martes, noviembre 5

Más allá de la duda

«He hecho todas mis películas como un sonámbulo. He hecho todo lo que creía correcto. Nunca he preguntado a nadie si lo que hacía estaba bien o mal».

Fritz Lang.

La ciudad de las hazañas de Superman y el ejercicio periodístico bajo su identidad secreta como Clark Kent fué inspirada por una película épica del expresionismo alemán dirigida por Fritz Lang.

En Metrópolis (1927), sus habitantes están divididos. Una ciudad con superficie de grandes rascacielos y jardines paradisiacos para una clase privilegiada y abajo una ciudad subterránea, donde trabajan las máquinas que hacen que todo funcione arriba. Las máquinas son manejadas por los obreros que viven más abajo aún con sus familias. Y por supuesto que entre estos dos extremos de la ciudad surgirá una historia de amor. Véanla cuando puedan porque este artículo es muy corto para extenderme en spoilers.

Pero volvamos con Fritz Lang, uno de los grandes de la historia del cine, tanto en el cine mudo como en el sonoro.

Después del estreno de su película El testamento del doctor Mabuse(1933), censurada por el naciente gobierno nazista, Lang recibe una invitación del Ministro de la Ilustración Pública y de Propaganda del Tercer Reich, Joseph Goebbels. El acude a la cita. Goebbels le recibe contándole que es el cineasta favorito de Adolf Hitler y le ofrece la dirección de UFA, valga decir, el estudio de cine más grande de Alemania, ahora bajo el tutelaje del nacionalismo alemán. Fritz Lang que no era precisamente un admirador del nazismo esgrime la excusa de que su madre, aunque convertida al catolicismo era de orígen judía.

Goebbels le respondió – Nosotros decidimos quién es ario y quién no.

Esa misma noche Lang huyó a Francia dejando a su esposa y guionista que se inscribiéndose y sacando su carnet de la patria nazi.

Al año siguiente Fritz Lang se va a los Estados Unidos contratado por la Metro Goldwyn Mayer a dirigir películas.

Me llama la atención en la etapa americana de Lang. Más allá de la duda (1956). La historia de un periodista joven y ambicioso, que con su editor creando evidencias falsas contra sí mismo en un asesinato para ridiculizar al imperio de la ley y a un juez con aspiraciones políticas. El editor demostrará la inocencia del periodista, pero como en toda película que se respeta algo va a salir mal para poner en peligro la vida del fablistan.

Más allá de la cinematografía de Fritz Lang en sus temáticas basadas en el sentido de la justicia y las extravagancias de la miseria humana, todos sabemos que esas pequeñeces provienen de la vida real. Sobre todo por estos lares cuando se trata de un dedo poderoso que escoge y señala en medio de este socialismo peligrosamente contagioso.

Si en Más allá de la duda el periodista se autocriminaliza para demostrar las fallas del sistema judicial, por estos vecindarios se criminalizan a los incomodos, a los inconformes, a los que no están convencidos, a los que buscan soluciones sin pedir permiso. Se intervienen celulares, se patrocinan ataques de fake news. Se fabrican expedientes de ciencia ficción y se siembran evidencias y se promueven onerosas campañas para difundir que todo está normalito y mejorcito.

Después de su polémica visita a China de la alta comisionada de los Derechos Humanos de la ONU dónde se hizo la vista gorda en torno a la etnia Uigur y otras minorías musulmanas perseguidas, maltratadas e internadas en centros de reeducación. Su último informe sobre la situación venezolana para resumirlo en tres palabras y zanjar el asunto. Todo está solucionado. Cómo andan las cosas por este continente con sarampión y por este mundo De cambalache, probablemente Michelle Bachelet tendrá su ascenso como Secretario, Secretaria o Secretarie General de las Naciones Unidas.

Como dice el Showman de la mitad de la semana en el canal oficial. La libertad de expresión debe ser atribuida al pueblo que está en la calle. Eso sí como los patriotas reeducados estimulados por bolsas CLAP e insertados en cualquier misión en los toldos al costado de la plaza Bolívar de Caracas que amenazaban atacaban a los parlamentarios de oposición y a los periodistas que cubrían el Palacio Legislativo. Yo particularmente salí barato cuando estaba allí. Solo una viejita patriótica que armada de una bolsa de cotufas me las lanzaba enardecida gritándome. “Cuantos dólares te paga el imperio vendidooo, escualidoooo, corruptoooo”.

Y yo con la preocupación que a la pobre señora le fuera a dar algo. Fue la agresión más inocente que vi y por fortuna me tocó mí.

En el Palacio Legislativo conocí al periodista Roland Carreño. Cronista social de El nacional, uno de los conductores del programa Buenas Noches, cuando Globovisión era…Globovisión, Editor de la revista Hola de Venezuela.

Un día, ante una duda mía de la Fuente de agua del Palacio Legislativo me contó toda la historia de este monumento nacional. “No mijo la fuente del pez que escupe agua está en Miraflores. Esto lo construyó Guzmán Blanco en su primer periodo”.

El manual de Roland Carreño es una clase magistral de comportamiento social, los buenos modales en una mesa, en una fiesta y hasta en un velorio. El manejo con discreción y compostura de las redes sociales. La elegancia de vestirse. El sentido común para ser educado, elegante y con estilo. Una versión modernizada del vetusto Manual de Urbanidad y Buenas Maneras escrito a mitad del siglo antepasado escrito por Manuel Carreño. Recomiendo infinitamente este libro a sus captores, jueces y carceleros porque les hace mucha falta. La miseria humana definitivamente carece de estilo.

Roland tiene un año y ocho meses detenido injustamente con cargos forjados que parecen un chiste de mal gusto para quienes le conocemos.

El decidió quedarse a seguir ejerciendo su riesgosa profesión hasta que se acabe la oscurana, como le escuché decir muchas veces.

No puede normalizarse nada es un país que es capaz de condenar inocentes. Hacerse los locos con esto es traicionar la sabiduría de ser mejores ciudadanos y el anhelo de un mejor país.

Me imagino que rememorando lo que le dijo Goebbels a Fritz Lang, en esta historia de la vida real no faltará un miserable con el bate en la mano que diga.

“Nosotros decidimos quién es inocente y quién no”.

A mí pana Roland. Más allá de las dudas de tu encierro prolongado e injusto, tú sabes que esta oscurana va a pasar.

Por: Amos Smith