El año 2024 cerró con una cifra que estremece: 185 mujeres asesinadas en Venezuela por razones de género, según el monitoreo de la ONG Utopix. Cada 47 horas, una mujer fue víctima de un femicidio consumado, y cada 41 horas otra sobrevivió a un intento. Aunque el número representa una leve disminución respecto a 2023, Aimee Zambrano, coordinadora de investigación de la organización, advierte: “Esto no es un triunfo. Es el reflejo de un subregistro que crece junto a la censura estatal. Muchos crímenes quedan en la sombra, especialmente en zonas rurales o donde el miedo paraliza a las familias”.
Los primeros meses del año marcaron un ritmo aterrador: enero registró 23 femicidios, y abril sumó 19 más, con casos como el de Yulimar Rivas (32 años), madre de tres hijos, quemada viva por su expareja en Anzoátegui, indica el reportaje de El Universal.
La violencia no discriminó edades: nueve niñas menores de 11 años fueron asesinadas, entre ellas una bebé de ocho meses en Barinas, ahogada por su padre durante un acceso de celos. “Estos crímenes revelan una sociedad que naturaliza la posesión sobre los cuerpos de las mujeres, incluso desde la infancia”, sentencia Zambrano.
El perfil del horror: agresores en la sombra
La mayoría de los femicidas no eran desconocidos. El 46 % de los crímenes fueron cometidos por parejas o exparejas, y un 7,6 % por familiares directos, según los datos recopilados.
En diciembre, el caso de Rosaura Paiva (54 años) conmocionó a Caracas: su hijo de 26 años la golpeó hasta la muerte tras años de maltratos. “Este no es un caso aislado. La violencia intrafamiliar es el caldo de cultivo de los femicidios, pero el Estado no actúa hasta que hay un cadáver”, denuncia Zambrano.
Los métodos usados revelan saña: asfixia mecánica (32 casos), armas de fuego (29) y objetos contundentes (18). En Zulia, María Gómez (45 años) fue degollada con un machete; en Mérida, Gabriela Torres (19 años) recibió 17 puñaladas. La impunidad corona estos crímenes: solo seis de cada 14 agresores identificados estaban detenidos al cierre del año. Cuatro optaron por el suicidio, y otros tantos permanecen en fuga. “La justicia llega tarde o nunca. Muchas familias prefieren no denunciar porque saben que el sistema los revictimizará”, explica la investigadora.
Migrar para morir: venezolanas en el exterior
La crisis también traspasó fronteras: 100 mujeres venezolanas fueron asesinadas en otros países, incluidos Colombia (39), Perú (15), Ecuador (10). Chile (seis), México (seis) y Estados Unidos (cinco).
Entre ellas destacó el caso de Valentina Rojas (28 años), cuyo cuerpo apareció en un descampado de Bogotá con signos de tortura. Zambrano subraya un patrón: “Las migrantes enfrentan una doble vulnerabilidad: el estatus irregular las empuja a tolerar abusos laborales y sexuales. Muchas llegan a países donde ni siquiera existen leyes contra el femicidio”.
Este fenómeno se agrava por la falta de redes de apoyo. En Chile, por ejemplo, cuatro de las víctimas trabajaban en empleos informales y compartían vivienda con sus agresores. “La migración forzada por la crisis económica las coloca en situaciones de extrema dependencia. Es una trampa mortal”, añade la experta.
La deuda del Estado: entre retórica e inacción
A pesar de que en octubre de 2024 el presidente Nicolás Maduro prometió “erradicar la violencia de género”, Utopix documentó 13 femicidios ese mes, incluyendo el de la activista Lila Campos (34 años), quien había denunciado amenazas durante meses. “Las políticas públicas son un saludo a la bandera. No hay refugios operativos, las fiscalías carecen de personal especializado, y las órdenes de protección son papel mojado”, critica Zambrano.
La Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, reformada en 2021, contempla 21 tipos de delitos de género, pero su aplicación es errática. En Carabobo, por ejemplo, un juez liberó a un hombre acusado de violar a su hijastra argumentando “falta de pruebas”, pese a los informes médicos. Dos semanas después, la niña fue encontrada ahorcada. “El sistema judicial está infestado de estereotipos machistas. Muchos fiscales aún preguntan a las víctimas: ‘¿Y usted por qué no se fue antes?’”, denuncia Zambrano.
La resistencia feminista: semillas en el desierto
Frente a la omisión estatal, colectivos como Utopix y la Red Naranja han creado redes de alerta temprana. En 2024, lograron rescatar a 45 mujeres en riesgo inminente mediante un sistema de voluntarias que monitorean redes sociales y acompañan a víctimas. Además, impulsaron 17 talleres de autodefensa en barrios populares. “No podemos esperar a que el Estado actúe. Mientras ellas sobreviven, nosotras construimos alternativas”, afirma Zambrano.
La organización también exige un Plan de Emergencia Feminista con tres pilares: educación sexual integral en escuelas, creación de 50 refugios nacionales, y tribunales especializados. “Sabemos que la solución no es sencilla, pero cada día sin acción es una sentencia de muerte para miles”, concluye.
Nombres e identidades que retratan la crisis
Los femicidios de 2024 en Venezuela no son solo cifras: son historias de terror que exponen patrones sistémicos. Entre los casos más representativos:
Johanyelis Marcano García (20 años): Asesinada el 1 de diciembre en Sucre. Su cuerpo fue hallado en una vivienda donde trabajaba como cuidadora. Sufrió abuso sexual y asfixia. Aunque el Cicpc inició investigaciones, no hay detenidos. Era una joven recién graduada del Bachillerato que aspiraba a estudiar en la universidad.
Rosaura Paiva (54 años): Golpeada hasta la muerte el 2 de diciembre en Miranda por su hijo de 26 años, quien la maltrataba habitualmente. Vecinos intentaron lincharlo antes de su arresto. El caso revela la violencia intrafamiliar como germen de los femicidios.
María Nery Cardozo Cabezas (39 años): Estrangulada por su pareja en Portuguesa el 2 de diciembre. El agresor dejó notas manuscritas justificando el crimen antes de suicidarse. Este doble desenlace refleja la falta de mecanismos de prevención ante amenazas.
Gleinys Plaza Lugo (28 años): Asesinada el 4 de diciembre en Bolívar durante una discusión con su pareja en un autobús. Él disparó contra ella y luego se suicidó. Testigos relataron que la violencia escaló en un espacio público, sin que nadie interviniera a tiempo.
Yeen Makirl Duque Rada (34 años): Reportada como desaparecida en noviembre, sus restos fueron hallados en un terreno baldío de Anzoátegui el 9 de diciembre. Evidencias sugieren que fue quemada. Madre de dos niños, su caso ilustra la desprotección ante desapariciones y la lentitud forense.
Yuleidy Yulieth Manzano Martínez (20 años): Acuchillada por su pareja el 10 de diciembre en Portuguesa. El agresor, de la misma edad, irrumpió en su casa y la atacó con ensañamiento. El crimen ocurrió pese a antecedentes de violencia no denunciados. Ya fue arrestado.
Por: Agencia