El líder del 4F manejó mi carro en una colita obligada hasta la BARU
Me llamaron a mi casa pasadas las 11.00 pm, aproximadamente. Era la noche del 3 de febrero de 1992. Por mis medios me trasladé en mi viejo Fiat, azul Mirafiori. Lo pensé bien al decidir no montarme en la camioneta del periódico que fue a buscarme, porque quizá la historia en adelante no sería la misma que en lo profesional me sucedería al siguiente día, cuando Venezuela y el Zulia, respectivamente, amanecieron de Golpe. Esa mañana la calma y el sosiego dieron paso a momentos de angustia, incertidumbre y temor al saberse sobre un levantamiento militar en desarrollo que en el país arrojó muertos y heridos.
Llegué a mi sitio de trabajo, diario metropolitano LA COLUMNA de Maracaibo, adonde iban arribando ya en la madrugada otros colegas periodistas, reporteros gráficos, gente de taller, sal...