domingo, diciembre 22

Parejas venezolanas no logran formar hogares independientes por la crisis económica

Decidir vivir de manera independiente en Venezuela no es tarea fácil. El costo para la compra de una vivienda en el país es la principal limitante, así como el precio de los alquileres de inmuebles, los cuales se cotizan en dólares. No toda la población económicamente activa tiene acceso a la moneda extrajera. Esto representa un calvario no solo para las personas solteras sino también para aquellos que mantienen una relación de concubinato o matrimonio.

Alejandra Álvarez es una venezolana de 29 años de edad que se casó en el 2020 con su pareja con quien tenía un noviazgo desde hace 4 años. Ella comenta que desde que decidieron formalizar su relación ante la ley, idealizaban vivir de forma independiente, puesto que, antes de casarse, cada uno convivía con sus padres. No obstante, la realidad económica de ambos no les permitió llevar a cabo esa meta.

Yo soy administradora y ejerzo en una empresa privada del sector de alimentos. Mi pareja es abogado y trabaja como empleado público en un ministerio. Antes de casarnos, pensábamos en que luego de dar ese paso, debíamos vivir solos, pero la realidad es que nos ha costado alquilar una vivienda porque los precios son elevados y en dólares porque comprar una casa o apartamento se nos hace imposible. Las personas que alquilan se pasan con lo que piden: de cuatro a cinco meses de depósito, un mes de comisión y un mes por adelantando, por ejemplo, y a veces te piden que le pagues hasta 6 meses por adelantado. Es una locura”, expresó Álvarez.

Actualmente, los esposos viven en casa de la mamá de Álvarez. Ellos ven “muy lejano” la posibilidad de mudarse solos.

Estamos en casa de mi mamá por ahora y no es cómodo porque queremos nuestro espacio como casados. Lo que ganamos ambos tampoco nos da para cumplir con las exigencias de los que alquilan hoy día. Por ahora vemos muy lejano el hecho de irnos a vivir solos”, dijo Alejandra.

Efectos

El psicólogo y magíster en Sexología, Joseph Chakkal Abagi, refiere que “es preferible postergar un matrimonio entre dos jóvenes que no tienen cómo pagar una vivienda, que celebrar nupcias y convivir arrimados donde los padres o suegros”.

Esa manía criolla de convivir todos juntos, varias generaciones en una misma casa, suele traer discrepancias significativas más acentuadas cuando se incorpora la nuera o el yerno. El trillado argumento del dinero insuficiente es el más utilizado y el que ahorra esfuerzo e inversión de energía a los nuevos esponsales que consideran impostergable su convivencia inmediata”, argumentó Chakkal Abagi.

Para el magíster en Sexología, “la privacidad para cualquier pareja no tiene precio, y constituye no solo un elemento deseable sino indispensable, pues la expresión de emociones y sentimientos requieren de un ambiente libre de miradas y oídos cómplices”.

Es innegable que conviviendo con familiares, la pareja se verá afectada a tal desinhibición y las influencias del entorno no se harán esperar, pudiendo alterar las decisiones originales y el estado anímico de la pareja. Aun cuando los padres de buena fe deseen aportar recomendaciones y/o soluciones ante cualquier eventualidad, su parcialidad es inevitable y puede causar roces en la interrelación personal del grupo familiar. Su intromisión a favor del hijo respectivo dejará huellas y un sabor amargo, dificultando la conversión al estilo de vida de los casados”, aseguró el experto.

Asimismo, considera que “los jóvenes recién casados, arrimados en casa de los suegros o padres, deben establecer un plazo máximo de esa estancia como una forma de presión sana para la búsqueda de un hogar con verdadera privacidad”.

Siempre que establezcamos fechas topes para nuestras metas, se reactivan mecanismos internos que nos impulsan a actuar y buscar soluciones. En cambio, referirse vagamente a los cambios y objetivos sin definición de fechas límites, se traduce en una simple ilusión. Tal indefinición nos expone a convertirnos en veleros impulsados por las circunstancias en vez de asumir el mando en nuestras vidas”, afirmó el psicólogo.

Punto de vista

La pareja responsable sabe esperar y programar su convivencia en condiciones que no afecte la privacidad e intimidad de otros. La crisis económica de los nuevos contrayentes no es suficiente motivo para invadir el hogar paternal en busca de alojamiento. En tal caso se debería diferir la boda hasta producirse la estabilización económica de los enamorados”, dijo Joseph Chakkal Abagi, psicólogo y magíster en Sexología.

Por: Agencia