“Sólo la unidad del pueblo y la solidaridad de sus dirigentes, garantizan la grandeza de las naciones”, Andrés Bello.
A lo mejor ciegos y sordos pero nada mudos para justificar lo injustificable terminó siendo la respuesta de algunos de los “líderes opositores” en todo el país después de transcurrida una semana de las elecciones del 21N, cuando paradójicamente la oposición dividida sacó más votos que el oficialismo, pero estos últimos se adjudicaron la mayoría de gobernaciones, alcaldías, consejos legislativos y municipales por la terquedad, ceguera política y enanismo mental de ir divididos, salvo en el Zulia donde el revolcón electoral que lideró, Manuel Rosales Guerrero, echó por tierra el argumento y manía de algunos “líderes opositores iluminados” que no tienen calle, ni pueblo que los siga, salvo en las redes sociales, donde se creen con el derecho de indicar cuál es el mejor camino desde la comodidad del exilio dorado sobre la manera de vencer a la revolución. Lo sucedido el 21N en Nueva Esparta, Cojedes, Zulia y malogrado en Barinas desmonta la tesis de que la maldad que destruye a Venezuela desde 1998 no es derrotable a través del sufragio, aun cuando las condiciones electorales a cargo del CNE no sean ciento por ciento equilibradas.
Así lo confirmó el Zulia donde de 21 alcaldías, 15 fueron adjudicadas a la oposición, pero también en Nueva Esparta, Cojedes y Barinas donde la gente decidida a votar desplazó a punta de votos los espacios donde el chavismo se creía invencible y atornillado al poder a pesar de sus conocidas conductas pícaras, violentas, amedrentadoras y promotoras de crímenes al segar la vida de inocentes electores como sucedió en el municipio San Francisco del estado Zulia, donde una gloriosa jornada fue manchada de sangre de un venezolano sorprendido por la muerte a manos de funcionarios policiales y efectivos del palamilitarismo al servicio de los violentos que pretendían que la gente no expresara su derecho constitucional. En el resto del país otros incidentes no terminaron en más muertes, pero sí en agresiones, empujones y golpes a votantes, prensa nacional e internacional y contra miembros de ONGs independientes que fueron casos muy bien sustentados por la observación internacional, entre ellas, la Unión Europea en un informe dado a conocer días atrás que no agradó en nada a Miraflores que los califica de agentes “espías” y promotores de manchar el proceso del 21N.
Narrar una, dos y hasta tres veces que la pérdida de espacios y no ganar otros el 21N fue culpa de la “abstención” hay que sumarle, por otro lado, la siembra de los llamados “alacranes” que el oficialismo alentó en cada estado que cumplieron la misión de dividir y restarle votos a candidatos de la Unidad Democrática para que no cruzaran la meta de ganadores. Esa evidencia en el Zulia quedó corroborada en el municipio Mara donde si bien la victoria de Manuel Rosales por paliza quedará registrada en los libros de la historia, la conducta de dos “divisionistas opositores” abortó el triunfo del candidato de la Unidad Democrática, José Luis “Yipo” Pereira, a la alcaldía. En todo caso ha habido una respuesta salomónica de opositores perdedores, dentro o fuera de la unidad, que no satisfacen hoy la inteligencia de los venezolanos. Uno de esos casos es el municipio Libertador de Caracas, donde Carmen Meléndez del Psuv se alzó como ganadora, llegando el opositor Antonio Ecarri Angola de segundo y, casi detrás de la ambulancia, otros dos opositores, Tomás Guanipa y Pedro Rojas. Lo cierto es que en ese escenario la división opositora no podía esperar otro resultado distinto cuando nunca la intención de unirse fue seria y responsable, sino que esa posibilidad la expresaron de la boca para adentro. Allí cómo en buena parte del país dos y hasta tres candidatos opositores que nunca conectaron la lengua con el cerebro, se peleaban por una misma botella vacía mientras el chavismo gozaba una y parte de la otra…. Qué decir de la misión cumplida por figuras dentro o fuera de Venezuela, a decir, Antonio Ledezma, Leopoldo López, David Smolanski, Lester Toledo o María Corina Machado, además de los guerreros del teclado que desalentaron a la población a no sufragar y siguen soñando con pajaritos preñados. Doloroso es haber perdido Lara, Bolívar, Táchira, Carabobo o Mérida por nombrar sólo algunos espacios de suma importancia electoral.
Tomás Guanipa emitió un comunicado en el que reflexionaba sobre la derrota y culpaba a la abstención, que fue de 59%, la más alta después de las elecciones legislativas de 2020 en las que la oposición formal no participó. Sin embargo, no cuestionó si su candidatura, impuesta sobre otros candidatos, era la conveniente.
También le buscó otro sentido a las elecciones. Según él, lo principal no era ganar gobernaciones y alcaldías, sino “reconectar al país”.
“Desde la Unidad queremos darle la cara al país, ser transparentes y plantarnos con honestidad. Este proceso, más allá de servir para ganar gobernaciones, alcaldías, legisladores y concejales se trataba de reconectar con el país, pero la realidad es que el país habló y habló fuerte a través de la abstención”. Usted amigo lector saque sus propias conclusiones sobre esta y otras respuestas que buena parte de los derrotados opositores han querido posicionar excusándose y esquivando responsabilidades que no podrán disimular ni esconder.
Amanecerá y veremos; será quizá el tiempo que a los venezolanos nos toque esperar para ver los pasos que esa dirigencia contrariada, agotada, cansada y desfasada deba dar y responder, rindiendo cuentas a los perseguidos por el hambre, golpeados y empobrecidos venezolanos de cualquier edad que huyen del país o mueren aquí de mengua por una realidad que entre bombos y platillos —22 años atrás— ofreció y prometió una mejor calidad de vida y oportunidades que resultó ser la más grande estafa política en 200 años de vida republicana.
¡Un país paraíso llamado Venezuela convertido en el propio infierno terrenal en nombre de los pobres!
Por: José Aranguibel Carrasco / CNP-5.003