Las grandes finales están llenas de peculiares episodios, inolvidables momentos e innumerables anécdotas, que de algún modo las hacen especiales y la actual de la LVBP no podía dejar de tener esos alicientes de bando y bando.
En la cueva de Leones del Caracas existe un par de piezas, que si bien no forman parte activa del roster de peloteros, sus respectivas labores son tan importantes como la del resto, aunque no suelen gozar de los créditos que se merecen y ellos son Wilson Álvarez y Lipso Nava, coach de pitcheo y coach de banca, respectivamente.
Este par de extoleteros cuenta con un aura de buena suerte, o al menos eso indica el hecho de que antes de la actual, hayan coincidido en solo dos últimas instancias de una liga local y en ambas salieron victoriosos, aunque con el uniforme de Águilas del Zulia.
La primera fue en la temporada 1999-2000 cuando lo hicieron como jugadores rapaces frente a Navegantes del Magallanes, en una serie que se definió en cinco careos. En aquella ocasión, Álvarez tuvo una única aparición como abridor y no obtuvo decisión después de laborar 7.2 episodios, en los que permitió 9 hits, 2 carreras limpias y ponchó a 9. Mientras que Nava fue el antesalista titular y finalizó con .353 de average y dos empujadas.
“Entre Lipso y yo siempre ha existido una relación de hermandad. Somos grandes amigos. Hemos compartido momentos buenos y momentos malos. Ahora estamos aquí, viviendo esto que es muy grande. Uno como que se transforma e inevitablemente se vienen a la mente recuerdos, todos positivos y que de algún modo es lo que nosotros tratamos de transmitirle aquí adentro a los muchachos, más allá de los conocimientos, buenas energías, buenas vibras, que también es importante”, mencionó “El Intocable”.
Wilson Álvarez encuentra ciertas similitudes de aquel plantel que lideró a final de la década de los noventa, con respecto al que presenta ahora mismo la escuadra capitalina, más allá de que se traten de divisas totalmente diferentes, en muchos sentidos, no solo geográfico.
“En aquellos tiempos nosotros teníamos una mentalidad de que así perdiéramos un juego, nos levantábamos al día siguiente y nos decíamos que íbamos a ganar. Éramos una familia, así como la que estoy viendo aquí en este clubhouse. Hay un tremendo grupo de muchachos, nos hemos mantenidos unidos”, explicó el exescopetero zurdo, señalado como principal responsable del tremendo desempeño que exhibió el cuerpo monticular melenudo en lo extenso de la fase regular.
Tuvieron que pasar 17 temporadas para que Nava y Álvarez volvieran a concordar en una gran final, aunque ahora cumpliendo distintos papeles. En la 2026-2017, el primero tomó las riendas como mandamás de Águilas y tuvo al segundo como su instructor de lanzadores, bajo dichas responsabilidades ayudaron a que los alados se adjudicaran el cetro mayor frente a Cardenales de Lara en cinco desafíos.
Si bien, solo han transcurrido seis años desde entonces, la evolución del beisbol y las nuevas tendencias le permite a este par de instructores considerarse mejorados en sus funciones, de cómo lucieron en lo que fue aquella inolvidable experiencia, en la que le regalaron un nuevo título a su gentilicio.
“En todo nos hemos vistos mejorados. En ese momento no usábamos lo analítico como lo estamos haciendo ahora. Eso nos ayuda más, nos hace las cosas más fáciles. Ahorita utilizamos las computadoras, antes solo nos tocaba la mente. Si bien siempre nos mantenemos anotando de manera manual cada detalle, la tecnología te lo facilita aún más, hemos evolucionado y creo que eso nos ha hecho mejores técnicos de lo que éramos entonces”, explicó Nava.
Tanto Wilson Álvarez como Lipso Nava están fuertemente arraigados a la cultura marabina, esa que tradicionalmente se diferencia del resto por su sentir regionalista y autóctono, que les permite sentirse más que orgulloso de sus raíces. Sin embargo, ninguno de los dos es ajeno a lo que significa para el beisbol nacional una rivalidad como la que protagonizan desde el pasado Leones y Tiburones y que en la actualidad se ha acentuado un poco más.
Y verse los dos juntos inmersos en este otro capítulo especial en la historia del circuito criollo, perteneciendo a un mismo bando, les resulta todo un motivo de regocijo.
“Estamos en Venezuela, en el país de nosotros, en nuestra tierra. Ya sea Caracas o el Zulia, una final es una final. No hay nada mejor que esto. Aquí lo único que importa es que el equipo al que uno está representando gane y todos llevarnos ese bonito recuerdo a casa, independientemente de donde uno sea”, describió Álvarez, quien sin apartarse en demasía de sus principios marabinos, señaló que el hecho de contar con coterráneos dentro de la cueva melenuda, podría considerarse como un factor preponderante en el éxito que ha obtenido el Leones, sobre todo en esta etapa final de temporada.
“Alí Castillo está haciendo un gran trabajo. Silvino Bracho como cerrador ni hablar, Jhoulys Chacín todo el mundo ha visto lo que es capaz y ahora Mario Sánchez llega como uno de los mejores pitcher de la liga. Si bien el talento de ellos es importante, hay que mencionar que el zuliano es muy jocoso, es muy alegre y tener esa energía en un dugout, juntar costumbres de aquí con las de allá y hacer un conjunto de elementos que sumen al equipo para ganar siempre va a ser importante”, dijo.
Por: Prensa LVBP