sábado, mayo 11

@soycristinvilchez deja su huella de «influencer» con trabajo social en Isla de Toas

Cristín Samanta Vílchez Valbuena, con tan solo 7 años de edad, es una verdadera “influencer” de Instagram, ya que con su proyección en la red social logró importantes ayudas para los habitantes de Isla de Toas, municipio Insular Padilla, donde habita.

Hija de un pescador y de una docente. Transmite mensajes positivos con su genuina creatividad que le da  resonancia entre sus más de 88 mil seguidores.

Con su trabajo de comicidad pura, pocas veces ayudada por su madre en la creación del contenido, Cristín impulsa nuevas experiencias entre sus vecinos especialmente consiguiendo apoyos de diversos tipos como: alimentos, medicamentos, ropa, juguetes, entre otros.

Ella es muy sentimental y por su edad todo lo que la conmueve la hace llorar como quedó evidenciado en el primer video que la hizo viral y la lanzó al estrellato en redes sociales.

Recuerda Cristín que “acusó”a su abuela con una tía, quien vive en Bogotá, de que le habían botado a su perra más por un problema de higiene que por no querer al animal.

Eso generó un gran dolor que transmitió a su pariente buscando consuelo en la distancia.

De alguna forma se hizo viral dice Dariana Valbuena, madre de la pequeña “influencer”, porque “el teléfono se puso caliente” de tantas notificaciones recibidas.

Facebook fue su vitrina original, pero ya poco utiliza esta red luego que incursionara en Instagram. Ese cambio de plataforma le trajo un aspecto negativo y otro positivo: lo negativo que muy pocas personas que viven en Isla de Toas le ven su contenido, porque no utilizan mucho la red de la camarita, pero lo bueno ha sido que tiene una mayor resonancia por la gran cantidad de seguidores que acumula hasta el día y aprovecha en beneficio para su pueblo.

Detrás de ella solo están su mamá, que interviene solo con ideas puntuales, y su hermana que la graba y hace la edición de los videos.

Talento innato

Cristín asegura que su creatividad le es innata solo por el hecho de haber nacido en Isla de Toas, cuna de cantantes y declamadores que engrandecen el pentagrama folklórico regional.

Por su parte, Valbuena estima que el contacto que ha tenido la niña desde que nació con docentes le ha permitido desarrollar una agilidad mental, de inventiva e imaginación.

Cuenta que al nacer Cristín tuvo que llevarla consigo a su trabajo en una escuela de la isla de San Carlos, donde se turnaba la atención con otros docentes, mientras dada sus clases.

Esa interacción considera le permitió desarrollar habilidades que le permiten soltura hoy en día.

Los beneficios

De aquel video que se grabó a principios de 2021 hasta el presente son muchas las horas que se acumulan de trabajo.

Su fama en las redes no es motivo para engrandecer el ego, apenas es una niña y aunque maneja una inteligencia y velocidad en su pensamiento, aún no la enferma esa proyección que tiene en la infinita red del ciberespacio.

Incluso los mayores de su núcleo familiar entienden que lo que hace Cristín es una bendición para ayudar a todos en el pueblo, donde las carencias abundan y no para ufanarse de su nuevo rol.

Muchas personas la contactan por mensajes directos a su cuenta @soycristinvilchez ya sea para felicitarla o para brindar apoyo personal o para el colectivo donde se encuentra inmersa.

Algunos “famosos”, dice, han enviado ayuda que ella entrega a sus amigos sin ningún apego emocional por lo material.

Expresa Valbuena que Cristín está por entregar la bicicleta que le regalaron en diciembre no porque no le guste, sino porque piensa que a otro niño le puede ser más beneficioso o causar mayor alegría disfrutarla.

Cristín en la entrevista para Foco Informativo muestra su espontaneidad y asegura que cuando sea grande espera convertirse en odontóloga o veterinaria. Esto lo dice por el amor que siente por los animales ya que introduce otra experiencia muy personal.

Unos pescadores atraparon una tortuga en sus redes y cuando la sacaron propusieron matarla para su consumo, pero ella comenzó a llorar. Su desconsuelo fue mayor cuando vio que salió a relucir un filoso cuchillo que presagiaba el inminente final, al ver las lágrimas, su padre intervino para salvarle la vida a la tortuga, la cual fue liberada cuando salieron a la siguiente faena de pesca.

En diciembre por intermedio de un benefactor que vio el trabajo de Cristín se pudo hacer una cena navideña para muchos niños de Isla de Toas, que tal vez no iban a tener la oportunidad de tenerla en su seno familiar.

El mismo benefactor envió recursos hace pocos meses para arreglar de manera íntegra la escuela del pueblo. Allí se pintaron totalmente los diversos espacios del centro educativo, se arregló el cableado defectuoso y se colocaron todos los bombillos.

Es ese trabajo es el que gratifica a Cristín, afirma Valbuena.

Desde EEUU, por intermedio de la Help for Venezuela Foundation, se canalizan las ayudas que se quieren enviar desde allá. El año pasado con el inicio del año escolar se envió material didáctico y pedagógico para los miembros de la escuela. Este año esperan que regrese ese donativo tan importante y necesario para los niños de escasos recursos que habitan en Toas.

La Fundación Wayuu Taya, de la zuliana Patricia Velásquez, le ha brindado colaboración para la entrega de alimentos para los grupos familiares de la zona.

La edad de Cristín no es una limitante para los sueños que se propone. Ya sus compañeros de la “escuelita” que se encuentra frente a su residencia cuentan con un aporte alimenticio cuando asisten a la misma, y todo porque un día vio las necesidades que presentaban y le pidió a su mamá que hicieran una actividad para ayudarlos.

Así se han logrado desarrollar varios eventos que sirven de estímulo y ayuda en el municipio insular zuliano.

La señora Dariana señala que es una oportunidad de Dios que deben aprovechar para dar un poco de felicidad a quien se ve limitado en obtenerla.

El camino de Cristín apenas comienza y seguro se le ocurrirán muchas más ideas para ayudar a los suyos a la par de dar alegría a quienes la siguen en su cuenta para escuchar sus relatos y mensajes muy auténticos.

Por: Edgar Bolívar / Fotos: Lizaura Noriega