Las olas de calor en el océano Ártico provocadas por el aumento de los gases de efecto invernadero se convertirán en un fenómeno habitual en un futuro próximo, de acuerdo con un estudio liderado por la científica Armineh Barkhordarian, de la Universidad de Hamburgo (Alemania).
Los detalles de la investigación, publicados el 13 de febrero en la revista Nature Communications Earth & Environment, revelaron que desde 2007, las condiciones en el Ártico han cambiado, reseñó EFE.
Entre 2007 y 2021, las zonas marginales del océano Ártico registraron 11 olas de calor marinas, que produjeron un aumento medio de la temperatura de 2,2 ºC y que duraron una media de 37 días.
Además, desde 2015, ha habido olas de calor marinas en el Ártico todos los años. La más potente hasta ahora se produjo en 2020 y duró 103 días, con una intensidad máxima de las temperaturas que superó en cuatro grados la media a largo plazo.
Pero la probabilidad de que se produzca una ola de calor de este tipo sin la influencia de los gases de efecto invernadero antropogénicos es inferior al 1 %, de acuerdo con los cálculos del equipo de Barkhordarian.
Con las conclusiones del estudio, los científicos prevén que las olas de calor marinas anuales serán la norma.
Derretimiento del hielo marino
La investigación demostró por primera vez que las olas de calor se producen cuando el hielo marino se derrite temprana y rápidamente tras el invierno, así que, para cuando se alcanza el máximo de radiación solar en julio, el agua ya ha acumulado una importante energía calorífica.
“En 2007 comenzó una nueva fase en el Ártico. Cada vez hay menos hielo grueso, de varios años, mientras que el porcentaje de hielo fino, estacional, aumenta constantemente”, señaló Barkhordarian, experta en estadísticas climáticas y autora del estudio.
Agregó que ese hielo es menos duradero y se derrite más rápidamente, lo que permite que la radiación solar entrante caliente la superficie del agua y provoque las olas de calor marinas.
Oficialmente, se considera que hay una ola de calor marina cuando las temperaturas en la superficie del agua son superiores al 95 % de los valores de los últimos 30 años durante al menos cinco días consecutivos.
“No solo la pérdida constante de hielo marino, sino también unas aguas más cálidas pueden tener efectos negativos dramáticos en el ecosistema ártico, ya que las cadenas alimentarias podrían colapsarse, las poblaciones de peces reducirse y la biodiversidad en general disminuir”, detalló la investigadora en el estudio.
Riesgo de los osos polares
Los osos polares son animales del hielo marino, pero los veranos árticos cada vez más largos y el calentamiento del océano Ártico los obligan a pasar más tiempo en tierra firme, donde es poco probable que puedan adaptarse a vivir durante largos períodos e incluso corren el riesgo de morir de inanición.
Otro estudio, publicado el 13 de febrero en la revista Nature Communications, siguió a 20 ejemplares, con collares con cámaras y GPS, durante tres semanas en tierra, en la región occidental de la bahía de Hudson (Canadá), donde el calentamiento del clima está afectando probablemente a los osos a un ritmo más rápido que en otras regiones árticas.
Durante el periodo en tierra, cuando no hay hielo marino, las focas polares, de las que consiguen la mayor parte de su energía, están fuera de su alcance.
El estudio sugiere que los osos no tienen estrategias de comportamiento y energéticas que puedan utilizar para evitar la pérdida de peso durante el verano en tierra, y esta será mayor cuando pasen períodos más largos en ella, dijo a la agencia de noticias EFE el autor principal de la investigación, Anthony Pagano.
El experto advirtió que estos animales corren el riesgo de morir de hambre debido a la disminución prevista del hielo marino ártico, debido a que el alimento que consiguen en tierra no les da la energía suficiente para resistir más tiempo antes de llegar a un estado de inanición.
Investigación en el Ártico
Los científicos pesaron a los osos antes y después del periodo de observación, durante tres semanas entre agosto y septiembre de 2023, además de medir su gasto energético, como parte del estudio.
Los animales mostraron diversas estrategias para mantener las reservas de energía, que fueron independientes de la edad, el sexo, la etapa reproductiva o los niveles iniciales de grasa.
A pesar de los diversos comportamientos, 19 de los 20 animales perdieron en promedio un kilo diariamente.
Muchos machos adultos simplemente se tumbaron para conservar energía, quemando calorías a un ritmo similar al de la hibernación, pero el 70 % se mantuvo activo buscando alimentos terrestres, como bayas, hierbas y cadáveres de aves y caribúes.
Algunas hembras adultas dedicaron hasta el 40 % del tiempo a buscar comida y aunque los alimentos les dieron algún beneficio energético, tuvieron que gastar más energía para acceder a ellos.
Pagano indicó que es difícil establecer en cuánto tiempo podrían morir de hambre, pues depende del tamaño y la condición corporal, aunque otros estudios estiman que los machos adultos morirían de inanición si el ayuno aumentara a 180 días.
El próximo objetivo de los expertos es usar estos datos para predecir los efectos de la pérdida prevista de hielo marino en la reproducción y supervivencia de poblaciones específicas de osos polares en distintas partes de su área de distribución.
Por Agencia.