La jefa de la oficina migratoria de Panamá, Samira Gozaine, responsabilizó este lunes a los organismos internacionales de la avalancha migratoria en la jungla del Darién, la frontera natural con Colombia, que este año fue atravesada por más de 320 mil personas, una cifra sin parangón.
Los migrantes, que se dirigen hacia Norteamérica y son en su gran mayoría venezolanos, caminan un trayecto de 266 kilómetros plagado de peligros tanto por el entorno salvaje del Darién, como por la presencia de grupos criminales que cometen todo tipo de delitos.
«Para mí, el principal actor son los organismos internacionales, que tienen la culpa, porque ellos siguen hablando de esto como movilidad humana y derecho humano y esto que nosotros presenciamos no es un derecho humano», afirmó en una entrevista con la televisión local TVN la directora del Servicio Nacional de Migración (SNM), al referirse a los peligros que enfrentan los viajeros en la selva.
Estos entes mundiales vinculados al tema migratorio y de derechos humanos «son los mismos que en Colombia les dan pastillas anticonceptivas a las mujeres porque dicen que las van a violar» en la selva, «o sea, estamos perdiendo el norte de lo que son los derechos de la gente», aseveró Gozaine.
Y los entes mundiales quieren, además, decirle a Panamá «qué hacer» pero «no ayudan ni con fondos ni con intervenciones reales», denunció.
Colombia «no hace nada» y el resto de países tampoco
En medio de esta crisis migratoria, hay «situaciones realmente violatorias a los derechos de los niños, que no tienen voz, y los organismos internacionales que los deben proteger, como la Unicef, no están haciendo nada. Vienen a mí y me dicen ‘qué haces tú cuando esos niños llegan aquí’, pero yo digo, ¿por qué no van a Colombia y preguntan por qué los dejan pasar? Porque no los deberían dejar pasar», argumentó.
«Bebés recién nacidos en brazos con sus madres atravesando la selva y ningún organismo internacional allá (en Colombia) dice nada», reclamó Gonzaine.
«Allá (en Colombia) no hacen nada. Esto es un negocio», reiteró Gozaine, que citando testimonios de los migrantes explicó que en la localidad colombiana de Necoclí, «el pueblo secuestra» a los viajeros «y no los dejan pasar (hacia la selva) si no pagan 500 dólares por persona».
En ese poblado fronterizo de Colombia, «no hay autoridades» que pongan coto al asunto, agregó, siempre citando los relatos de los migrantes.
Ante el llamado de atención que Panamá viene lanzado desde hace tiempo al resto de la región por la crisis migratoria, «la embajada de Estados Unidos ha estado interviniendo» a fin de tratar de involucrar al resto de países en la temática.
«Pero hasta este momento no veo voluntad», dijo Gozaine, que abogó por una migración «regular, ordenada y segura», no como la actual, con gente siendo estafada por el crimen organizado mientras atraviesa muchos países sin «presentar requisitos, donde pasan porque pasan, violando las normas» nacionales.
Panamá culpa a entes internacionales
Los testimonios de los migrantes son de terror: muertos en el camino por accidentes, ataques de animales o de criminales; suicidios, mujeres y menores violados, infantes o ancianos abandonados, recordó la titular de la oficina de Migración de Panamá durante una entrevista con la cadena local.
«No hay nada de humanitario en seguir permitiendo esta migración», dijo Gozaine, que indicó que el Gobierno de Panamá analiza medidas, como el endurecimiento de multas o la repatriación en vuelos chárter, para intentar contener la avalancha en el Darién.
Panamá recibe a los migrantes en unas estaciones en las que toma sus datos biométricos y les ofrece asistencia médica y de alimentación, una operación única en el continente en la que ha invertido en los últimos años «casi 70 millones de dólares», según Gozaine.
Por Agencia