El Tambor de Plástico
Desde hace un tiempo me despierta el sonido de un tambor con diversidad de ritmos. Un sonido inspirado, sin dudas en un estado de ánimo, donde predominan la gaita y la guaracha. Es un loco me dicen. Salgo a la calle y lo veo diagonal a mí, sentado sobre la jardinera de cemento cuadrada que rodea un arbolito reseco. Tiene la flaqueza de la pobreza extrema y la edad indefinible en una tez morena reforzada por la inclemencia del sol y en evidencia por el pavoso morralito tricolor a su lado en el concreto. Con su gorra celeste en reversa ejecuta con energético desahogo, una tamborera en un cuñete amarillo vacío de aceite que rodea con sus piernas.
Resulta que esta vida disparatada de los últimos años ha desviado con inusitada perversidad mis apreciaciones al ver una película. Si antes valor...