martes, noviembre 5

Leonardo Padura: Cuando la literatura policial se convierte en una crónica

Hay asesinatos tan truculentos que salpican con sangre a los lectores. Hay robos, estafas, secretos humillantes y sobornos, pero eso no es lo importante en las historias que el cubano Leonardo Padura escribe con fruición.

Por cuatro décadas Padura ha convertido a la literatura policial en la crónica social y política de Cuba y, en especial, de La Habana.

La isla que él describe tiene una mezcla de carencias económicas, sincretismo afrodescendiente, corrupción, picardía , música cadenciosa y una creciente desigualdad, todo sazonado por un proceso revolucionario que marcó al siglo XX.

Yo hablo de los problemas de los individuos en la sociedad cubana. Y muchas veces en mis libros, más que conflictos dramáticos entre los personajes hay conflictos sociales entre los personajes y su tiempo histórico”, explicó Padura durante una entrevista con The Associated Press en su casa, en el populoso barrio de Mantilla en las afueras de la capital.

Se percibe el olor a café recién colado —que siempre ofrece a sus invitados— y los gorjeos de los pájaros que habitan un patio con plátanos adonde están sepultados sus perros. En un estudio contiguo su esposa, la guionista Lucía López Coll, trabaja en una computadora. En la pared de la sala cuelga un gran cuadro del artista plástico Roberto Fabelo y al lado una cocina azulejada recibe la luz del trópico.

Es imposible no pensar que allí se gestó el icónico detective Mario Conde —nostálgico, leal y fumador empedernido—, que acompañó a Padura desde su libro “Pasado perfecto” a fines de 1991, el primero de la tetralogía “Las cuatro estaciones” que completa “Vientos de cuaresma (1994)”, “Máscaras” (1997), “Paisaje de otoño” (1998) y que también lo tienen como protagonista en 10 de sus 14 novelas.

Seguirle la pista al Conde es un poco tomarle el tiempo a Cuba.

La última aparición del detective fue en “Personas decentes” (2020) en la cual, ya con más de 60 años, se ve envuelto en la investigación de un caso de homicidio y corrupción que tiene como telón de fondo la histórica visita a la isla del expresidente estadounidense Barack Obama y los Rolling Stones, en el punto más encumbrado del acercamiento político entre Estados Unidos y Cuba en 2016.

Este personaje viene de un barrio semejante al que estamos. Es un hombre de mi generación, de mi edad, un año mayor que yo. Tiene experiencias comunes conmigo”, contó Padura. “Ha evolucionado en esa mirada suya con respecto a la realidad porque yo he evolucionado… y ese sentimiento de desencanto que tiene pues tiene mucho que ver con la manera en que hemos estado viviendo en todos estos años”.

¿Y cómo está Cuba ahora después del endurecimiento de las sanciones de Estados Unidos posteriores a 2018 y el impacto de la pandemia de COVID-19?

Hemos salido casi que a gatas de ese momento y el país no se ha podido levantar”, reflexionó. “Todo esto implica que las personas empiezan a tener desconfianza en los recursos de un sistema para poder resolver determinados problemas”.

Hay falta de alimentos, escasez de medicinas, suba de precios, salarios empobrecidos, la educación y la salud están deterioradas, falta el combustible, el transporte es irregular y se producen apagones, enumeró Padura.

Hay un cansancio histórico… La gente ya se cansó, no tiene alternativa y la busca emigrando” lo cual genera “un empobrecimiento de la sociedad cubana”, además del “envejecimiento de su población”.

Las autoridades fronterizas de Estados Unidos reportaron haber tenido más de medio millón de encuentros con cubanos en los últimos dos años en sus límites con México, al tiempo que cada vez se interceptan más lanchas tratando de llegar irregularmente por el Estrecho de Florida y un número no determinado de isleños se marchan a Europa y Sudamérica.

El cronista que habita en Padura también reconoce otro impacto de la crisis económica hacia el interior de la isla: las protestas populares que no se habían visto en décadas.

Hace dos años (julio de 2021) hubo unas (manifestaciones) grandes, ahora unas más recientes (en marzo)… El principal clamor era comida y corriente” eléctrica, recordó Padura. “Pero también la gente gritaba ‘libertad’. Y la comida y la corriente se resolvió tratando de arreglar algunas termoeléctricas y con un poco de arroz y de azúcar, pero de lo otro no se ha hablado y creo que es un tema que habría que conversar de una manera muy profunda”.

Nacido el 9 de octubre de 1955, Leonardo de la Caridad Padura Fuentes creció en la misma casa en la que actualmente vive y construyeron sus progenitores, un ama de casa católica y un padre masón. Le tocó transitar de niño y joven las profundas transformaciones y la épica de la revolución cubana con afanes de igualdad y prosperidad para todos.

Estudió Literatura en la Universidad de La Habana y se desempeñó como periodista en medios oficiales — El Caimán Barbudo y Juventud Rebelde— en los años ochenta.

Su primera novela, “Fiebre de caballos”, es una historia de amor publicada en 1983 a la que le siguió una larga pausa en la que se gestaron sus policiales, al tiempo que comenzó una paulatina ruptura con las autoridades hasta llegar a la actual tensión evidente: Padura tiene los premios más importantes que un escritor cubano pueda ganar, pero no sale en la prensa local y sus libros se imprimen poco en la isla. Para él casi no hay presentaciones o conferencias.

En estos años también hubo volúmenes de cuentos, ensayos y reportajes, mientras la plataforma Netflix estrenó una miniserie con historias del detective Mario Conde en 2016.

Es curioso que un narrador cubano se consagrara a la novela policial e imaginara a su detective —un expolicía y fallido escritor— en un país que no autoriza la investigación privada criminal y ni siquiera incluye noticias policiales en sus medios oficiales de prensa, los únicos con personería legal.

Padura ganó en 2012 recibió el Premio Nacional de Literatura de Cuba y en 2015 el Princesa de Asturias de las Letras en España.

Su obra más conocida es “El hombre que amaba a los perros” (2009) una recreación de casi 600 páginas del atentado al dirigente revolucionario ruso León Trotsky por encargo del líder soviético Iósif Stalin y su asesino Ramón Mercader —fallecido en Cuba en los años setenta— que el escritor describió como una reflexión sobre las “utopías perdidas”.

Mientras se acaricia la barba, entrecierra los ojos y se acomoda en la silla, Padura revela que está trabajando en una nueva ficción aún sin título.

Parece que el detective Mario Conde se tomará un descanso en esta obra que girará en torno de un parricidio pero que, como en otras de Padura, busca ir más allá: echar luz sobre el actual éxodo de jóvenes y las remesas que les envían a sus familiares mayores o jubilados, cuyas vidas transcurrieron en pleno proceso revolucionario y ahora sufren carencias materiales.

Una reflexión sobre el destino que ha tenido esa generación”, sintetizó Padura.

Por: Agencia