experimentales han sido cuestionados por sus limitaciones metodológicas. La falta de datos causales contundentes y problemas con la validez externa han sido obstáculos importantes en el análisis de estos efectos. Para superar estas barreras, un reciente estudio ha implementado un enfoque innovador al utilizar loterías de consolas de videojuegos como experimento natural para investigar la relación entre el uso de videojuegos y el bienestar mental en un contexto real.

Este estudio se llevó a cabo en Japón y abarcó un período de investigación desde diciembre de 2020 hasta marzo de 2022, con una muestra de 97.602 adultos con edades entre 10 y 69 años. Los participantes respondieron encuestas que evaluaron su participación en una lotería de consolas, la propiedad de videojuegos, las preferencias de juego, la satisfacción con la vida, la salud mental y las características sociodemográficas. De estos encuestados, 8.192 participaron en la lotería.

El análisis se centró en dos consolas populares: la Nintendo Switch y la PlayStation 5 (PS5). Los participantes proporcionaron información sobre la posesión de estas consolas y el tiempo dedicado a jugar en los 30 días previos a la encuesta. Para evaluar el impacto en el bienestar mental, se utilizaron herramientas como la Escala de Detección de Kessler (K6), que mide la angustia psicológica, y la Escala de Satisfacción con la Vida (SWLS).

El estudio empleó métodos estadísticos avanzados, incluyendo regresiones multivariables, emparejamiento por puntaje de propensión (PSM) y variables instrumentales (IV). Estos enfoques ayudaron a estimar los efectos causales de ganar una lotería de consolas sobre la salud mental. Además, se utilizaron algoritmos de bosque aleatorio generalizado (GRF) basados en aprendizaje automático para examinar cómo variables sociodemográficas como edad, género y ocupación moderaban la relación entre el uso de videojuegos y el bienestar psicológico.

Entre los hallazgos más destacados, el uso de la Nintendo Switch se asoció con una mejora en los síntomas psicológicos de 0,8 desviaciones estándar (DE), mientras que el impacto de la PS5 fue significativamente menor, con una mejora de solo 0,2 DE.

Los beneficios de la Nintendo Switch fueron observables en ambos géneros, mientras que los efectos positivos de la PS5 fueron más marcados en hombres y en personas que vivían en hogares sin niños o en trabajos a tiempo completo. El uso de la PS5 también se asoció con un aumento en el tiempo de juego de videojuegos, pero no en el tiempo dedicado a jugar con teléfonos inteligentes.

El estudio reveló que, a pesar de los beneficios potenciales de los videojuegos para la salud mental, el juego prolongado (más de tres horas) podría mitigar estos efectos positivos. Las características sociodemográficas también influyeron en los resultados; por ejemplo, el impacto del uso de la Nintendo Switch fue más significativo en los no jugadores y aquellos en situaciones familiares específicas.

El análisis concluyó que, aunque existe una correlación positiva entre el uso de videojuegos y la satisfacción con la vida, los efectos varían según el tipo de consola y el contexto del juego. La investigación, realizada durante la pandemia de COVID-19, sugiere que los beneficios psicológicos de los videojuegos pueden estar influenciados por el contexto, lo que subraya la necesidad de más estudios en un entorno pospandémico para comprender completamente estos efectos.

Por: Agencia