domingo, diciembre 22

Psicólogos ucranianos buscan devolver la oportunidad de tener una infancia incluso en medio de la guerra

Los psicólogos ucranianos buscan devolver la oportunidad de tener una infancia incluso en medio de la guerra a miles de niños que tienen que recurrir a su ayuda tras sufrir diversos golpes que les han cambiado la vida debido a la invasión rusa.

Sin importar la edad, todos los niños están sintiendo los efectos de la guerra, dijo Olena Rozvadovska, cofundadora de la Fundación ‘Voice of Children’ (Voz de los Niños, en inglés), reseñó EFE.

“Cuando papá vuelva de la guerra dormirá conmigo para que no tenga miedo de las alarmas antiaéreas”, cita Rozvadovska las palabras de Eva, de tres años, cuyo padre está luchando en el ejército y que ha recibido asistencia psicológica de la fundación.

Más de 18.000 niños y sus familias han recibido esta asistencia tan sólo en 2023 y muchos más la necesitan. “No es posible esconder la guerra ni siquiera de los más pequeños. Ciertamente sienten la tensión y el miedo a su alrededor y viven los efectos del cambio radical en todo”, subrayó.

Los adolescentes, entretanto, a menudo hablan de cómo han perdido la fe en que las cosas puedan volver algún día a la normalidad. “Sencillamente no ven un futuro para sí mismos”, destaca Rozvadovska.

Pérdida de la sensación de seguridad

Tener que huir de su hogar, sufrir ataques diarios con misiles, no ser capaces de ir a la escuela y perder el control sobre gran parte de sus vidas causa una serie de problemas psicológicos que exacerban la tensión que muchos niños sentirían incluso en circunstancias normales, explica la psicóloga Oksana Pisareva.

“Una queja típica de los adolescentes es que no sienten nada, están cansados todo el tiempo y son incapaces de levantarse por la mañana”, cuenta.

Con frecuencia descubre que estos menores han perdido todos sus contactos sociales tras huir de las zonas del frente y tienen dificultades para crear vínculos nuevos, ya que muchas escuelas siguen operando de forma virtual.

Pisareva y otros psicólogos que trabajan en los 16 centros de la fundación repartidos por todo el país intentan estabilizar las emociones de estos niños y mitigar los efectos de la pérdida de una “seguridad básica” que es crucial para el proceso de maduración.

“No podemos devolverles la sensación de seguridad, pero podemos intentar devolverles al menos algo de estabilidad. Estamos a su lado y les ayudamos a descubrir algo que les haga volver a sentir interés en la vida”, explica.

Una parte importante de su labor está dirigida a ayudar a los padres, cuyo bienestar emocional afecta directamente a sus hijos.

“No podemos hacer mucho por los niños que han perdido a su padre en la guerra si su madre está ella misma devastada. Si le ayudamos a recuperar al menos algo de estabilidad, entonces pueden pasar por el duelo, por muy doloroso que sea, juntas con sus hijos, de una forma más sana”, señala Pisareva.

Niños refugiados y bajo ocupación

Aquellos cuyas familias han huido del país también están sufriendo y con frecuencia buscan ayuda a través de consultas online, dice Rozvadovska.

“La seguridad física no significa que las cosas sean normales. Además de adaptarse a una nueva lengua, tradiciones y escuela, están experimentando una profunda nostalgia de su hogar y el dolor de la separación de sus seres queridos en Ucrania”, explica.

Los que permanecen en los territorios ocupados por Rusia también están en peligro y viven una impotencia total, precisamente en una etapa en la que deberían estar aprendiendo a ser más autónomos.

“No pueden ni siquiera salir a dar un paseo con sus amigos. O bien es demasiado peligroso, o sus amigos se han marchado, o ya no se hablan porque tienen opiniones diferentes”, explica Rozvadovska.

La vida de muchos niños se ha convertido en una lucha constante por la supervivencia, en la que ya no pueden expresarse libremente ni fiarse de nadie.

“De forma gradual pierden toda la fe y la esperanza”, lamenta.

El tiempo juega en contra de Ucrania a la hora de ayudar a estos niños, subraya Rozvadovska.

“Cuanto más tiempo pasen los niños viviendo bajo propaganda concentrada y en aislamiento, más altas son las posibilidades de que terminen viniéndose abajo. Y entonces la situación puede volverse irreversible”, advierte.

 

Por Agencia