martes, noviembre 5

Para 2024 universidades públicas venezolanas solo recibieron 2,60% del presupuesto nacional

Cada año que pasa es más evidente que para que el país se desarrolle de forma fructífera se necesita de la inyección de suficiente dinero. Pero más allá de esto es vital que este impulso vaya vinculado a un buen compendio de políticas públicas que favorezcan a toda la población y permitan que los jóvenes se desarrollen en un terreno fértil.

Durante la Memoria y Cuentas celebrada a principios de enero de 2024 se hicieron evidentes las prioridades del gobierno nacional. En el área de educación, fue un 10,25 por ciento del presupuesto nacional asignado a la educación.

Sobre esta cifra se explica que el Ministerio de Educación recibirá Bs 74.850.576.938, lo que corresponde a unos $ 2.101.363.755 USD. Constituye el 10,25% del total del presupuesto. Pero, si se profundiza en el área de Educación Universitaria, el presupuesto es de Bs 18.999.812.110, alrededor de $533.402.922,8 USD, lo que representa el 2,60 por ciento del presupuesto total. Una diferencia bastante considerable.

Sin embargo, desde Gritemos con Brío se les ha puesto la lupa a estas cifras. En este sentido, José Bolaños, director de la Unidad de Investigación de Gritemos con Brío explica que la disminución en el presupuesto destinado a la Fundación de Edificaciones y Dotaciones Educativas (FEDE) sugiere posibles limitaciones en la mejora de infraestructuras educativas, y la ausencia de aumentos salariales significativos para los educadores plantea desafíos en la calidad de la enseñanza. Una situación que se ha vuelto reiterada en la última década de denuncias de desatención y recortes.

En este sentido hay que plasmar que la FEDE recibirá Bs 4.526 millones, de los cuales Bs 3.500 millones se destinarán a la construcción, reparación y adecuación de 2.379 escuelas. Sin embargo, el monto en dólares es menor al asignado para 2023, cuando se contemplaban 1.395 escuelas, compara Bolaños.

“El llamado es a considerar la educación no solo como un derecho fundamental, sino también como una inversión a largo plazo en el capital humano del país. La calidad de la educación, desde la infraestructura escolar hasta la formación docente, debe ser un foco de atención crucial para asegurar que cada bolívar invertido se traduzca en oportunidades reales de aprendizaje y desarrollo personal y profesional para los jóvenes”, reportó el investigador.

Además, cuando hablamos de educación hay que recordar que para que esta área se lleve a cabo a plenitud se necesita del funcionamiento perfecto de los servicios básicos y eso es algo que en la actualidad no se posee. De acuerdo a múltiples análisis y reportes hechos por la prensa.

De hecho, para 2024 el presupuesto para áreas como agua, transporte o electricidad ocupa una fracción menor de dinero. A esto hay que sumarle que, ante la deserción estudiantil, la crisis económica y humanitaria compleja espantan a la juventud en cuanto a lo que se refiere a acudir a las aulas, por lo que si se le añade el deterioro de los servicios públicos la cosa va a peor.

Realidades como esta preocupan por lo que José Luis Teixeira miembro de Gritemos con Brío explicó que, aunque hubo un aumento considerable entre el presupuesto de 2023 y el de 2024, solo 20 por ciento va a servicios público.
Teixeira pone en tela de juicio que al menos 77 por ciento di del presupuesto va dirigido a las áreas de desarrollo social y participación, este opina que podría referirse al cumplimiento de los objetivos del Partido Socialista Unido de Venezuela. “Es un concepto muy ambiguo”.

Sobre esto, Isabella Noy, miembro de GCB y estudiante en la Universidad Simón Bolívar desde 2017 opina que el presupuesto era mucho mejor y permitía resolver una diversidad de situaciones en la universidad, las cuales hoy se le hace más difícil de solventar. De hecho, hace énfasis en que el cambio de autoridades, lejos de plantear una solución, empeoró el panorama.

Por ende, plantea algunas de las situaciones que ha experimentado. La primera de ellas vincula el comedor. “Esto se refleja en los dos comedores. Antes podías comer en los tres turnos comida de calidad, hoy eso ya no ocurre. Por ejemplo, había gente que en los períodos de crisis más duros preferían el comedor que la comida de sus casas. Yo fui una de esas porque era residenciada”.

A esto, Noy le agrega la desaparición e inoperatividad de buena parte de las rutas de transporte, mientras las que quedan están en malas condiciones.

Pero hay más, por eso denuncia la desactualización de los laboratorios y el cierre de la biblioteca.

Desde su visión el deterioro se hizo palpable a partir de 2015 y desde entonces la juventud ha tenido que tomar decisiones muy drásticas para su vida universitaria. Se trata de continuar o abandonar los estudios. “Son muchos gastos. Imagina no tener dinero suficiente y además venir del interior. Esto es un aliciente para la desmotivación académica”.

De hecho, algunos Centros de Estudiantes han optado por regalarles routers, laptops o celulares a los profesores para que puedan seguir dando clases.

En el caso de la Universidad de Carabobo el vicerrector administrativo José Ángel Ferreira denunció que hubo una disminución del 29 por ciento  del presupuesto. Advirtiendo que esto evidencia el incumplimiento de la Ley de Presupuestos.

El presupuesto de la UC equivale a $24.121.012, Ferreira manifestó que, más allá de la disminución del monto a recibir, lo más preocupante es que la ley de presupuesto no ha sido cumplida en los últimos años.

En la Universidad de Los Andes, algo similar ocurrió. Su proyecto presupuestario es de cuatro mil 300 millones de bolívares para el 2024. Pero solo les fue aprobado 763 millones de bolívares. El Consejo Universitario ulandino explicó que dicha cifra representa solo el 17 por ciento del presupuesto total.

Por si fuera poco, de esta cantidad 85 por ciento se diluye en el pago de nómina y el resto en funcionamiento del campus. Pero hay que acotar que en medio del deterioro mantener las operaciones se vuelve mucho más cuesta arriba porque la inversión es elevada.

Bolaños agregó que el gobierno debe ir más allá de las cifras presupuestarias y considerar el impacto real de sus políticas en la vida de los jóvenes. Esto implica un compromiso genuino con una educación de calidad, derechos laborales justos y el acceso equitativo a servicios esenciales. Sólo a través de una estrategia integral, alineada con estándares internacionales, se garantizará que los jóvenes venezolanos no solo encuentren oportunidades laborales, sino que también adquieran las habilidades y el conocimiento necesarios para prosperar en un mundo globalizado. “La inversión en la juventud no es solo una cuestión de responsabilidad social, sino una estrategia vital para asegurar un futuro próspero y sostenible para Venezuela”.

En medio de esta crisis y ante la necesidad imperiosa de las casas de estudio de solventar los problemas se han visto en el deber de aceptar la intervención gubernamental. Esta se refleja en la Misión Universidad Bella, con la que ya se ha intervenido a la UCV y a la UC. Esto ha generado críticas porque para un importante sector es un debilitamiento más de la autonomía universitaria.

Ya que no se les da el dinero a estas instituciones, sino que es el Estado quien administra el dinero y cómo lo va a usar dentro de las instalaciones académicas.

Dicho proyecto recibió la suma de Bs 632 millones ($17 millones).

Por ende, hay que destacar que en un informe hecho por la ONG Fundaredes se detectó que en los últimos 11 años el gobierno venezolano redujo en un 97,9 por ciento el presupuesto de 72 universidades públicas.

En este sentido Bolaños toma como ejemplo los derechos sociales económicos y ambientales (DESCA) para dejar una serie de preguntas al análisis público “¿Cómo se proyectan estas asignaciones presupuestarias en el largo plazo? ¿Están alineadas con una visión sostenible de desarrollo que asegure la continuidad y mejora de los servicios y derechos a futuro?”.

Teixeira recalca que no hay autoridades satisfechas, porque no se cumplen las expectativas y al no cumplirse se ahonda en una comunidad universitaria desvinculada de la vida académica. “La universidad se ha transformado en una máquina expendedora de títulos”.

Por: Nota de Prensa / Foto: Cortesía