Solo basta una mirada al escenario internacional para ratificar que la única forma de alcanzar paz con justicia, estabilidad y riqueza, es la unidad de intenciones en el trabajo por el bien común, con respeto al otro, a sus necesidades y legítimos derechos. Y con resguardo pleno de la soberanía nacional.
Las posiciones discriminatorias e injerencistas no deben desviarnos de los esfuerzos para hacer frente a los desafíos de la integración, camino del bolivarianismo, del resurgir de la Patria Grande. Los pronunciamientos de México, Argentina, Honduras, Cuba, entre otros países hermanos, a propósito de la decisión de los EEUU de evitar que se escuche la voz y el sentir de nuestros pueblos en la Cumbre de Las Américas, ratifica que el destino de la región es la unión, la hermandad, la cooperación, la solidaridad y la complementariedad, que permitan acuerdos y pactos a favor de los intereses de los más golpeados de nuestras sociedades.
La reciente Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA TCP), efectuada en Cuba, reclama la necesidad de un cambio en las relaciones hemisféricas, la no injerencia en asuntos internos, en el uso de la amenaza y de la fuerza, solución pacifica de las controversias y libre determinación de los pueblos. Son reclamos en pro la unidad constructiva entre los pueblos de América Latina y el Caribe, su relacionamiento con el mundo, especialmente con la potencia del norte.
Vale la pena destacar la mezcla de mesura con firmeza que han marcado los pronunciamientos de los Presidentes de México, Manuel López Obrador y de la CELAC y Presidente de Argentina, Alberto Fernández, respecto a sus participaciones en la Cumbre de las Américas, ante criterios del país anfitrión marcados por los intereses injerencistas de éste, y no por la diplomacia, la deontología del evento y las relaciones respetuosas con todos los pueblos del continente.
Una somera revisión de la historia universal nos enseña que los gobiernos de ultramar, guiados por una aspiración imperialista, sólo dejan a su paso injusticias, guerras y atrasos. Ya es tiempo de que la región evolucione hacia formas de convivencia basadas en la vida y en el respeto a la libre determinación de los pueblos.
Así lo entendieron Miranda, Bolívar, Urdaneta, Sucre, Martí, Morazán, Alfaro y Sandino, entre otros grandes latinoamericanos, quienes desde hace dos siglos han ofrendado sus vidas por la construcción de la Gran Patria indoamericana, latinoamericana, mestiza, unida por lazos históricos, culturales, genéticos y de legítimas aspiraciones de justicia.
Dios guíe y siga dando fuerza a nuestros gobernantes para las mejores decisiones en función de los intereses de nuestros propios pueblos, y de una geopolítica continental que nos una más como países hermanos dentro del respeto a las autonomías, en defensa de la libertad y soberanía de toda América Latina y el Caribe.
Por Francisco Arias Cárdenas