Los desplazados por la violencia interna en estados mexicanos como Michoacán y Guerrero, son quienes acaparan los albergues fronterizos, reflejo del exponencial crecimiento del crimen organizado en esa región del suroeste del país.
Así lo explicó este martes José María García Lara, director del albergue Juventud 2000, ubicado a solo un kilómetro del puerto fronterizo de San Ysidro, que da entrada a Estados Unidos, reseñó EFE.
“Desafortunadamente no ha bajado la llegada de migrantes de Michoacán y Guerrero al albergue, y creo que en los demás albergues sigue sucediendo la misma situación, ya que no se ha logrado controlar esta problemática de inseguridad y desplazamiento forzado», subrayó en una entrevista.
El mayor porcentaje de los migrantes que ahí se albergan son desplazados mexicanos, entre ellos varias madres solteras jóvenes y muchos niños y adolescentes, a quienes sacaron de sus pueblos por temor de que fueran a reclutarlos.
“Esto pareciera no terminar, siguen llegando, no en la misma cantidad que antes, pero no dejan de llegar personas y familias diariamente de esos estados y eso habla mucho de la situación que se vive en aquella región del país”, indicó.
Amenazas de muerte, cobros de piso, secuestro, extorsiones, asesinatos y desapariciones son solo algunos de los factores por los que familias y hasta comunidades enteras han tenido que dejar sus hogares y sus patrimonios, ya no solo tratando de buscar un mejor futuro para sus hijos, sino tratando de resguardar su integridad y sus vidas.
Por Agencia