sábado, septiembre 28

La oscurana

Yo escuché lo de oscurana en aquellos tiempos ya lejanos de mi infancia falconiana, como una juerga común de la sabiduría de los ancianos para describir un término superior a la oscuridad. Se lo escuchaba a las dos madres de mi niñez maternamillonaria cuando el cielo se ponía muy oscuro o cuando había escasez de estrellas en el cielo en el monte, como le decíamos a la vida rural.

Lo cierto es que cada vez, qué sin fecha, ni hora en el calendario, el fluido eléctrico nos deja en cuatro bloques se me mete la palabrita en la mente y más aún cuando llegó a ver o escuchar aplausos cuando finalmente vuelve a llegar la luz.

Esa costumbre de expropiar los grandes personajes de la historia patria, debido a la abundante escasez de héroe A quienes si les llegó la luz perpetua fue a los oligarcas de la involución eléctrica quienes han asegurado el bienestar de sus futuras generaciones a costillasde la oscurana nacional.

De peculio propio en sus huestes y un prontuario de dimensiones épicas

Por ejemplo. La Planta Eléctrica Josefa Camejo en Paraguaná, en honor a una heroína independentista que era socialista y no lo sabíamos, honrada con una chatarra eléctrica comprada a Cuba como una remembranza del trueque de espejitos por oro de la conquista española. No me sorprendería que fuera de los tiempos de Fulgencio Batista, el dictador capitalista que antecedió al dictador del proletariado, Fidel Castro en Cuba, que no es lo mismo pero es igual y hasta mucho peor. La cierto es que la planta eléctrica en cuestión es los más que está fuera de servicio que funcionando modo parapeteada y así a todo lo largo y ancho de esta patria querida.

Y como aquella canción del grupo Aditus. Hay algo eléctrico entre tú y yo, pero no se trata de una relación amorosa, sino del distanciamiento y la siembra de la conformidad que conlleva esta incomodidad del perjuicio de una electricidad inservible. Es cuando la oscuridad va más allá de las fallas de electricidad.

Porque la gran tragedia nacional es que nos acostumbremos a la oscurana nacional, que andemos a tientas por nuestra maltratada vida cotidiana y nos quedemos como si nada.

Me estoy metiendo en un área que es, más bien, territorio de Ismael Cala, Carlos Fraga y amigos queridos como Nikary Gonzáles y Daniel Dupuy, pero para mí es un verdadero misterio de la condición humano el hecho de la insólita capacidad aguantadora del venezolano. El que incendió medio país cuando le subieron medio a la gasolina y que ahora, en tiempos del desmadre institucionalizado no dice ni pío.

Será que estamos muy ocupados en sobrevivir en una dimensión desconocida hecha a nuestra medida. Que así como Putin puede apretar el botón de la guerra del fin de la humanidad, Tenemos nuestra versión vernácula de alguien que aprieta el botón de la oscurana a su antojo.

Seguramente no faltará quien me diga que si hemos aplaudido tantos disparates, que tiene de malo aplaudir cuando llega la luz,

Despierta y reacciona, cómo se le ocurrió a un publicista muy amigo mío en los tiempos de la visita de Juan. Pablo II a la Venezuela de tiempos mejorcitos y que en aquel entonces no sabíamos aún de un por ahora que presagiaba la gran oscurana y eso tampoco lo sabíamos.

Por: Amos Smith