La pandemia de coronavirus se cobró la vida de más de cuatro millones de personas en todo el mundo. Esta enorme cifra implica que más de un millón de niños perdieron al menos a uno de sus padres, y otros 400 mil perdieron a un abuelo u otro cuidador secundario, según un nuevo estudio que advierte sobre una creciente «pandemia oculta» de la orfandad relacionada con COVID-19.
Los hallazgos de la investigación global publicada en la revista The Lancet sugieren que un millón de niños han perdido a uno de sus padres, 1,1 millones han perdido a un padre o abuelo con custodia y más de 1,5 millones perdió a un padre, un abuelo con custodia u otro cuidador familiar secundario por coronavirus desde marzo de 2020 hasta abril de 2021.
«La pandemia oculta de la orfandad es una emergencia global y no podemos permitirnos el lujo de esperar hasta mañana para actuar», afirmó Seth Flaxman, uno de los autores principales del estudio. «Las epidemias de COVID-19 fuera de control alteran abrupta y permanentemente las vidas de los niños que quedan atrás».
La investigación estima que Estados Unidos, India, Brasil y México, cuatro países con tasas de mortalidad por coronavirus bastante altas, tienen problemas de orfandad causada por la pandemia especialmente graves, con más de 100 mil niños en cada nación que perdieron a un cuidador principal debido al virus.
Los expertos llegaron a estas estimaciones utilizando datos sobre las tasas de fertilidad y el exceso de recuentos de muertes eLa pandemia de coronavirus se ha cobrado la vida de más de cuatro millones de personas en todo el mundo. Esta enorme cifra implica que más de un millón de niños han perdido al menos a uno de sus padres, y otros 400.000 perdieron a un abuelo u otro cuidador secundario, según un nuevo estudio que advierte sobre una creciente «pandemia oculta» de la orfandad relacionada con COVID-19.
Los hallazgos de la investigación global publicada en la revista The Lancet sugieren que un millón de niños han perdido a uno de sus padres, 1,1 millones han perdido a un padre o abuelo con custodia y más de 1,5 millones han perdido a un padre, un abuelo con custodia u otro cuidador familiar secundario por COVID-19 desde marzo de 2020 hasta abril de 2021.
«La pandemia oculta de la orfandad es una emergencia global y no podemos permitirnos el lujo de esperar hasta mañana para actuar», afirmó Seth Flaxman, uno de los autores principales del estudio. «Las epidemias de covid-19 fuera de control alteran abrupta y permanentemente las vidas de los niños que quedan atrás».
La investigación estima que Estados Unidos, India, Brasil y México, cuatro países con tasas de mortalidad por coronavirus bastante altas, tienen problemas de orfandad causada por la pandemia especialmente graves, con más de 100.000 niños en cada nación que perdieron a un cuidador principal debido al virus.
Los expertos llegaron a estas estimaciones utilizando datos sobre las tasas de fertilidad y el exceso de recuentos de muertes en 21 países con altas tasas de mortalidad por COVID-19, y extrapolando esos datos para el resto del mundo, una estrategia que los científicos compararon con los métodos utilizados en el pasado para estimar la orfandad relacionada con el SIDA.
Cabe señalar que los autores del estudio reconocieron que sus métodos tenían algunas limitaciones. En países con datos poco fiables sobre el exceso de mortalidad, los investigadores se basaron en los recuentos de muertes por COVID-19, que, según muchos observadores, están subestimados y mal reportados.
Aunque los niños tienen muchas menos probabilidades de morir o enfermarse gravemente por el coronavirus que los adultos, los investigadores advierten que ellos podrían enfrentar graves consecuencias secundarias del COVID-19, especialmente si sus padres o parientes cercanos mueren. En este caso, podrían terminar con un trauma duradero, problemas de salud y riesgos socioeconómicos, sugieren los científicos 21 países con altas tasas de mortalidad por COVID-19, y extrapolando esos datos para el resto del mundo, una estrategia que los científicos compararon con los métodos utilizados en el pasado para estimar la orfandad relacionada con el SIDA.
Cabe señalar que los autores del estudio reconocieron que sus métodos tenían algunas limitaciones. En países con datos poco fiables sobre el exceso de mortalidad, los investigadores se basaron en los recuentos de muertes por COVID-19, que, según muchos observadores, están subestimados y mal reportados.
Aunque los niños tienen muchas menos probabilidades de morir o enfermarse gravemente por el coronavirus que los adultos, los investigadores advierten que ellos podrían enfrentar graves consecuencias secundarias del COVID-19, especialmente si sus padres o parientes cercanos mueren. En este caso, podrían terminar con un trauma duradero, problemas de salud y riesgos socioeconómicos, sugieren los científicos.
Por Agencia