Hace siete años, Moisés Kaufman fue invitado a dirigir el musical de Broadway “Paradise Square” y, tras leerlo, aceptó de inmediato.
“Hice este espectáculo porque me hablaba”, dice el director de teatro y dramaturgo venezolano. “Gran parte de mi trabajo ocurre en la intersección de lo personal y lo político. Me gusta mirar la historia a través de los ojos del otro, a través del ojo de aquel que no puede contar su historia”.
Ahora “Paradise Square” — sobre la unidad y el racismo en el famoso vecindario Five Points de Nueva York, donde afroamericanos e inmigrantes irlandeses lucharon por sobrevivir durante la Guerra Civil — está nominado a 10 premios Tony, incluyendo a mejor musical, mejor actriz para Joaquina Kalukango, y mejor actor de reparto tanto para Sidney DuPont como A.J. Shively.
En una entrevista reciente con The Associated Press, Kaufman, él mismo un inmigrante radicado en Nueva York, reflexionó sobre la inmigración y las raíces de nuestras divisiones.
“Sabes, la inmigración es una gran falacia, porque nunca dejas el país donde naciste y nunca llegas al país donde aterrizas. Tu ser siempre está dividido, parte de ti está allá y parte de ti está aquí”, dijo.
El fundador de Tectonic Theatre Project — más conocido por “The Laramie Project” y galardonado con premios que incluyen la Medalla Nacional de las Artes en 2016 — también habló sobre la relevancia del musical hoy, la potencia de Kalukango como la valiente propietaria de un bar Nelly O’Brien, y su próximo proyecto: una obra titulada “Here There Are Blueberries” que escribió y que está montando en La Jolla Playhouse en San Diego, California, inspirada en un álbum de fotos donado al Museo del Holocausto en Washington que captura la vida cotidiana de quienes dirigían los campos de concentración.
Las declaraciones fueron editadas para mayor brevedad y claridad.
AP: Ha dirigido obras de teatro en Broadway, pero este es su primer musical de Broadway. ¿Esperaba que “Paradise Square” obtuviera 10 nominaciones?
KAUFMAN: No, no me lo esperaba. Fue una gran alegría escuchar eso y ha sido realmente gratificante. Hice este show porque me habló. No sé, algo sobre mirar a Estados Unidos a través de los ojos de esa comunidad, ¡una comunidad donde los inmigrantes irlandeses y los nativos negros se casaban, vivían juntos y hacían negocios juntos en 1863! Cuando en el sur los negros todavía eran esclavos, aquí había una comunidad donde la gente vivía y se amaba. Eso me habló.
AP: También es un inmigrante dirigiendo un show sobre inmigrantes. ¿Cómo esto informó o lo ayudó en su proceso?
KAUFMAN: Bueno, esa fue otra forma de adentrarse en el material. Como muchos inmigrantes, llegamos aquí con un sueño, con una expectativa de cómo queremos que sea nuestra vida. Y tenemos toda esta mitología de lo que brinda Estados Unidos y lo que uno puede hacer en Estados Unidos. E invariablemente, ya sea que uno tenga éxito o fracase, debe enfrentar la realidad de Estados Unidos. Siempre hay una brecha entre la realidad de Estados Unidos y el sueño de Estados Unidos. Pienso que cuanto más pobre eres, la distancia entre esa realidad y esa imagen se ensancha. Entonces, por supuesto, es mucho más difícil para una persona pobre venir a Estados Unidos y realizar sus sueños que para una persona rica. No sé, algo en estos inmigrantes que llegaban a este país y luego encontraban una comunidad con los socios menos probables realmente me habló.
AP: ¿Cuál fue el mayor desafío de dirigir este espectáculo?
KAUFMAN: El mayor desafío fue que sabíamos que queríamos contar una historia épica. Ya no se ven musicales de este tamaño en Broadway o en el West End (en Londres). Sabes, no son producibles: 36 actores en el escenario, 10 actores más para suplencias, una orquesta de 50 personas. Es un musical muy grande. A veces pensamos, ¿de quién queremos que el público se enamore y siga durante el transcurso de la obra cuando tenemos tantos personajes? ¿Y cómo lo creamos de manera que uno pueda seguirlos a todos, y seguir las complejidades de este musical histórico?
AP: ¿Y de quién se enamoró usted?
KAUFMAN: De Nelly. Creo que, si tuviera que ponerlo en orden: Nelly, los dos chicos (DuPont y Shively, como Washington Henry y Owen Duignan respectivamente), luego el reverendo (Samuel Jacob Lewis, interpretado por Nathaniel Stampley) y Annie (Lewis, interpretada por Chilina Kennedy). Y después todos los demás.
AP: En cuanto a Nelly, nunca había visto una ovación de pie antes de que termine un show como la que Joaquina Kalukango recibió con “Let It Burn”. ¿Qué nos puede decir de ella? ¿Le preocupa que su estrella pueda enfermarse?
KAUFMAN: Tenemos dos suplentes para ella, y ambas son muy buenas. Pero Joaquina es, ya sabes. De vez en cuando llega un monstruo al teatro y eso es ella, un monstruo teatral. Y en la vida real es la persona más sencilla del mundo. Es graduada de Juilliard, es una actriz brillante y puede cantar así. Es algo asombroso de ver.
AP: “Paradise Square” transcurre en el siglo XIX, pero sigue siendo muy relevante. ¿Cuál es para usted el mensaje más importante que el público puede obtener hoy de este musical?
KAUFMAN: Siempre tengo un poco de miedo a esa pregunta, porque siento que si digo el mensaje que quiero que la gente reciba, le estoy negando a la audiencia parte de la diversión, que es que ellos descubran lo que ven en la obra. Lo que sí puedo decir, es que a mí me interesó ver cuán profundas son las raíces de nuestras divisiones y cuáles son las fuerzas que siguen alimentando esas divisiones. Ya sabes, Estados Unidos es un crisol donde nada termina nunca de fusionarse. Entonces, ¿cómo aspiramos a una unión más perfecta? Creo que la respuesta a eso es comprender realmente cuáles son las cosas que nos separan, y la obra habla mucho de eso.
Por: Agencia