Magawa, la «rata héroe» cuyo trabajo olfateando minas terrestres en Camboya le valió una medalla por su valentía para salvar vidas, murió a la edad de ocho años.
La rata gigante africana encontró más de 100 minas terrestres y otros explosivos durante su servicio, según APOPO, la organización no gubernamental de limpieza de minas que la entrenó.
Su trabajo le valió una medalla de oro de la organización benéfica veterinaria británica People’s Dispensary for Sick Animals en 2020, reseña el portal CNN.
Al anunciar la noticia este martes, APOPO dijo: «Es con gran pesar que compartimos la triste noticia de que HeroRAT Magawa falleció pacíficamente este fin de semana. Magawa gozaba de buena salud y pasó la mayor parte de la semana pasada jugando con su entusiasmo habitual, pero hacia el fin de semana comenzó a disminuir la velocidad, durmiendo más siestas y mostrando menos interés en la comida en sus últimos días. Magawa había celebrado recientemente su cumpleaños en noviembre, alcanzando la edad de 8 años».
El tributo decía que Magawa dejó un «legado duradero en las vidas que salvó», y agregaba: «Todos nosotros en APOPO sentimos la pérdida de Magawa y estamos agradecidos por el increíble trabajo que realizó».
Magawa, quien se retiró el año pasado, es la «rata héroe» más exitosa de APOPO hasta la fecha, dijo la organización.
«Su contribución permite que las comunidades de Camboya vivan, trabajen y jueguen, sin temor a perder la vida o una extremidad», agregó APOPO.
Las ratas gigantes africanas son inteligentes y fáciles de entrenar: Magawa comenzó a entrenar desde una edad temprana.
Nació en noviembre de 2013 en la Universidad de Agricultura de Sokoine en Tanzania, donde aprendió a encontrar explosivos usando su increíble sentido del olfato, dijo APOPO. Tres años más tarde se mudó a Siem Reap en Camboya, donde comenzó su carrera.
APOPO entrena a las ratas para detectar el olor de los químicos explosivos usados en las minas terrestres y se los señala a sus manipuladores.
El trabajo de Magawa ayudó a la organización a limpiar más de 225.000 metros cuadrados de tierra en Camboya, donde décadas de conflicto han dejado el paisaje sembrado de peligrosos artefactos sin explotar.