Enyer Alfonso Carroz Gómez salió del municipio Cañada de Urdaneta con el único objetivo de llegar a Estado Unidos. Atravesó la «terrorífica» selva del Darién. Ahora, es uno de los miles de migrantes que quedaron varados en México, luego que se conociera la nueva política migratoria de Washington que imposibilita la entrada de venezolanos al país norteamericano por medida humanitaria.
El zuliano conversó, por unos minutos vía telefónica, con Foco Informativo y narró todo lo que vivió para llegar a Ciudad Juarez. Logró entrar a Estados Unidos, pero luego de cinco días lo deportaron a México sin explicación alguna.
Carroz, de 35 años, antes de ofrecer todos los detalles de lo que vivió, agradece la ayuda brindada por los venezolanos ya radicados en México al darles comida, ropa y sabanas para protegerse del frío mientras resuelve devolverse a Venezuela. Enyer está refugiado junto con otros migrantes en el terminal de autobuses Central Norte, de Ciudad de México.
«Hemos visto la mano de Dios a través de estas personas que nos ayudan», afirmó el venezolano.
Confiesa que todo lo vivido fue «fuerte». A pesar que se enteró de la nueva medida migratoria de EEUU cuando iba rumbo a Ciudad de México nunca pensó en desistir de su objetivo.
«El sábado (15 de octubre) en la mañana escuché que estaban dejando cruzar a algunos. Me encomendé a Dios y dije: en tus manos estoy voy a lanzarme, me lancé. Me recibió la migración de EEUU, en Texas, me detuvieron cinco días, y sin decir más nada nos regresaron otra vez por donde mismo me lancé», lamenta Carroz, padre de una niña de siete años y con una esposa de cuatro meses de embarazo.
Después de la deportación se tuvo que devolver a Ciudad de México. Desde allí hizo contacto con la embajada de Venezuela. Está consciente que ya no tiene nada qué hacer en el país azteca. Cambió de objetivo: «toca volver a Venezuela».
La embajada le dio la opción de reservarle un pasaje a mitad de precio (225 dólares) para el miércoles (26 de octubre). «Igual tengo que pagar, menos, pero tengo que pagar». En la conversación comenta que recurrió a sus amigos de EEUU para lograr reunir la cantidad solicitada.
«De 50, de 20, de 10 logré reunir el pasaje. Estoy esperando la transferencia para retirar el efectivo e ir a cancelar mañana (domingo 23)».
No llegó solo a México. Viajó con dos primos y cuatro amigos. «Éramos un grupo de ocho personas», relató.
«En la selva tienes la muerte detrás de la oreja»
Enyer tomó rumbo a EEUU «por la selva, como todos». Dice que agarró la ruta de Capulganá para ahorrar tiempo y dinero. Para él tanto cruzar la selva como todo el trayecto de país en país fue algo «muy fuerte».
Usó coyote solo al momento de llegar a Acandí, municipio colombiano fronterizo con Panamá ubicado en el extremo norte del departamento de Chocó.
«Cuando usas coyotes te cobran demasiado entonces nosotros preferimos llegar en cada lugar e ir preguntando. Al pasar en lancha fue cuando contratamos a uno. Nos cobró 230 dólares por pasar la selva hasta el refugio de la ONU en Panamá», recordó el zuliano que fue detallando el nombre de cada pueblo al que llegó.
Señala que en el trayecto lo marcaron dos situaciones. «Pasar esa selva y oler a personas muertas fue terrible. A mi me dio como seis veces olor a muerto. Los más curiosos encontraban cadáveres. Eso es muy traumante», detalló.
Confiesa que ese episodio lo hizo sentir que «tenía la muerte detrás de la oreja, porque sabes que puedes tener las condiciones de Usain bolt (atleta), pero sabes que si te tuerces un tobillo y allí quedas, te pica una culebra y allí quedas porque cualquiera no te saca de la mitad de una selva que es tan larga».
Al hombre, oriundo de la Cañada de Urdaneta, también lo marcó el ver en Honduras cómo se ahogaron un niño y un joven cuando intentaban cruzar un río.
«Cuando vimos que la balsa salió nos dimos cuenta que tenía mucha gente. Se empezó a hundir y vimos cómo el niño se ahogó algunos salieron, otros no. Eso fue muy fuerte. Agradecemos mucho a Dios, porque la muerte nos pasó de cerca y nos salvamos», rememoró.
Para Enyer arriesgarse para buscar un mejor futuro fue su objetivo. «En Venezuela estamos envejeciendo y no tenemos cómo asegurarle un futuro a nuestros hijos».
Como cristiano cree que Dios tuvo misericordia, y lo ayudó en todo el proceso que ha atravesado.
Antes de concluir, los casi 17 minutos de conversación que mantuvo con Foco Informativo, Carroz reiteró su agradecimiento a lo venezolanos y mexicanos que le han tendido una mano en su estadía en el terminal de autubuses.
Por: María Gabriela Villalobos