Se habla de directores, de cineastas y de maestros. El último calificativo brota al pensar en Carlos Saura, figura fundamental del cine español como atestiguan sus más de 50 películas (de Los golfos, título de sus inicios, a Las paredes hablan, que acaba de estrenarse) a lo largo de seis décadas.
Una trayectoria revestida de la admiración que transmitió su continua y diversa actividad creativa, vigente hasta el final. Ha fallecido a los 91 años el día antes de recibir el Goya de Honor.
Saura (Huesca, 1932) ejemplificaba el término de ‘creador total‘ al haberse guiado siempre por las llamadas de la inquietud y la inspiración y por los proyectos a los que estas le llevaron en cada momento con independencia de la disciplina, rasgo que da todavía mayor dimensión a su carácter prolífico.
Están Saura y sus películas (de ficción, musicales, documentales) y cortometrajes, pero también el Saura fotógrafo (otra de sus grandes pasiones), el Saura escritor (publicó novelas), el Saura autor teatral, el Saura director de ópera y el Saura dibujante.
«Cuando uno para, está muerto«. Esa frase, extraída de una entrevista reciente en Heraldo de Aragón, definía la esencia de la mentalidad creativa del aragonés, que había iniciado 2023 con la salud resentida y con los estrenos de Lorca por Saura, una obra de teatro con India Martínez en el rol del poeta, y de Las paredes hablan, en cines desde el 3 de febrero.
En el documental, presentado el año pasado en San Sebastián y en el que reflexiona sobre el origen del arte, trabajó con Anna, su hija menor, aquí productora asociada.
El oscense, al que le marcó profundamente la Guerra Civil, comenzó con la fotografía y con los estudios de Ingeniería Industrial, los cuales dejó para entrar en la escuela de cine. Su filmografía, de recorrido internacional como atestiguan los premios en Cannes y Berlín y sus candidaturas al Oscar, se rige por el estilo personal, si bien recibió influencias de su amigo Luis Buñuel, Ingmar Bergman y Federico Fellini. También cabe resaltar su fascinación por Goya, materializada (por mencionar dos casos) en Goya en Burdeos (1999) y el corto Goya. 3 de mayo (2021). Su cine tampoco se entiende sin señalar la vinculación con el productor Elías Querejeta.
Saura despuntó en 1960 con Los golfos, y en 1966 firmó La caza, el primero de sus títulos clave, con el que ganó el Oso de Oro en Berlín, donde al año siguiente obtuvo el Oso de Plata a la mejor dirección por Peppermint Frappé, el filme que significó el punto de partida cinematográfico de su etapa con Geraldine Chaplin como musa.
Esta fase dio lugar a Stress es tres, tres (1967), La madriguera (1969), El jardín de las delicias (1970), Ana y los lobos (1973), Cría cuervos (1976), Elisa, vida mía (1977), Los ojos vendados (1978) y Mamá cumple cien años (1979), obra nominada al Óscar a la película extranjera y premio especial del jurado en San Sebastián.
En ese marco, sin Chaplin, llegó la icónica La prima Angélica (1974), reconocida en Cannes con el premio especial del jurado, galardón que volvería a conseguir con la citada Cría cuervos, candidata al Globo de Oro al mejor filme extranjero.
Su idilio con los festivales se manifestaría una vez más con el Oso de Oro cosechado por Deprisa, deprisa (1981), con recorrido en el terreno del denominado cine quinqui.
Los 13 goyas de ‘Ay, Carmela’
Con Carmen (1983) aspiró por segunda vez al Oscar (con la película nominada entre las de habla no inglesa), mientras que la ambiciosa producción El Dorado (1988) aparece como un trabajo atípico en su carrera.
¡Ay, Carmela¡ (1990) es historia de los Premios Goya al ganar nada menos que 13 distinciones en la quinta edición, entre ellos los de dirección y guion para el propio Saura. El Goya de Honor 2023, ya póstumo, quedará como su tercer trofeo en los galardones.
En los 90 también plasmó ¡Dispara!, Flamenco, Taxi, Tango y Goya en Burdeos. El séptimo día (2004), inspirada en el crimen de Puerto Hurraco y en la que se embarcó tras Buñuel y La mesa del rey Salomón, constituyó el final de una etapa centrada en la ficción, ya que a partir de ahí se dedicó principalmente al musical, al documental y a sus inmersiones a modo de tributo en el folclore y en distintos tipos de arte y música: Iberia (2005), Fados (2007), Io, Don Giovanni (2009), Flamenco, flamenco (2010), Jota (2016) y El rey de todo el mundo (2021). Como indican trabajos anteriores, esta inquietud y este tema ya estaban presentes en su filmografía.
Entre los reconocimientos a su trayectoria, Saura recibió en San Sebastián una Concha de Oro honorífica en 2007 y el año pasado el Festival de Málaga le homenajeó al hacerle entrega de la Biznaga de Honor.
En Aragón, su tierra, la Academia del Cine Aragónes (ACA) lo distinguió con el Simón de Honor y el Festival de Zaragoza le rindió tributo con el Augusto Ciudad de Zaragoza. El hecho de que dé nombre al principal premio otorgado por el Festival de Huesca simboliza asimismo su trascendencia.
Cincuenta películas y siete hijos
En cuanto a su vida personal, tuvo siete hijos y en 2006 contrajo matrimonio con la actriz Eulalia Ramón, madre de Anna. Sus seis hijos varones nacieron fruto de sus relaciones previas con Adela Medrano, Geraldine Chaplin y Mercedes Pérez. Su vínculo, sentimental y artístico, con Geraldine, en el imaginario de la España cinematográfica de los 70, implicó que durante sus 13 años de convivencia fuera yerno de Charles Chaplin. Pasó sus últimos años en la sierra madrileña, donde residía junto a su familia.
Por: Agencia