En la última reforma de Gobierno, Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, evidencia el papel que desempeñan los militares en su seno. Son 10 los ministros de uniforme, tres de ellos vicepresidentes, y ocupan cargos clave, a los que se ha sumado el de Minería.
Los 10 militares ocupan las carteras del Despacho de la Presidencia, Interior, Defensa, Agricultura, Alimentación, Vivienda, Obras Públicas, Energía Eléctrica, Frontera y Desarrollo Minero Ecológico, este último en manos de civiles hasta la última reforma del Ejecutivo.
Además, tres de los militares –Remigio Ceballos, de Interior; Vladimir Padrino, de Defensa, y Néstor Reverol, de Energía- ocupan también tres de las vicepresidencias: Seguridad Ciudadana, Soberanía Política, Seguridad y Paz, así como el de Obras Públicas y Servicios.
Rocío San Miguel, la presidente de la organización Control Ciudadano, explica a EFE que en el Gobierno venezolano «ha habido siempre una suerte de colonización en el gabinete» por parte de los militares, «ya desde la época» del fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013), quien también era uniformado.
«Generalmente han concentrado las carteras ministeriales de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, que prácticamente es el área de inteligencia política y de control del orden público», explica San Miguel.
En esa cartera, recuerda, solo ha habido tres civiles en los últimos 21 años, período en el que la llamada revolución bolivariana ha gobernado el país.
En el Gobierno de Maduro, un presidente civil, todos los titulares de esa cartera «provienen del mundo militar», y «la mayoría de ellos» eran oficiales en activo al incorporarse.
También es «una constante (…) controlar el área de Alimentación».
«Ha sido también frecuente la entrega del sector Vivienda, Obras Públicas (…) Energía Eléctrica”, es decir ministerios.
En su opinión, «hay una perversión de lo que significan los modales autoritarios» de las Fuerzas Armadas al frente de estos ministerios porque «entienden que no están sujetos al ‘check and balances’ (controles y equilibrios), y su punto de rendición de cuentas se limita al comandante en jefe», es decir, el presidente.
Además, explica que «la opacidad es una ley en el mundo militar» y las Fuerzas Armadas son «una caja negra», una «visión que se reproduce en estos ministerios que actualmente dirigen los militares».
Denuncia que «una de las promesas que conllevó el trabajo constituyente» de 1999 «fue la desmilitarización de la seguridad ciudadana», algo que no ha podido ser cumplido, según la activista.
«Hemos visto un camino completamente distinto, el de la militarización de la seguridad ciudadana», apostilla.
A su juicio, eso ha llegado a su punto máximo con la designación para el Ministerio del Interior de Remigio Ceballos, antiguo comandante estratégico operacional de las Fuerzas Armadas, número dos de la institución, quien «está reproduciendo el concepto de planificación y operación militar dentro del ministerio».
Por todo ello, la presidenta de Control Ciudadano piensa que «los militares son un pilar de poder en Venezuela» y cualquier que ocupe el Palacio presidencial de Miraflores, «en las circunstancias actuales de Venezuela no se sostiene sin el apoyo militar».
«El modelo de poder de la revolución es militarista», concluye.
Por: José Manuel Sánchez / Foto: Cortesía