No es nada nuevo que al Gobierno y la oposición de Venezuela les sirve toda excusa para enfrentarse y llevar a extremos insospechados cualquier tema que uno u otro pongan sobre la mesa. Y ahora toca hablar de reconversión monetaria, que el Ejecutivo vende como la panacea para la recuperación económica, mientras que para el antichavismo, es un fracaso más.
La realidad es tozuda y muestra que ni lo uno ni lo otro es real. A continuación algunas claves de la utilidad (o no) de la reconversión monetaria en Venezuela, que ya cuenta con dos experiencias similares, dos precedentes que dan y quitan razones.
1.- Los precedentes
Esta reconversión, que entrará en vigor el 1 de octubre, es la tercera en lo que va de siglo XXI y, por tanto, bajo Gobiernos de la llamada revolución bolivariana.
La primera, que eliminó tres ceros a la moneda, fue anunciada en 2007 y aplicada desde el 1 de enero del 2008.
Sin la urgencia que provoca la hiperinflación que vive Venezuela desde noviembre de 2017, el proceso fue planificado y se puso en marcha tras una larga pedagogía ciudadana para que los venezolanos se familiarizaran con el entonces recién nacido bolívar fuerte.
En 2018, ya con Nicolás Maduro como presidente y con Venezuela envuelta en un bucle de hiperinflación, se puso en marcha la segunda reconversión que, inicialmente, iba a eliminar otros tres ceros, pero que finalmente borró cinco. La moneda fue rebautizada como bolívar soberano.
2.- Sus efectos
La primera de las reconversiones buscó dar una «mayor eficiencia al sistema de pagos en el país», así como «consolidar la confianza en la moneda nacional», según dijo el entonces presidente Hugo Chávez, unos objetivos que no se alcanzaron, puesto que «el fuerte» solo duró una década en los bolsillos de los venezolanos.
En 2018, Nicolás Maduro anunció que el bolívar soberano iba a suponer «un nuevo sistema monetario para estabilizar y cambiar la vida monetaria y financiera del país de manera radical».
Esos objetivos se vieron todavía más alejados de la realidad: la hiperinflación no ha cesado, la capacidad adquisitiva del país ha sido arrasada y el soberano ha sido testigo de cómo, bajo su imperio, comenzaba un éxodo de venezolanos en busca de un futuro mejor fuera de su país.
3.- ¿Digitalización o excusa?
La digitalización del bolívar, que ahora el Gobierno presenta como algo novedoso, es una realidad desde hace varios años. La escasez del papel moneda, consecuencia de la hiperinflación, ha llevado al uso obligado de plataformas como «pago móvil» o a realizar transferencias instantáneas para cancelar en moneda local desde una barra de pan hasta los recibos de servicios.
Si bien se desconoce, por el momento, que novedades traerá la tan publicitada digitalización, no será, al menos en principio, un hecho más extendido de lo que ya es en la actualidad -que apenas se usa efectivo por su escaso valor-, puesto que el anuncio del lanzamiento de la moneda de un bolívar y billetes de 5, 10, 20, 50 y 100 augura más dinero físico y menos pagos digitales.
Además, el nuevo bolívar, pese a que su creación está sustentada por el BCV en la digitalización de la economía, se enfrenta a la mala conexión de internet y los constantes cortes de energía, lo que merma las posibilidades de realizar operaciones digitales, un problema ya conocido y que imposibilita, en muchas ocasiones, incluso, el uso de datáfonos para pago con tarjeta común.
Por: Agencia