«No son los años en tú vida lo que cuentan, es la vida en tus años»,
Abraham Lincoln
Nada más cercano a la realidad significa un misterio, muy similar a lo que sabemos los venezolanos de lo que han hecho, producido o resultado en beneficio de la población los tantos ministerios y viceministerios que tiene el gobierno nacional en 25 años en el poder. Entiendo lo primero como aquello que no se puede explicar, comprender, descubrir o que es reservado. Un secreto muy escondido.
No es casual que tengamos la tendencia, curiosidad, a interesarnos en lo misterioso como algo inaccesible ya que cuando lo sabemos pierde su atractivo, valor, interés, utilidad o importancia. De allí que cualquier anuncio oficial dedicado a la población de adultos mayores debe ser evaluado, no por cierto o sincero, sino por misterioso que seguramente revelará otro engaño, mentira o burla.
Esta reflexión —también quizá a muchos—, nos ha llevado a pensar estos últimos días y a darle vueltas y más vueltas a interpretar una noticia sobre un ofrecimiento, «casual», en época de elecciones, que salió desde Miraflores, según el cual los adultos mayores venezolanos tendremos nuestro propio Ministerio del Poder Popular para el Adulto Mayor. Asombrado, creí que soñaba, pero estaba muy despierto cuando leí que su «creación» hasta había sido publicada en Gaceta Oficial.
Cuando terminé de leer la noticia, meditando, me pregunté ¿y desde cuándo a este gobierno los viejos le hemos interesado? ¿Le hemos importado? Volví a creer que estaba dormido o leyendo una noticia de alguna otra nación distinta a la nuestra, donde los adultos mayores son valorados, cuidados, respetados y considerados, recibiendo de un Estado serio y responsable un trato integral en lo social, médico o en el pago de pensiones y jubilaciones. En nada parecido a la entrega de migajas y burusas que es nuestro caso venezolano.
Sin embargo, nada que ver, no estaba en Dinamarca, Noruega, Suecia, Suiza, Alemania, Canadá, Taiwán, Gran Bretaña, Estados Unidos o no tan lejos en Chile, Panamá, Uruguay o Costa Rica, sino en Venezuela donde una pensión mensual llega a algo más de 3.55 dólares y los «pures» llegan a ser un estorbo oficial y hasta incluso a algunos hijos y familiares.
Según un informe Mundial sobre la Felicidad, año 2023, la investigación reveló que el peor país para vivir en el segmento poblacional de adultos mayores en el mundo es Nigeria en África. Los otros países entre los cinco últimos son Venezuela, Bangladesh, Egipto, Afganistán e Irak.
En pocas palabras nada fácil la pasamos los entrados en edad en esta tierra bendita por Dios, donde tenemos muy cerca riquezas naturales y lejano el poder disfrutar de una mejor calidad de vida. Negada a la mayoría de la población, donde la peor parte la padecen la niñez y el adulto mayor, hombres y mujeres, envejecidos a destiempo en nuestro país donde un ejército de entre 500 a 600 mil viven completamente solos.
Cuantos venezolanos no han envejecido, no por edad como Dios manda, sino por el martirio, sufrimiento y el padecimiento de sacrificios inducidos. Madrugando esperando el agua que no llega, trasnochados por apagones eléctricos y el calor que la demagogia oficial ha hecho parte del discurso engañoso o que las arrugas cubren los rostros de hombres y mujeres que deben amanecer en colas para surtir combustible.
Además, a lo que se suma la mala alimentación o el no suministro de tratamientos médicos por la imposibilidad económica de sufragarlos. Que decir de la angustia que debilita la vida por la separación de hijos, nietos y otros familiares que han huido a otras latitudes buscando una mejor calidad de vida. La separación obligada, la ausencia de familiares y la carencia de afecto que alimenta la vida, también envejece al ser humano.
En su haber destructivo de 25 años en el poder el chavismo no solo dividió a la familia y a la sociedad por razones ideológicas, cuando enfrentó a padres con hijos, vecinos contra vecinos, unos contra otros, sino que cual caballo de Atila destruyó la unidad y la armonía de la familia venezolana, separando o aislando la integridad de la célula fundamental de nuestra sociedad, obligando a un éxodo moderno que ha significado la salida de más de 8 millones de personas de Venezuela.
Seguramente algunos adultos mayores que padecen la peor precariedad social nunca vista en tiempos modernos en el país, no estarán de acuerdo con esto que expreso y, más bien, aplaudirán y estarán regocijados por una nueva «promesa» que ofrece mejorar su condición social, pero por aquello que las mentiras tienen patas cortas la alegría durará poco y las «buenas noticias» no serán otra cosa que un nuevo misterio cuál cascarón vacío de otra burla, mentira y engaño.
Si de algo estoy seguro es que la mejor cola que desbordará los centros de votación el 28 de julio desde muy temprano, será la de los adultos mayores cuando ese día los achaques, dolores y las incomodidades propias de la vejez se quedarán en los hogares. Ese día no serán parte de la verborrea oficial que contradice la realidad social del adulto mayor cuando un discurso demagógico oficial avergüenza a la inteligencia de la nación.
Una intención reeleccionista, continuista de Miraflores, difícil de esconder o negar. Será la oportunidad cuando hombres y mujeres de la tercera edad maltratados, abusados, agraviados, castigados, golpeados, ofendidos, vejados y violentados en sus derechos, sufragarán por el cambio de gobierno en la figura de Edmundo González Urrutia. Venezuela espera por sus hijos sin importar la edad.
¡Amanecerá y Veremos!
José Aranguibel Carrasco / Ilustración: Feyo