jueves, noviembre 21

Pacientes de hospitales de Zulia están «cansados» de esperar por atención e insumos

Los pacientes que acuden a los centros de salud del Zulia resienten un dolor más allá del propio que genera sus problemas corporales.

Se trata de una deuda acumulada por años en cuanto a la atención eficiente y eficaz en los centros públicos de la región.

Los venezolanos deben sortear los problemas que afectan su salud con la esperanza puesta en Dios, para obtener una atención integral, ya que la obligación que tiene el Estado para velar por la salud de sus habitantes está obviada, y para ello se esgrimen múltiples razones.

El ciudadano de a pie interiorizó que “la situación país” impide que sean atendidas sus obligaciones contempladas en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, específicamente en el artículo 83.

Dicho artículo establece lo siguiente: “La salud es un derecho social fundamental, obligación del Estado, que lo garantizará como parte del derecho a la vida. El Estado promoverá y desarrollará políticas orientadas a elevar la calidad de vida, el bienestar colectivo y el acceso a los servicios. Todas las personas tienen derecho a la protección de la salud, así como el deber de participar activamente en su promoción y defensa, y el de cumplir con las medidas sanitarias y de saneamiento que establezca la ley, de conformidad con los tratados y convenios internacionales suscritos y ratificados por la República”.

Asistir a un hospital es comprobar que este extenso artículo es letra muerta, pero como los pacientes ya están «cansados» de esperar, porque la enfermedad avanza sin nada que la frene, alzan la voz para hacer exigencias.

Al enterarse que el gobernador Manuel Rosales visitaría el hospital Central el martes para el lanzamiento de un Plan de Salud, los pacientes deciden crear pancartas improvisadas con el único objetivo de ser escuchados.

Otros, por el contrario, mientras el mandatario regional declara a los medios de comunicación gritan: «no hay ni jeringas en este hospital». La queja no cesa. «Señor Gobernador, escúcheme», se lee en una de las pancartas con las que recibieron a Rosales.

Son muchos los casos. Pacientes con uno, dos y hasta tres años esperando por una operación que es ambulatoria. La falta de insumos evita sean atendidos. Ante la emergencia no comprenden de quién es la responsabilidad del abandono que existe en los centros asistenciales. Solo quieren ser atendidos.

Por ello, tal vez, el esfuerzo inicial por parte del Gobernador podría ser visto como «mínimo» ante las urgentes necesidades de insumos, medicamentos y centros quirúrgicos para solventar los cientos de casos acumulados por la “situación país”.

Casos tangibles

Con 59 años de vida, Zuleima Ferrer, esperaba a las afueras del hospital Central de Maracaibo por una respuesta positiva a una operación que ha sido pospuesta desde hace tres años.

Ferrer tiene problemas de circulación por una “vena desviada” que espera sea atendida porque le causa mucha molestia corporal.

Confía que el gobernador Rosales la ayude, porque dice que ya ha pasado mucho tiempo con esa situación que no la deja vivir.

Deglis Flores, habitante del municipio San Francisco, asistió al mismo hospital para atender un problema de prolapso.

Está en una lista de espera, que al parecer no avanza en la atención.

Asistió al centro de salud en busca de una respuesta positiva para ser intervenida quirúrgicamente, pero no hay palabras que le den certeza que se hará.

Y por último está la situación de Albanis Villasmil, quien asistió al hospital Dr. Urquinaona, para ser atendida para la realización de un curetaje.

La pérdida de su bebé va acompañada con un trajinar adicional para atender su salud.

Los médicos le explicaron que no había los insumos para el procedimiento médico por lo que le dieron una lista para que los comprara, y así poder atender su urgencia.

Cuando llegó con lo solicitado le señalaron que aún faltaban algunos por lo que le tocó, nuevamente, buscar recursos que no tiene para cubrir las carencias acumuladas por los gobiernos.

Por: Edgar Bolívar / Fotos: Lizaura Noriega