El tejido es más que una práctica artesanal de la comunidad indígena wayuu, es herencia, identidad, orgullo, respeto, tradición y un ingreso económico significativo.
Tejer nació principalmente en la región de La Guajira, Colombia y en Venezuela, siendo el estado Zulia, la región donde más se puede encontrar comunidades de esta etnia indígena.
Este arte se caracteriza por la elaboración de mochilas y chinchorros, aunque actualmente se puede encontrar todo tipo de prendas y accesorios tejidos, por ejemplo: zarcillos, llaveros, pulseras, carteras, bolsos, collares, lazos, vestidos, mantas, sábanas, sombreros, monederos, y más. Lo que sin lugar a dudas demuestra la destreza y creatividad de las mujeres wayuu, quienes son las principales artífices de esta tradición.
El reconocimiento del tejido wayuu nacional e internacionalmente ha impulsado su valorización, aunque también enfrenta retos debido a la globalización.
Foco Informativo conversó con mujeres wayuu, que confirmaron la importancia que este arte tiene para la preservación de la identidad. Es una enseñanza que se transmite de generación en generación, y su desarrollo es parte de la vida de esta etnia.
“Yo tengo años trabajando haciendo llaveros, haciendo las mochilas, todo esto lo hacemos nosotros, esto no es de fábrica, la máquina son nuestras manos (…) Nuestra abuela fue quien nos enseñó a hacer esto, yo tenía como ocho o siete años, yo vendía en los ferris, desde aquí de Maracaibo a Palmarejo. Para nosotros saber tejer es un orgullo” expresó la señora Olga Perozo, quien tiene más de 50 años vendiendo gran variedad de artesanías en el Mercado wayuu San Sebastián, ubicado en la avenida El Milagro, en la ciudad de Maracaibo.
Olga Perozo, explicó que el tejido wayuu se diferencia, por ejemplo, del crochet, por sus diseños (Kanas) y colores vibrantes, los cuales se clasifican dependiendo de la edad de las personas y el género. Además, que, suelen tener técnicas diferentes, así como la combinación de otras, como la decoración con bordados, sumado a esto destaca la posición en la que entrelazan cada hilo, en la que lo toman, utilizando incluso los pies, lo que deriva en un aspecto distinto.
Mochilas y chinchorros
Según declaraciones, como se mencionó antes, los objetos más característicos del arte del tejido son las mochilas y los chinchorros, los que son parte fundamental de su hábitat.
Para la elaboración de los chinchorros se utiliza hilo de algodón o nylon, que es muy resistente. Dependiendo de la habilidad del artesano y el tamaño, terminar uno lleva alrededor tres semanas o dos meses.
El caso de las mochilas es parecido, cada mochila es única, con diseños y colores que reflejan la cosmovisión, mitología y cultura de los wayuu. Los motivos son simbólicos y pueden contar historias o representar elementos de la naturaleza y la vida cotidiana, lo que está muy relacionado con los Kanas (diseños).
Las Kanas son los diferentes símbolos o patrones que se tejen, cada posee un significado particular:
- Cruz: Representa la fe y la protección.
- Serpiente: Simboliza la sabiduría y la fertilidad.
- Estrella: Se asocia con los sueños y la aspiración.
- Flor: Simboliza la belleza de la vida y la conexión con la naturaleza.
- Montaña: Representa la fortaleza y la resistencia de la comunidad.
Cada Kana cuenta una historia y transmite valores culturales, y la elección de los patrones refleja la identidad y los deseos de la persona que lo elabora.
Manteniendo la identidad
Lina Palmar, una mujer de 62 años, wayuu, nacida en la Guajira, narró que su conocimiento fue también una herencia de su bisabuela y de sus abuelas, quienes se dedicaban a enseñarles paso a paso a cada una de sus nietas, empezando por lo más pequeño.
“Ella siempre nos decía que más adelante necesitaríamos saber tejer, para que no se pierda, porque siempre debe estar presente, es nuestra cultura, nuestra identidad. Para hacer las mochilas ella nos decía que contáramos cinco cadenetas, que no se doblaran y si veía que se doblaba teníamos que tejer otra vez”, recordó.
Lina y sus hermanas, con el paso de los años le ha transmitido su conocimiento a su generación, por ejemplo, a su sobrina, una joven de 25 años, quien administra un emprendimiento virtual familiar dedicado al tejido wayuu.
Maidelin González, sobrina de Lina, contó que @SHINAI’IN empezó, desde hace dos años, cuando sus compañeros de trabajo le preguntaron cómo se hacen las mochilas y se interesaron por su cultura, fue entonces que retomó el tejido, el cual admite estaba dejando a un lado.
González le dice a todos los jóvenes que no sientan vergüenza étnica, al contrario, que mantengan las tradiciones, que utilicen las nuevas tecnologías para aprender, para promover la creatividad o impulsar su marca, pero no como algo que suplante la tradición.
El tejido wayuu en la actualidad se mantiene, a pesar de diversos aspectos entorno a la transculturación. Por esta razón hacen un llamado a que el sistema educativo implemente estos conocimientos en las escuelas para que en lugar de debilitarse se fortalezcan, porque el arte de tejer es parte de la vida de una comunidad que lucha por mantener vivo el legado ancestral, aquel que ha trascendido de generación en generación.
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Texto: Yorgelis Labarca / Fotos: Lizaura Noriega





















