El príncipe Harry y Meghan abandonaron voluntariamente la Familia Real en enero de 2020 para empezar una nueva vida en los Estados Unidos. Desde entonces, la relación con Buckingham fue más que tensa.
Durante los diferentes actos de los últimos días para rendir tributo a Isabel II se estableció una tregua permitiendo incluso a Enrique, al que quitaron sus títulos militares, lucir traje militar en uno de los momentos de la vigilia el pasado sábado. Pero, al mismo tiempo, se han marcado distancias para las cuestiones más institucionales.
En definitiva, no fue hasta ahora cuando los duques de Sussex porque ese título sí lo mantienen fueron consciente de lo que supone haber salido de La Firma.
La pareja no estuvo ayer invitada a la recepción que se ofreció en el Palacio de Buckingham para los alrededor de 500 mandatarios de todo el mundo que acudieron al funeral de Estado. Se les negó la oportunidad de codearse con personas como Joe Biden, el presidente de los Estados Unidos, y Jacinda Adern, la primera ministra de Nueva Zelanda, en la mayor recepción diplomática jamás organizada por un monarca, porque ya no representan oficialmente a la Corona.
Como miembro de la realeza que no trabaja, el príncipe Andrés apartado de la agenda desde el escándalo sexual que él niega tampoco asistió. Sin embargo, al retirar la oferta a los Sussex, Palacio también pueden haber tenido en cuenta la naturaleza cada vez más politizada de algunas de sus intervenciones recientes, desde animar a la gente a votar en Estados Unidos hasta los comentarios del Enrique sobre el control de armas.
La exclusión supuso un golpe no solo para el príncipe Enrique como quinto en la línea de sucesión al trono, sino también para su esposa Meghan, quien trató de reposicionarse como una figura mundial, emulando a otras personalidades como Michelle Obama, la ex Primera Dama.
Por Agencia